Enfrentarse a una producción de Mediaset, con todo el aparato propagandístico que ello implica, supone asumir el riesgo de un enorme hype , de una recepción sobredimensionada y una omnipresencia mediática que resulta prácticamente imposible corresponder. Ocurrió con Lo imposible , cuyo recibimiento en salas fue muy superior a lo que merecía el producto, y sucederá de nuevo con Un monstruo viene a verme , la tercera y más ambiciosa película de Juan Antonio Bayona. Una propuesta que al parecer despertó el entusiasmo en el Festival de Toronto pero que en San Sebastián, al menos, comportó una clarísima división entre los entusiastas de su sensibilidad y los detractores de su sensiblería. Los que no derramamos ni una sola lágrima con este drama sobre la asunción de la muerte seremos tildados de mármol, de la piedra más fría e inamovible. Sus últimas escenas conducen irremediablemente al llanto más instintivo, la inevitable reacción ante la mayor de las pérdidas a las que un n...
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