
Está claro que el fenómeno Torrente es una realidad incómoda para el cine español. Mientras la Academia se llena la boca pregonando las excelencias de cintas de autor, resulta que finalmente la única que mueve al personal de sus pantallas de ordenador es una producción cafre y de dudosa intelectualidad. Profunda desazón que desde luego se diluye en cuanto llegan las espectaculares ganancias económicas. Seguramente, en el discurso de los Goya del año que viene, el director de turno se vanagloriará de la buena salud de nuestro cine. Es probable que incluso lo achaque a las medidas contra la piratería.

Muchos ven en tan despreciable personaje una apología de la homofobia, xenofobia y demás fobias políticamente incorrectas. Yo veía en Torrente una lúcida parodia, una inmensa hipérbole, de los sentimientos que todavía perduran en nuestra sociedad, ocultos tras una máscara de corrección. Las reacciones del público en el cine no terminan de esclarecer este punto. Cuando Torrente se ríe de una árabe con velo o de los inmigrantes sin papeles es imposible saber si el de al lado se descojona por el desatino o por afinidad. Mejor no preguntárselo.
En todo caso, soy consciente de que la crítica social no es precisamente el objetivo de estas películas. Quizá es la excusa que me busco para evitar reconocer que lo que en el fondo me divierte de Torrente son sus salidas de tono, su homenaje al caca-culo-pedo-pis. Y con franqueza, en esta cuarta entrega el director ha echado mano del piloto automático de los cameos y se ha olvidado un poco de ese humor primitivo, un tanto vergonzante, pero que provoca la risa más instintiva.

En definitiva, Santiago Segura nos brinda una cuarta parte notoriamente mejor que la tercera (tampoco era muy complicado) pero que en nada rescata el espíritu de Torrente, el brazo tonto de la ley y su secuela en Marbella. De cara a la quinta, convendría tirar menos de amiguetes y un poco más de la tan criticada caspa original. Porque, como apuntaba el otro día Ramón de España, esta saga es la radiografía más lúcida que ha dado el cine español sobre nuestro tragicómico país.
Comentarios
jesn.
Pero bueno, para ser una cuarta entrega, hay que ver lo que aguanta el tío.
He dicho yo que lo hayas dicho¿?
:)
Eso es porque conversamos poco y claro, hay malentendidos.
jaja
Me gusta.
Ahora no encuentro la crítica de ayer de Ramón de España pero decía más o menos lo que yo (y que conste que ya la tenía redactada casi toda ayer). Decía "A riesgo de que me quiten el carnet de intelectual"! jajajaj
eres más tibio en la valoración general.