Ir al contenido principal

ESPECIAL SITGES 2010: Los ojos de Julia

Desde aquí, deseo mejor suerte a Los ojos de julia en su estreno oficial de la que tuvo anoche durante su presentación en la gala inaugural del Festival de Sitges. Tras un prometedor arranque, con el espectador ya inmerso en la trama, la proyección sufrió un fallo técnico a los quince minutos del inicio. Momento ‘tierra trágame’ para los organizadores del certamen, que tuvieron que contemplar cómo Belén Rueda les sacaba las castañas del fuego, subiendo al escenario, dando la cara y pidiendo disculpas. Un gesto que ya dice bastante a favor de la profesionalidad de la actriz fuera de cámara.
Porque de su trabajo en la ficción apenas hay nada que objetar. Belén Rueda en Los ojos de Julia está soberbia, llevando todo el peso de una película que le cede todo el protagonismo, y además por partida doble. Si la intérprete ya nos convence en la piel de Julia, encarnando a su hermana Sara en el arranque del filme nos deja con los pelos de punta y la boca abierta. Sin duda, su apuesta por el cine de terror y por los jóvenes talentos la está catapultando a lo más alto del cine patrio.
Guillem Morales, por su parte, hizo mal anoche en restar mérito a su ópera prima, El habitante incierto. Una obra de culto, que nadie ha visto y que nadie entendió, “ni siquiera yo”, manifestó durante la presentación. Pues bien, aunque su primer filme pasara desapercibido por la taquilla, sin duda es muy recomendable su visionado para comprobar que entre su debut y Los ojos de Julia existen muchas similitudes, configurándole al director, ya de tan joven, un sello personal dentro del género.
La principal baza de ambos filmes la encontramos en el clima que ha sabido crear Morales, en el que todo está meticulosamente estudiado para inquietar al espectador, para influirle una desesperación incontenible por conocer el final. En pocas películas la necesidad de resolver el misterio se vuelve tan imprescindible. Y si en El habitante incierto nos urgía conocer la identidad del misterioso huésped que aterraba la existencia del protagonista, en esta ocasión nos mordemos las uñas por saber quién causó el suicidio de la hermana ciega de Julia.
El director juega con la ceguera, no sólo física sino también social, para ofrecernos tres secuencias que, desde luego, perdurarán en nuestra retina. La primera tiene lugar en un vestuario, con cuatro ciegas conversando desnudas mientras una presencia las espía. Más adelante, un plano subjetivo nos adentra en la percepción de alguien que se cree invisible, que pasa desapercibido para todo el mundo. Y por último, un conjunto de flashes que convierten la típica escena violenta final en toda una obra maestra.
Son ejercicios de este tipo, dotados de ingenio y originalidad, los que aportan el plus necesario a Los ojos de Julia, porque en el desarrollo y, sobre todo, el desenlace del filme, se producen una serie de retrocesos. Puede que en El habitante incierto no se entendiera la resolución de la trama, pero la gran experiencia del filme recaía precisamente en el crescendo del misterio sin resolver. En esta segunda obra, en cambio, la historia se ralentiza por momentos y desemboca en un final que se resuelve demasiado pronto y que, para colmo, viene acompañado de un epílogo demasiado ñoño.
Aún así, son males menores que no desmerecen la globalidad de una cinta que nos depara excelentes momentos. Las comparaciones inevitables con El orfanato, con la que Los ojos de Julia comparte desde la producción hasta los compositores de la banda sonora, se saldan de forma inevitable a favor del debut de Juan Antonio Bayona. Pero desde luego, Guillermo del Toro nos demuestra que tiene buen ojo para elegir a discípulos y que su tocayo Morales es un director al que conviene seguir la pista.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Los 8 momentos memorables del final de Mujeres Desesperadas

Pueden contarse con los dedos de una mano las series que han logrado cerrar la persiana sin remordimientos. Mujeres desesperadas seguramente se encuentre en ese reducido grupo de privilegiadas que alcanza el final satisfaciendo a la gran mayoría de sus seguidores , sin polémicas, sin originalidades, sin alterar, en definitiva, la esencia de una fórmula que la ha mantenido en antena durante ocho temporadas. Podrán vertirse muchas críticas sobre esta creación de Marc Cherry, gustarán más o menos algunas épocas de la serie, pero lo que no puede negársele a Mujeres desesperadas es la fidelidad a su público . La coherencia suele convertirse en la factura pendiente en producciones que, movidas por el éxito, suelen alargarse hasta el infinito, perdiendo en el camino la cordura ( Lost ) o a buena parte de su reparto original ( CSI ). Consciente de ello, Cherry decidió ponerle punto y final a su niña mimada antes de que el tiempo erosionara su identidad. La fecha escogida fue el p

Follar no es un placer

De sobras es conocido que esta película va sobre un adicto al sexo. Y que la protagoniza un Michael Fassbender sin reparos a la hora de mostrar su miembro. Así que pasen y vean en primer lugar aquellos y aquellas deseosos de comprobar su portento . Porque lo tiene. No tendrán que esperar ni cinco minutos para visionarlo. La película incluso reserva una escena para los amantes del pissing , ese subgénero pornográfico especializado en micciones. Es probable que las hormonas desbocadas vean saciadas sus expectativas. Si ese es el único aliciente para ver Shame desde luego no aguanten más de quince minutos, porque su objetivo no es poner cachonda a la platea. El filme va sobre el sexo y el dolor y no, no trata precisamente sobre el hardcore . El sufrimiento es menos físico y desde luego menos placentero. Brandon, el protagonista, vive sometido a una esclavitud diaria. Parece que los días, y sobre todo sus noches, no encuentren sentido sin una descarga sexual. Aprovecha los descansos de su

THE BRUTALIST | Una obra diseñada para perdurar

Como ocurre con la arquitectura, hay proyectos cinematográficos que nacen con la voluntad de trascender, de perdurar en el tiempo contra viento y marea. Seguro que es lo que se planteó Brady Corbet cuando consiguió financiación para una obra titánica, gigante y desbordante, que solo vislumbraríamos en manos de directores consagrados como Scorsese o Spielberg. Sin embargo, con un presupuesto mucho más modesto del que manejan estos mandamases de Hollywood, con menos de diez millones de dólares, el joven cineasta, de apenas 36 años, levanta un filme mastodóntico, una obra maestra que lo consagra ya como uno de los grandes en la industria del cine.  Corbet es tan visionario como el protagonista de su filme. Tenía en mente una cinta ambiciosa y la consigue materializar a la contra, con una duración cercana a las cuatro horas, en formato 70 mm, y con una temática, la arquitectura, discriminada por el séptimo arte. Y visto el resultado parece impensable. Pocos elementos tan cinematográficos