¿Alguna vez te has arrepentido de tus actos? ¿Has llegado a pensar qué hubiera sido de tu vida si en un determinado instante hubieras optado por otro camino? En el poder de las decisiones ha querido centrar el director belga Jaco van Dormael su última película. Un tema, el del destino, explotado en infinidad de ocasiones en el cine, desde aquella Dos vidas en un instante de Gwyneth Paltrow hasta Corre, Lola, corre, pasando por la más directamente relacionada con Mr. Nobody, El efecto mariposa.
¿Qué hay de nuevo entonces? Es evidente que la manipulación del espacio temporal es como una golosina para guionistas, permite jugar sin límites con el espectador. Confusión, sorpresa, giros inesperados. Elementos muy efectistas para meterse al público en el bolsillo. Además, la frontera entre el destino y el libre albedrío, entre las casualidades y nuestras elecciones, es algo que todos nos hemos planteado alguna vez en la vida. ¿Qué hubiera sido de mí si…?
Nemo Nobody tiene la capacidad de saberlo. Desde el momento en que sus padres se separan y lo obligan a elegir, en una sucesión de preciosas escenas en una estación de tren, su vida discurre por derroteros bien distintos. Si elige al padre, terminará intimando con Elise, siempre y cuando no tome una decisión alternativa por el camino. Si elige a la madre, se verá abocado a protagonizar una historia de amor antológica junto a Anna.
Es impresionante la capacidad del director para hacernos saltar de una realidad a otra, provocando un aturdimiento de lo más placentero. Y es que el gran acierto de la película lo encontramos precisamente en el montaje, elaboradísimo, complejo, impresionante, al más puro estilo Amélie pero sin el regusto infantil que por momentos desprende la cinta de Jeunet.
Planos bellísimos, como el del salto en trampolín o el de la piel erizándose mientras los protagonistas hacen el amor, se acompañan de una banda sonora muy bien escogida. Los siete años que el director ha invertido en esta película se aprecian en cada detalle, cuidados con mimo para ofrecer una experiencia distinta y de lo más gratificante. Etiquetada en el género de la ciencia ficción por razones obvias (Nobody, además, aparece en pleno año 2092), la película es sobre todo puro romanticismo, un drama intenso de enorme sensibilidad.
La carga dramática la mantienen por todo lo alto el trío de actores protagonista. Jared Leto demuestra una vez más que el destierro al que lo tiene sometido la industria de Hollywood es del todo injustificado. Diane Kruger, por su parte, deja patente que tras su belleza se esconde un talento igualmente innegable, mientras que Sarah Polley se reserva el papel más desgarrador y una de las mejores escenas del filme, la de la mujer que, tan cegada por el amor, no es capaz de vislumbrarlo ante sus narices.
Mr. Nobody es todo un reto para el espectador, no porque resulte demasiado compleja de entender, sino porque requiere el esfuerzo de superar la confusión de los minutos iniciales y el final abierto a múltiples interpretaciones (nada más comenzar, varias personas abandonaron la sala, mientras otras tantas rompieron en aplausos al terminar la cinta). Su desenlace es el punto más cuestionable del filme. Quizá no hacía falta entrar en demasiadas explicaciones. El placer ya lo proporcionan la atracción de sus imágenes y lo atractivo de su planteamiento. Motivos más que suficientes para incluirla en la lista de obras maestras inesperadas.
¿Qué hay de nuevo entonces? Es evidente que la manipulación del espacio temporal es como una golosina para guionistas, permite jugar sin límites con el espectador. Confusión, sorpresa, giros inesperados. Elementos muy efectistas para meterse al público en el bolsillo. Además, la frontera entre el destino y el libre albedrío, entre las casualidades y nuestras elecciones, es algo que todos nos hemos planteado alguna vez en la vida. ¿Qué hubiera sido de mí si…?
Nemo Nobody tiene la capacidad de saberlo. Desde el momento en que sus padres se separan y lo obligan a elegir, en una sucesión de preciosas escenas en una estación de tren, su vida discurre por derroteros bien distintos. Si elige al padre, terminará intimando con Elise, siempre y cuando no tome una decisión alternativa por el camino. Si elige a la madre, se verá abocado a protagonizar una historia de amor antológica junto a Anna.
Es impresionante la capacidad del director para hacernos saltar de una realidad a otra, provocando un aturdimiento de lo más placentero. Y es que el gran acierto de la película lo encontramos precisamente en el montaje, elaboradísimo, complejo, impresionante, al más puro estilo Amélie pero sin el regusto infantil que por momentos desprende la cinta de Jeunet.
Planos bellísimos, como el del salto en trampolín o el de la piel erizándose mientras los protagonistas hacen el amor, se acompañan de una banda sonora muy bien escogida. Los siete años que el director ha invertido en esta película se aprecian en cada detalle, cuidados con mimo para ofrecer una experiencia distinta y de lo más gratificante. Etiquetada en el género de la ciencia ficción por razones obvias (Nobody, además, aparece en pleno año 2092), la película es sobre todo puro romanticismo, un drama intenso de enorme sensibilidad.
La carga dramática la mantienen por todo lo alto el trío de actores protagonista. Jared Leto demuestra una vez más que el destierro al que lo tiene sometido la industria de Hollywood es del todo injustificado. Diane Kruger, por su parte, deja patente que tras su belleza se esconde un talento igualmente innegable, mientras que Sarah Polley se reserva el papel más desgarrador y una de las mejores escenas del filme, la de la mujer que, tan cegada por el amor, no es capaz de vislumbrarlo ante sus narices.
Mr. Nobody es todo un reto para el espectador, no porque resulte demasiado compleja de entender, sino porque requiere el esfuerzo de superar la confusión de los minutos iniciales y el final abierto a múltiples interpretaciones (nada más comenzar, varias personas abandonaron la sala, mientras otras tantas rompieron en aplausos al terminar la cinta). Su desenlace es el punto más cuestionable del filme. Quizá no hacía falta entrar en demasiadas explicaciones. El placer ya lo proporcionan la atracción de sus imágenes y lo atractivo de su planteamiento. Motivos más que suficientes para incluirla en la lista de obras maestras inesperadas.
Comentarios
Yo flipé, porque salieron como cuatro matrimonios a los cinco minutos de empezar la película. Yo creo que nunca he dejado una peli a medias en el cine... En casa, alguna vez.
Vamos, irme del cine, impensable! aunque sea me duermo, qué para eso he pagado! jajaja
ufff, se me ha olvidado comentar mogollón de cosas. Los títulos iniciales de la peli ya son geniales, con una paloma de protagonista. Y luego hay como unas explicaciones científicas de Jared Leto por medio que también están genial. La peli es francesa/belga/canadiense y no lo parece para nada!