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Mostrando entradas de marzo, 2011

La calidad también tiene acento inglés

Antena 3 parece dispuesta a descubrirnos la producción televisiva británica. Es de agradecer el gesto, porque a menudo se nos olvida que detrás de series de éxito como The Office o la más reciente Shameless se encuentra el ingenio de un inglés. Parece que sólo tengamos ojos para las propuestas yanquis y no está nada mal que nos recuerden que en la llamada nueva era de la televisión hay vida más allá de Estados Unidos . Esta nueva estrategia de la cadena de Planeta tiene un motivo: Downton Abbey. Tras su esperanzador éxito se han apresurado a anunciar la emisión del remake de la BBC de Arriba y abajo , la adquisición de Sherlock e incluso la coproducción de una miniserie sobre el Titanic (¿era realmente necesario?). La buena acogida de Downton Abbey no ha pillado por sorpresa, aunque tampoco era algo predecible. Ya sabemos lo caprichosas e injustas que suelen ser las audiencias. Pero si las cifras no hubieran acompañado en nuestro país a un producto tan impecable como el que nos pre

La gran cinta romántica que no fue

Nunca me abandones prometía una atractiva combinación de ciencia ficción y drama romántico. Tres niños cuyo destino ha sido marcado de por vida con una sórdida intención logran conformar un triángulo amoroso plagado de ingenuidad y de inocencia. El problema es que la película juega con polos tan diametralmente opuestos de manera más aventurada que la novela original de Kazuo Ishiguro , autor de Lo que queda del día . La intriga y el romance imperaban en el libro. En cambio, la sugerente premisa de ciencia ficción se descubre tan pronto en el filme que termina eclipsando todo lo demás. Como les ocurre a los personajes, uno no degusta el camino de la misma forma sabiendo hacia dónde conduce. La magia del libro consistía precisamente en ese futuro incierto que les espera a los internados de Hailsham, una institución de lo más estricta en la que predomina la incertidumbre. Aunque los rumores sobre donaciones aparecen desde la primera página, el autor no resuelve el misterio de forma defin

Sacando los colores al cine español

Santiago Segura ha tenido la decencia de esperar seis años desde la última entrega de Torrente. Al menos ha tenido ese detalle de dejar reposar al personaje y crear una mínima expectativa. Eso sí, desde el momento en que se daba a conocer el estreno de la cuarta parte, el fenómeno ha irrumpido sin piedad. El amiguete ha paseado la camiseta promocional de la franquicia por todo plató que se precie, sin miramientos ni distinciones, desde la Campos hasta la Quintana, desde Pablo Motos hasta el Wyoming. Lo que la audiencia separa, llega Torrente y lo une . Resultado: más de ocho millones de euros de recaudación en su primer fin de semana. El estreno español más taquillero de la historia. Está claro que el fenómeno Torrente es una realidad incómoda para el cine español . Mientras la Academia se llena la boca pregonando las excelencias de cintas de autor, resulta que finalmente la única que mueve al personal de sus pantallas de ordenador es una producción cafre y de dudosa intelectualidad. P

Crematorio, la hachebeonización de Canal+

Más de 20 años de historia de la televisión de pago han tenido que pasar en nuestro país para que su buque insignia, Canal+, se lance de una vez por todas a la ficción propia . La cadena comenzó su nueva andadura con un tímido paso en forma de parodia documental, una ¿Qué fue de Jorge Sanz? sin apenas repercusión, para dar ahora una enorme zancada con la serie Crematorio . La crítica la ha acogido, desde mucho antes de su estreno, con los brazos abiertos. El público, tras ver el piloto, se ha sumado a las alabanzas. ¿Opiniones constructivas o reacciones miméticas? Es como mínimo aventurado situar a Crematorio en lo más alto de la ficción española tras ver el primer episodio. La mayoría de críticos que la han encumbrado a categoría de obra maestra, con acceso a varios capítulos, han podido tener una visión más amplia de la serie. Sin embargo, los que únicamente hemos visto el piloto no contamos con los elementos suficientes para valorar la totalidad de este nuevo y ambicioso proyecto

The Damned Fincher

Mucho se ha escrito ya, y de forma bastante unánime, sobre los Oscar. Que la gala fue inaguantable, que la Academia volvió al conservadurismo, que las estrellas apenas brillaron. Son cuestiones ante las que sólo cabe estar de acuerdo . Curioso que en el año con los presentadores más jóvenes y guapos y con las candidaturas más prometedoras la ceremonia haya pasado directamente a formar parte de las más olvidables de la historia. Todo apuntaba a lo contrario. James Franco y Anne Hathaway parecían el filón imprescindible para borrar el aire un tanto casposo que desprendieron Steve Martin y Alec Baldwin el año pasado . Hasta que Franco decidió mirarnos todo el rato con cara de circunstancias (también de sustancias) mientras su esforzada compañera se limitaba a cambiar de vestuario y a imitar a Hugh Jackman, que desde el patio de butacas la compadecía con la mirada. Avatares de la gala aparte, la entrega de premios parecía algo más afortunada. Alicia en el país de las maravillas se llevab