Difícil va a ser que Juego de tronos se quite de encima el lastre de seguir la estela de El señor de los anillos. Aquellos que no conozcan a fondo la historia de George R.R. Martin y que se hayan dejado guiar por las promociones de la HBO encontrarán no pocas similitudes con la saga de Tolkien: un mundo ficticio, plagado de personajes, con la ambición y el poder como objetivos y con una legión de seguidores, algunos que rozan el fanatismo, por todo el planeta. Por si fuera poco, la impresionante cabecera de la serie, con circunferencias doradas y caracteres grabados en fuego, homenajean en cierta forma a la adaptación cinematográfica de Peter Jackson.
Por suerte, una vez visto el piloto, la serie no busca abrir al gran público las novelas de Martin a golpe de imitaciones o de trucos que garantizarían una acogida masiva. El objetivo de esta producción sin precedentes en la HBO es la máxima fidelidad al libro y, sin duda, los primeros que caerán rendidos a los pies de la serie son sus esforzados lectores, aquellos que han devorado miles de páginas y asimilado decenas de nombres sin apenas titubear. El reto de Juego de tronos consiste ahora en picar el gusanillo del resto de mortales, conseguir que olviden los prejuicios que la mayoría albergamos sobre las novelas fantásticas.
La escena de apertura del piloto no es quizá la mejor forma. Reproducción meticulosa del libro, arranca con una visión panorámica del Muro, la gran barrera de hielo que separa los Siete Reinos de un bosque plagado de seres fantasmagóricos. Es, sin duda, una introducción soberbia, que por fin nos plasma en imágenes y para gran satisfacción, uno de los elementos cuya adaptación despertaba más incógnitas. Pero también puede ser un motivo de rechazo para recién llegados con fobia a la fantasía. Rogamos paciencia. Sólo hace falta ir más allá de los títulos de crédito para darse cuenta que el inicio no es representativo del argumento de Juego de tronos.
Una de las grandes bazas de las novelas de Martin, y que la serie ha sabido encarnar de manera admirable, la encontramos en los personajes, que nada tienen de fantástico. Sus deseos y ambiciones, tan terrenales como las de cualquier humano, son el grueso de esta gran historia de tintes caballerescos. Aunque estemos ante un mundo de ficción, repleto de nombres impronunciables, el eje central de Juego de tronos es la lucha por el poder. Y sus ingredientes no son la magia o la fantasía, sino la intriga y el misterio, mucho más capaces de sorprender que los efectos especiales.
Esta primera toma de contacto con la serie ha servido, sobre todo, para familiarizarnos con sus protagonistas que, sin duda, vivirán una profunda evolución a lo largo de la trama. Aunque Eddard Stark y su bastardo Jon Nieve se erijan en héroes de la historia y la casa Lannister en su antítesis, no hay que esperar de esta producción un límite claro entre el bien y el mal. En esta historia es cuanto menos aventurado predecir el destino de los personajes.
Pero si para algo ha servido el piloto de Juego de tronos es para confirmar la impecable factura de la serie y, sobre todo, para calmar los ánimos de los escépticos. Se nota la mano del autor de la saga tras las cámaras porque en pocas ocasiones hemos podido ser testigos de una adaptación tan fidedigna como la que nos ha ofrecido la HBO. Y eso sólo puede significar una cosa: la serie será apasionante.
Por suerte, una vez visto el piloto, la serie no busca abrir al gran público las novelas de Martin a golpe de imitaciones o de trucos que garantizarían una acogida masiva. El objetivo de esta producción sin precedentes en la HBO es la máxima fidelidad al libro y, sin duda, los primeros que caerán rendidos a los pies de la serie son sus esforzados lectores, aquellos que han devorado miles de páginas y asimilado decenas de nombres sin apenas titubear. El reto de Juego de tronos consiste ahora en picar el gusanillo del resto de mortales, conseguir que olviden los prejuicios que la mayoría albergamos sobre las novelas fantásticas.
La escena de apertura del piloto no es quizá la mejor forma. Reproducción meticulosa del libro, arranca con una visión panorámica del Muro, la gran barrera de hielo que separa los Siete Reinos de un bosque plagado de seres fantasmagóricos. Es, sin duda, una introducción soberbia, que por fin nos plasma en imágenes y para gran satisfacción, uno de los elementos cuya adaptación despertaba más incógnitas. Pero también puede ser un motivo de rechazo para recién llegados con fobia a la fantasía. Rogamos paciencia. Sólo hace falta ir más allá de los títulos de crédito para darse cuenta que el inicio no es representativo del argumento de Juego de tronos.
Una de las grandes bazas de las novelas de Martin, y que la serie ha sabido encarnar de manera admirable, la encontramos en los personajes, que nada tienen de fantástico. Sus deseos y ambiciones, tan terrenales como las de cualquier humano, son el grueso de esta gran historia de tintes caballerescos. Aunque estemos ante un mundo de ficción, repleto de nombres impronunciables, el eje central de Juego de tronos es la lucha por el poder. Y sus ingredientes no son la magia o la fantasía, sino la intriga y el misterio, mucho más capaces de sorprender que los efectos especiales.
Esta primera toma de contacto con la serie ha servido, sobre todo, para familiarizarnos con sus protagonistas que, sin duda, vivirán una profunda evolución a lo largo de la trama. Aunque Eddard Stark y su bastardo Jon Nieve se erijan en héroes de la historia y la casa Lannister en su antítesis, no hay que esperar de esta producción un límite claro entre el bien y el mal. En esta historia es cuanto menos aventurado predecir el destino de los personajes.
Pero si para algo ha servido el piloto de Juego de tronos es para confirmar la impecable factura de la serie y, sobre todo, para calmar los ánimos de los escépticos. Se nota la mano del autor de la saga tras las cámaras porque en pocas ocasiones hemos podido ser testigos de una adaptación tan fidedigna como la que nos ha ofrecido la HBO. Y eso sólo puede significar una cosa: la serie será apasionante.
Comentarios
:)
JAJAJAJAJA.
y doy fe q los pasajes son casi calcados al libro, es una gozada ver esas imágenes^^
Has visto ya el segundo capítulo. Ahí se demuestra todavía más que hasta los buenos tienen algo que esconder. Me gustó casi más que el primero!