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Mostrando entradas de marzo, 2015

Cuando todo está podrido

Hubo un tiempo en que Nueva York era una ciudad inhabitable, alejada de esa urbe cosmopolita y moderna en la que todos, o casi todos, quisiéramos vivir. Ahora es el plató perfecto para comedias románticas y empanadas hipsters, pero hace sólo dos o tres décadas era el decorado ideal para películas de gángsters o sórdidos 'thrillers' (con permiso de Woody Allen). En ese contexto, irreconocible para los que mantenemos a Manhattan en un pedestal, se desarrolla la turbadora historia de un matrimonio que lucha, con métodos opuestos, por hacerse un hueco en el llamado sueño americano , reconvertido con el tiempo en toda una pesadilla para la gran mayoría de los mortales. Abel Morales es un inmigrante sudamericano que busca asentar su negocio de transporte y convertirlo en un imperio que lo convierta a ojos de los norteamericanos en el admirado self-made man al que todos aceptan y respetan. Quiere hacerlo siguiendo las reglas, evitando los atajos que puedan manchar su expediente.

We are all lesbians

Mágica. Entrañable. Enternecedora. Maravillosa . Son los adjetivos que elegiría de Pride  si fuera el responsable de marketing de la distribuidora para resaltar sus mejores atributos en un póster promocional. En letras bien grandes. Sentencias que seguro que más de un crítico anglosajón, de esos tan impulsivos y exagerados, podría destacar sin pestañear en su crónica. Y no estaría faltando a la verdad, porque este insólito encuentro entre activistas gays y mineros en la Inglaterra de Margaret Thatcher sólo podía llevar a un único destino: la pura emoción.  Lo que sí es desmesurado en la promoción, y no juega muy a favor de la película, son las comparaciones. Todos sabemos que cualquier excusa es buena para atraer a más público a las salas, pero situar a Billy Elliot  y The full monty  como referentes de Pride es, además de injusto, un pelín sobredimensionado . Aunque es evidente que gustará a los fanáticos de ambas, la cinta no llega a las cotas de sensibilidad de la primera n

Más valiente que mordaz

Hubo un tiempo, demasiado largo, en el que los atentados de la banda terrorista ETA abrían día sí día también los telediarios españoles. Hoy, sin saber muy bien cómo, son cosa del pasado. Se esfumaron los coches bomba, los encapuchados, las manifestaciones, los reproches. Lo que parecía irresoluble, ya no existe . Y los ciudadanos desconocemos las claves de un proceso de paz que terminó con el conflicto que durante años fue el epicentro político de nuestro país. Borja Cobeaga ha decidido ofrecernos su visión del asunto recurriendo al humor. Como en su día hiciera Jordi Évole, él valiéndose de un polémico falso documental, para denunciar la opacidad respecto al golpe de estado del 23F . ¿Cómo se logró convencer a los etarras para que renunciasen a la violencia? ¿En qué momento se disipó la por entonces insalvable crispación política que se vivía en Euskadi y España? Los términos de un acuerdo que se alargó durante años se siguen desconociendo, o al menos no han obtenido la repercusi

Al gusto de Antena 3

7 vidas . Aída . Fuera de carta . Que se mueran los feos . Nacho García Velilla está tan ligado a la comedia como lo está a Javier Cámara y Carmen Machi, dos de sus actores fetiche . En Perdiendo el norte pasan a un segundo plano, como padres de un protagonista obligado a emigrar a Alemania en busca de una oportunidad laboral. Dejan hueco a otros nombres, como los cabezas de cartel Yon González y Julián López. Pero se les echa de menos, como también se echa en falta el humor disparatado y gamberro que define la filmografía de Velilla y que aquí también da paso a otros géneros menos logrados, el de la crítica social y el drama. La intención de denunciar el lamentable estado de nuestro país a través de la comedia es muy loable. Con el paro juvenil por las nubes, la inversión en investigación bajo mínimos y un retorno a la emigración como medio de subsistencia, el retrato de la llamada generación perdida se hacía necesario . Y más utilizando el recurso inteligente del humor. Pero

Cuando se tambalean los cimientos

Sobre el hombre pesa una enorme responsabilidad dentro del imaginario familiar. La sociedad le presupone unos atributos –protección, entereza, valor- ante los cuáles sólo cabe responder sacando pecho. Sin flaquezas. Derrochando hombría. Rara vez se invierten los papeles. Todavía hoy, el sexo masculino sigue acatando por imperativo social un rol que enaltece su virilidad, que enorgullece su propio ego. Pero, ¿qué ocurre cuando el varón no responde a los cánones preestablecidos, cuando se muestra incapaz de asumir esa carga de seguridad y de estabilidad emocional en la pareja?   Es la hipotética situación que materializa el sueco Ruben Östlund en Fuerza mayor y que incluso en pantalla resulta inaceptable. ¡Un hombre abandona a su mujer y a sus hijos pequeños para refugiarse de un alud! Inadmisible. Intolerable. Bochornoso. Cobarde. Resulta casi instintivo ponerse en la piel de la pobre y afligida esposa, víctima de un marido que, ante una situación de emergencia, reacciona a l