Oprah Winfrey, la diva de la televisión estadounidense, más conocida como O, esa a la que Ana Rosa Quintana intenta emular con todas sus fuerzas, se ha convertido no sólo ya en una influenciable comentarista cinematográfica sino también en toda una empresaria del ramo a través de su productora Harpo. Desde la comodidad que conlleva ser una de las mujeres más poderosas del planeta, la presentadora siente una especial predilección por las causas benéficas, situándose en esa difusa frontera entre la solidaridad y el amarillismo.
Su última propuesta, Precious, ha logrado enternecer a buena parte de la crítica y, lo más importante, se ha situado en la lista de las diez nominadas a mejor película de la Academia de Hollywood. Toda una hazaña en la que seguro ha tenido que ver el poderosísimo altavoz que supone The Oprah Winfrey Show, programa con casi 25 años de historia y que en 2011 verá su final. Y es que todo lo que aparece en el espacio televisivo de esta presentadora transformada en deidad se convierte de inmediato en superventas. Desde luego, una película de producción propia no habrá sido la excepción.
Precious bien podría ser uno de los muchos testimonios del programa de Winfrey, en el que, tal como aplica a rajatabla su aprendiz española Ana Rosa, las historias humanas no son más que auténticos dramas en los que escarbar. En la película, como en este tipo de espacios, se hurga hasta el fondo en la herida. Todo se muestra, nada se omite. Y al espectador no le queda otro remedio que asistir al espectáculo lacrimal con el corazón encogido.
Precious es una adolescente negra, obesa y embarazada de su segundo hijo. El primer retoño es una niña con síndrome de Down a la que llaman Mongo y ambos son fruto de las reiteradas violaciones de su padre. En casa, su madre la humilla, la amenaza con sartenes y le lanza televisores. En clase, sus compañeros la humillan, la llaman foca y la empujan al suelo. Todo un drama desesperanzador que convierte a El color púrpura, la primera incursión cinematográfica de O, en una comedia romántica al uso.
Winfrey ha encontrado en la novela Push de Sapphire su historia ideal. Con el pretexto de la denuncia social, el mismo que suelen utilizar con las mujeres maltratadas, se adentra de lleno en las miserias humanas, convirtiendo a las víctimas en una mera atracción dramática. Por si no se apreciara suficiente su sello personal, la presentadora incluso tiene la desfachatez de nombrarse a sí misma en boca de la protagonista, que proclama su consejo como si de una líder espiritual se tratara.
La gran baza de este telefilme de sobremesa venido a más se encuentra, sin duda alguna, en el reparto. Sorprende que una desconocida clienta del McDonald’s pueda asumir un papel protagonista tan amargo como lo lleva a cabo Gabourey Sidibe, de la misma forma que llama la atención el irreconocible rostro de una Mariah Carey sin maquillar. Pero lo que verdaderamente eriza la piel es la impresionante actuación de Mo’nique. Los diálogos de esta madre repulsiva son el único momento en el que se agradece el sensacionalismo que derrocha Precious. Sólo una actriz de este calibre, la gran merecedora del Oscar a la mejor interpretación secundaria, podría rezumar credibilidad con un guión de telenovela del que sólo cabría esperar sobreactuación.
Su última propuesta, Precious, ha logrado enternecer a buena parte de la crítica y, lo más importante, se ha situado en la lista de las diez nominadas a mejor película de la Academia de Hollywood. Toda una hazaña en la que seguro ha tenido que ver el poderosísimo altavoz que supone The Oprah Winfrey Show, programa con casi 25 años de historia y que en 2011 verá su final. Y es que todo lo que aparece en el espacio televisivo de esta presentadora transformada en deidad se convierte de inmediato en superventas. Desde luego, una película de producción propia no habrá sido la excepción.
Precious bien podría ser uno de los muchos testimonios del programa de Winfrey, en el que, tal como aplica a rajatabla su aprendiz española Ana Rosa, las historias humanas no son más que auténticos dramas en los que escarbar. En la película, como en este tipo de espacios, se hurga hasta el fondo en la herida. Todo se muestra, nada se omite. Y al espectador no le queda otro remedio que asistir al espectáculo lacrimal con el corazón encogido.
Precious es una adolescente negra, obesa y embarazada de su segundo hijo. El primer retoño es una niña con síndrome de Down a la que llaman Mongo y ambos son fruto de las reiteradas violaciones de su padre. En casa, su madre la humilla, la amenaza con sartenes y le lanza televisores. En clase, sus compañeros la humillan, la llaman foca y la empujan al suelo. Todo un drama desesperanzador que convierte a El color púrpura, la primera incursión cinematográfica de O, en una comedia romántica al uso.
Winfrey ha encontrado en la novela Push de Sapphire su historia ideal. Con el pretexto de la denuncia social, el mismo que suelen utilizar con las mujeres maltratadas, se adentra de lleno en las miserias humanas, convirtiendo a las víctimas en una mera atracción dramática. Por si no se apreciara suficiente su sello personal, la presentadora incluso tiene la desfachatez de nombrarse a sí misma en boca de la protagonista, que proclama su consejo como si de una líder espiritual se tratara.
La gran baza de este telefilme de sobremesa venido a más se encuentra, sin duda alguna, en el reparto. Sorprende que una desconocida clienta del McDonald’s pueda asumir un papel protagonista tan amargo como lo lleva a cabo Gabourey Sidibe, de la misma forma que llama la atención el irreconocible rostro de una Mariah Carey sin maquillar. Pero lo que verdaderamente eriza la piel es la impresionante actuación de Mo’nique. Los diálogos de esta madre repulsiva son el único momento en el que se agradece el sensacionalismo que derrocha Precious. Sólo una actriz de este calibre, la gran merecedora del Oscar a la mejor interpretación secundaria, podría rezumar credibilidad con un guión de telenovela del que sólo cabría esperar sobreactuación.
Comentarios
En serio, me gusta mucho cómo lo has explicado.
Enhorabuena.
Aún así estoy seguro de que veré la peli, pero no será en el cine... jajjaja
Y quería denunciar también el doblaje patético de la protagonista, una tiarrona seguramente con voz de camionero y a la que le han puesto una vocecilla de retrasada que no le pega nada. Desmerece un montón la actuación de la chica, que yo creo que lo hace genial.
Aún así si una peli no me gusta NADA (véase Avatar) también soy irracional del todo..
Podriamos debatir con una especide 'A favor' y 'En contra' al puro estilo Fotogramas sobre Avatar!!
:D
Mo´nique se llevará la estatuilla, no cabe ninguna duda
Por cierto, no vas a comentar up in the air??
Up in the air la tengo pendiente... No doy abasto!