El thriller vive desde hace tiempo una época dorada en el cine español. Desde que un buen día Amenábar presentara su brillante opera prima Tesis son ya muchos los realizadores que han ido desfilando por nuestras pantallas con producciones de suspense de altísima calidad. Juan Antonio Bayona, Guillem Morales, Juan Carlos Fresnadillo. Si por algo han destacado fuera de nuestras fronteras es por haber arriesgado en un género que parecemos dominar a la perfección.
Esta introducción sería idónea si no fuera porque el director de La cara oculta no es precisamente español. Andrés Baiz, más conocido como Andi, es colombiano y estrena ahora su segundo largometraje tras la aplaudida Satanás. Salvo ese detalle sin importancia, podemos afirmar sin miedo a provocar conflictos de identidad, que Baiz encaja como un guante en esa lista de grandes promesas del cine español con mucho que decir en el terreno del thriller.
Atmósfera inquietante, giros argumentales, excelente factura. Son algunas de las bazas con las que han jugado películas como El orfanato o El habitante incierto y que La cara oculta toma como referencia. El filme trabaja los tiempos con absoluta precisión, a un ritmo intrigante que no desfallece en ningún momento. La inspiración, que no plagio, no sólo se reduce a la forma sino que también alguna trama del argumento nos retrotrae fugazmente a los prodigios de Bayona y Morales. Pero aún así, Baiz es capaz de ofrecer una trama adictiva y, a pesar de todo, novedosa.
La cara oculta sólo tiene un gran problema. La necesaria promoción de la película ha decidido destripar sin miramientos el principal giro argumental de la historia, no sólo en los tráilers para televisión y en el propio cartel sino incluso en el título que han decidido darle al filme al otro lado del charco. No citaré aquí la palabra mágica para no formar parte de ese atentado spoileante llevado a cabo desde dentro, pero resulta curioso comprobar cómo algunas distribuidoras deciden arrojar piedras sobre su propio tejado.
El argumento se centra en Adrián, un director de orquesta recién fichado por la Filarmónica de Bogotá y cuya novia ha desaparecido después de abandonarle con un mensaje de despedida en la cámara de fotos. En plena borrachera, el joven conoce a una camarera con la que comenzará una nueva relación. En su imponente caserón, la chica empezará a experimentar fenómenos extraños. Y hasta ahí debería poder leerse para disfrutar al máximo de la trama.
Ya conocíamos el don de Quim Gutiérrez, y que muchos actores persiguen, de la naturalidad. Hemos podido seguir su evolución desde prácticamente la niñez. En cambio, a Clara Lago la teníamos algo más perdida desde que estuviera nominada al Goya a mejor actriz revelación por El viaje de Carol. De ahí que su papel en La cara oculta sea el más sorprendente de todo el metraje. La aportación de ambos actores, jóvenes y en racha, supone el broche de oro para esta elegante cinta de suspense.
Pero si ver a Quim Gutiérrez ataviado con frac y dirigiendo una orquesta no resultara suficiente experiencia sensorial, Baiz decide regalarnos también una exquisita puesta en escena, regada con planos meticulosamente estudiados y una banda sonora a la altura de una sinfónica. Los filmes que, como este, se alargan demasiado a la hora de desvelar el misterio principal suelen acelerarse después con resoluciones atropelladas. Sin embargo, en este caso el preámbulo sirve después para engrandecer la segunda parte de la cinta, no como meros flashbacks sino como nuevos y sugerentes puntos de vista. De esta manera, de principio a final, nada en La cara oculta se deja al azar, primero de los requisitos para poder convertirse en un maestro del thriller.
Esta introducción sería idónea si no fuera porque el director de La cara oculta no es precisamente español. Andrés Baiz, más conocido como Andi, es colombiano y estrena ahora su segundo largometraje tras la aplaudida Satanás. Salvo ese detalle sin importancia, podemos afirmar sin miedo a provocar conflictos de identidad, que Baiz encaja como un guante en esa lista de grandes promesas del cine español con mucho que decir en el terreno del thriller.
Atmósfera inquietante, giros argumentales, excelente factura. Son algunas de las bazas con las que han jugado películas como El orfanato o El habitante incierto y que La cara oculta toma como referencia. El filme trabaja los tiempos con absoluta precisión, a un ritmo intrigante que no desfallece en ningún momento. La inspiración, que no plagio, no sólo se reduce a la forma sino que también alguna trama del argumento nos retrotrae fugazmente a los prodigios de Bayona y Morales. Pero aún así, Baiz es capaz de ofrecer una trama adictiva y, a pesar de todo, novedosa.
La cara oculta sólo tiene un gran problema. La necesaria promoción de la película ha decidido destripar sin miramientos el principal giro argumental de la historia, no sólo en los tráilers para televisión y en el propio cartel sino incluso en el título que han decidido darle al filme al otro lado del charco. No citaré aquí la palabra mágica para no formar parte de ese atentado spoileante llevado a cabo desde dentro, pero resulta curioso comprobar cómo algunas distribuidoras deciden arrojar piedras sobre su propio tejado.
El argumento se centra en Adrián, un director de orquesta recién fichado por la Filarmónica de Bogotá y cuya novia ha desaparecido después de abandonarle con un mensaje de despedida en la cámara de fotos. En plena borrachera, el joven conoce a una camarera con la que comenzará una nueva relación. En su imponente caserón, la chica empezará a experimentar fenómenos extraños. Y hasta ahí debería poder leerse para disfrutar al máximo de la trama.
Ya conocíamos el don de Quim Gutiérrez, y que muchos actores persiguen, de la naturalidad. Hemos podido seguir su evolución desde prácticamente la niñez. En cambio, a Clara Lago la teníamos algo más perdida desde que estuviera nominada al Goya a mejor actriz revelación por El viaje de Carol. De ahí que su papel en La cara oculta sea el más sorprendente de todo el metraje. La aportación de ambos actores, jóvenes y en racha, supone el broche de oro para esta elegante cinta de suspense.
Pero si ver a Quim Gutiérrez ataviado con frac y dirigiendo una orquesta no resultara suficiente experiencia sensorial, Baiz decide regalarnos también una exquisita puesta en escena, regada con planos meticulosamente estudiados y una banda sonora a la altura de una sinfónica. Los filmes que, como este, se alargan demasiado a la hora de desvelar el misterio principal suelen acelerarse después con resoluciones atropelladas. Sin embargo, en este caso el preámbulo sirve después para engrandecer la segunda parte de la cinta, no como meros flashbacks sino como nuevos y sugerentes puntos de vista. De esta manera, de principio a final, nada en La cara oculta se deja al azar, primero de los requisitos para poder convertirse en un maestro del thriller.
Comentarios
Tiene buena pinta, me la apunto para ver en unos meses, aunque la Lago no me gusta nada, me parece un poco repelente, pero Quim contrarresta