Pasé por alto su denostada versión de El planeta de los
simios, más que nada porque la suplió a continuación con una obra maestra, Big fish. Preferí ahorrarme las comparaciones odiosas con La novia cadáver.
Su incursión musical en Sweeney Todd me hizo girar la vista hacia otro lado.
Me armé de paciencia con Alicia en el país de las maravillas y casi la pierdo
con Sombras tenebrosas. Pero la espera ha terminado. Tim Burton, señoras y
señores, ha vuelto.
Pueden acudir al cine sin el temor de los últimos tiempos.
El creador de Bitelchús, de Eduardo Manostijeras, de Pesadilla antes de
Navidad se ha reencontrado por fin consigo mismo, confundido como estaba al
cobijo de la factoría Disney. Ha tenido que viajar al pasado y rescatar un
viejo corto para redescubrir el talento y la mágica sordidez que cautivó a
millones de fans. Los mismos que durante todo este tiempo han ido trampeando
como han podido los sucesivos resbalones del artista.
Anoche, unos cuantos centenares de ellos acudían a la premiere
de Frankenweenie en el Festival de Sitges con más resignación que ilusión, eso
sí, sin perder en ningún momento la esperanza. Pocos directores aglutinan a
seguidores acérrimos con semejante perseverancia. Woody Allen es quizá otro
buen ejemplo. Y como ocurriera el año pasado con el famoso neoyorquino, anoche
los fans de Burton se encontraron con su Midnight in Paris particular. Con el
ídolo resurgido.
La historia de este perrito resucitado por fin contiene algo
más que un planteamiento original. No se desinfla a medida que avanza el
metraje ni descuida en ningún momento los pequeños detalles. Era quizá lo que
más echábamos de menos en los últimos proyectos de Burton, que comenzaban
cautivando y terminaban en bostezo. El sentido del humor es otra de las
virtudes que el director ha sabido reconquistar. Y es que por fin hemos logrado
pasar de la media sonrisa a la ansiada carcajada.
El particular imaginario de Burton regresa con fuerza, sobre
todo gracias a unos personajes desternillantes que representan a la perfección
las obsesiones del artista. La vecina gótica, el profesor ruso de ciencias, el
clon de Frankenstein, la alumna rubia de mirada penetrante. Su sola presencia
ya despierta la risotada. Si a ellos les sumamos el gato Bigotitos y la perra
Perséfone, el llanto está asegurado. Son el tipo de caricatura que sólo el cine
de animación puede lograr.
Pero si las situaciones disparatadas de esta versión canina
de Frankenstein no son motivo suficiente para disfrutar del filme, también
puede encontrársele a la cinta, si uno quiere, lecturas más serias. La película
puede ser una reflexión sobre los límites de la ciencia o una dura crítica al
amodorramiento social (impagable el discurso del profesor Rzykruski ante la
asociación de padres). Pero lo que sin duda supone Frankenweenie es el
retorno del Tim Burton más fresco, subversivo y original. La reconciliación del
director con un público que sigue negándose a crecer.
Comentarios
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JESN / LARRYJR
A pesar de que sí es cierto que me han vuelto gratos recuerdos a Pesadilla y La novia cadáver, con esta peli tuve una sensación de que el chicle se está alargando hasta un punto exagerado.
Los últimos minutos de no me aportaron mucho y se desperdicia la oportunidad de un final memorable tipo 'niños, la vida se acaba y las mascotas se mueren'.
como va??
jesn/larryjr2
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