Ir al contenido principal

La gran cinta romántica que no fue

Nunca me abandones prometía una atractiva combinación de ciencia ficción y drama romántico. Tres niños cuyo destino ha sido marcado de por vida con una sórdida intención logran conformar un triángulo amoroso plagado de ingenuidad y de inocencia. El problema es que la película juega con polos tan diametralmente opuestos de manera más aventurada que la novela original de Kazuo Ishiguro, autor de Lo que queda del día. La intriga y el romance imperaban en el libro. En cambio, la sugerente premisa de ciencia ficción se descubre tan pronto en el filme que termina eclipsando todo lo demás.
Como les ocurre a los personajes, uno no degusta el camino de la misma forma sabiendo hacia dónde conduce. La magia del libro consistía precisamente en ese futuro incierto que les espera a los internados de Hailsham, una institución de lo más estricta en la que predomina la incertidumbre. Aunque los rumores sobre donaciones aparecen desde la primera página, el autor no resuelve el misterio de forma definitiva hasta bien entrado el final de la novela. Al lector, la resolución le aparece de forma tardía y un tanto apresurada. En contra, las respuestas le llegan al espectador en tan sólo veinte minutos, condicionando en gran parte su percepción del relato.
Condiciona, digo, porque sabiendo el destino de los protagonistas no degustamos con la misma intensidad la historia de amor y de amistad que se detalla al milímetro en el libro. El guión es tan meticulosamente fiel, que sucesos destacados de la novela se convierten en meras anécdotas en la pantalla. El director no termina de profundizar en la etapa infantil, donde se fragua el misterio y el romance, el origen de lo que se podría haber convertido en un clásico del cine romántico.
Aunque los acontecimientos se suceden sin descanso, la sensación que desprende Nunca me abandones es la de que avanza a un ritmo lento, un tanto frío, sin tiempo para empatizar con la protagonista. A esto último tampoco ayuda la elección fallida de la actriz que interpreta el papel de Carey Mulligan de niña. Los sentimientos de Kathy hacia su amigo Tommy se despiertan en esa etapa y, sin embargo, la frialdad de la pequeña intérprete no permite acercarnos a ellos tal y como lo plantea Ishiguro. No es hasta bien entrado el metraje, con la aparición de un trío de ases británico inigualable, que el espectador comienza a interiorizar el dolor.
Nunca me abandones emprende el vuelo demasiado tarde, bien entrado el final del trayecto. Con Mulligan, Kathy adquiere la expresividad perdida y la llegada de otros dos valores seguros como Keira Knightley y Andrew Garfield contribuye sin duda a elevar el nivel de interés de la cinta. Aunque por el camino se han perdido matices indispensables, aunque el paso no ha sido el más acertado, con un pésimo empleo de la banda sonora, la película deja para el recuerdo varias escenas.
Una la protagoniza Sally Hawkins (Happy go lucky) cuando les explica a los alumnos de Hailsham los verdaderos motivos de su estancia en el centro. Las respuestas, como decíamos, llegan demasiado pronto pero, aún así, logran consternar. La misma sensación que provocan las imágenes que cierran Nunca me abandones. El espectador abandona la sala triste y compungido, evitando imaginar con qué estado de ánimo saldría si la película hubiese sido igual de intensa de principio a fin.

Del papel a la pantalla: Nunca me abandones, por Mark Romanek

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
tienes que ver Scott Pilgrim VS the World. Es surrealista a más no poder y algo repetitiva al final, pero creo que es de las que hay que ver y en compañía mejor, para reiros juntos.

Eso sí, en la película demuestra una vez más el protagonista, que no es que sea buen actor, es que el chiquillo debe de hacer de mismo, porque siempre actúa igual.

kyot_

Entradas populares de este blog

Los 8 momentos memorables del final de Mujeres Desesperadas

Pueden contarse con los dedos de una mano las series que han logrado cerrar la persiana sin remordimientos. Mujeres desesperadas seguramente se encuentre en ese reducido grupo de privilegiadas que alcanza el final satisfaciendo a la gran mayoría de sus seguidores , sin polémicas, sin originalidades, sin alterar, en definitiva, la esencia de una fórmula que la ha mantenido en antena durante ocho temporadas. Podrán vertirse muchas críticas sobre esta creación de Marc Cherry, gustarán más o menos algunas épocas de la serie, pero lo que no puede negársele a Mujeres desesperadas es la fidelidad a su público . La coherencia suele convertirse en la factura pendiente en producciones que, movidas por el éxito, suelen alargarse hasta el infinito, perdiendo en el camino la cordura ( Lost ) o a buena parte de su reparto original ( CSI ). Consciente de ello, Cherry decidió ponerle punto y final a su niña mimada antes de que el tiempo erosionara su identidad. La fecha escogida fue el p...

Lecciones de Mildred Pierce

Las miniseries de la HBO gozan de un destacable prestigio, casi tan importante como el de sus series, y sin embargo son unas grandes desconocidas para el público internacional. Hasta ahora. Porque desde Angels in America no veíamos tanta repercusión como la que ha tenido Mildred Pierce , una exquisita pieza de cinco episodios con un reclamo infalible: Kate Winslet . No en vano, la ganadora de un Oscar por El lector protagoniza todas y cada una de las escenas de una miniserie que, sin embargo, destaca por otros motivos además de la presencia de un valor tan seguro. Si hay algo que objetar acerca de Mildred Pierce es, sin duda, su descompensación. Los tres primeros capítulos son de cocción lenta, narrándonos los inicios de Mildred, una mujer hecha a sí misma, que se quedó prácticamente con lo puesto tras separarse de su marido y que termina levantando un imperio hostelero a base de pollo frito. Los dos últimos episodios, en cambio, saben a poco. Es cuando la narración se vuelve de gol...

Blanco o negro

La combinación de sonrisas y lágrimas con una música que estimule ambas reacciones siempre ha sido de lo más efectiva. Hay situaciones, forzadas o no, que son infalibles a la hora de estimular la sensibilidad del espectador . Y lo que hace The help (vilmente traducida aquí como Criadas y señoras ) es llevarlas al extremo, de carcajadas a llantos, sin demasiados rodeos. Que acudan a verla emocionados aquellos que se dejan llevar sin complejos por el efectismo y que rehúyan y renieguen de ella los que aborrecen los trucos de magia. Porque la película no se centra en el racismo de la América de los 60 para pasar de puntillas sobre el tema . Un conflicto lo bastante dramático, lo suficientemente injusto, como para no exprimirlo al máximo, sin tapujos, sin sutilezas. No cabe esperar de Criadas y señoras una denuncia perspicaz al estilo de Paseando a Miss Daisy . La viejecita refunfuñona es una anciana adorable en comparación con las malvadas señoras que nos presenta esta película de extre...