La CBS anunciaba hace unos días la incorporación de dos personajes gays a sus series porque, al parecer, una asociación había denunciado que las otras cadenas norteamericanas le tomaban la delantera en cuanto a cuota homosexual. Pues bien, en el país donde las tramas sarasas se insertan con calzador para explotar una porción de mercado, donde subsistieron en canales de pago Queer as folk o The L Word, resulta que aún no se ha podido estrenar una película como Phillip Morris ¡Te quiero!. Contradicciones de la llamada doble moral estadounidense.
El caso es que el filme dirigido por los debutantes Glenn Ficarra y John Requa apenas ofenderá a los guardianes de las buenas costumbres. Cosas peores se han visto y sacrilegios mayores se cometieron al premiarlas, como es el caso de Brokeback mountain. Ni pichas ni culos ni penetraciones que puedan herir las sensibilidades más susceptibles. Y sin embargo, la cinta se ha topado con la censura después de haberse presentado con éxito en el festival de Sundance. Desde entonces, no hay dios que se atreva a estrenarla.
¿Será porque ‘chupar’ y ‘polla’ aparecen en la misma frase? ¿O porque ver a Jim Carrey haciendo de mariquita es un trauma difícil de asimilar? Polémicas incomprensibles aparte, Phillip Morris ¡Te quiero! nos cuenta la historia real de Steven Russell, un estafador que logró tomar el pelo a varias compañías falsificando sus currículums de abogado y contable, entre otras tantas hazañas, y que todavía permanece en prisión con cadena perpetua. ¿El motivo de las estafas? Impresionar a sus conquistas, todas ellas masculinas. Hasta que un buen día encuentra en prisión al hombre que cuestionará sus métodos para encandilar.
El gran problema de Phillip Morris ¡Te quiero! es su trastorno de personalidad. La película es a las claras una comedia pero le encantaría lograr el tono dramático de una gran historia de amor. La elección de Jim Carrey como protagonista, sin duda, no contribuye a alcanzar la mezcla, puesto que sus gestos y muecas vuelven a hacer acto de presencia tras años de letargo. Pero que no cunda el pánico. Su histrionismo aquí es de carácter leve, muy alejado de los brotes psicóticos que desprendía en La máscara o Ace ventura.
Aún así, el tímido retorno de Carrey al pasado le obstaculiza a la película cualquier posibilidad de tomarse en serio. Pero no toda la culpa es del actor. El guión pega brincos casi suicidas entre las escenas de comedia, como en la que el protagonista se presenta ante su madre biológica, y los momentos que podrían suponer excelentes clímax dramáticos. El inicio del romance carcelario entre Phillip Morris y Steven Russell, por ejemplo, pondría los pelos de punta en determinados momentos si no fuera porque a continuación podría aparecer otro giro cómico que enjugara las lágrimas de golpe. El espectador no sabe a qué atenerse.
Pero si en el casting encontrábamos uno de los errores del filme, también en ese apartado se encuentra su principal acierto. Ewan McGregor, el mencionado Phillip Morris, da una lección de interpretación a la altura de la que Sean Penn llevó a cabo en Milk. La capacidad de este actor para la polivalencia, tan pronto despunta en la piel de un yonqui en Trainspotting como canta de manera angelical en Moulin Rouge, le permiten a uno exclamar bien alto, sin miedo a ser censurado en los Estados Unidos, ¡Te quiero Ewan McGregor!
El caso es que el filme dirigido por los debutantes Glenn Ficarra y John Requa apenas ofenderá a los guardianes de las buenas costumbres. Cosas peores se han visto y sacrilegios mayores se cometieron al premiarlas, como es el caso de Brokeback mountain. Ni pichas ni culos ni penetraciones que puedan herir las sensibilidades más susceptibles. Y sin embargo, la cinta se ha topado con la censura después de haberse presentado con éxito en el festival de Sundance. Desde entonces, no hay dios que se atreva a estrenarla.
¿Será porque ‘chupar’ y ‘polla’ aparecen en la misma frase? ¿O porque ver a Jim Carrey haciendo de mariquita es un trauma difícil de asimilar? Polémicas incomprensibles aparte, Phillip Morris ¡Te quiero! nos cuenta la historia real de Steven Russell, un estafador que logró tomar el pelo a varias compañías falsificando sus currículums de abogado y contable, entre otras tantas hazañas, y que todavía permanece en prisión con cadena perpetua. ¿El motivo de las estafas? Impresionar a sus conquistas, todas ellas masculinas. Hasta que un buen día encuentra en prisión al hombre que cuestionará sus métodos para encandilar.
El gran problema de Phillip Morris ¡Te quiero! es su trastorno de personalidad. La película es a las claras una comedia pero le encantaría lograr el tono dramático de una gran historia de amor. La elección de Jim Carrey como protagonista, sin duda, no contribuye a alcanzar la mezcla, puesto que sus gestos y muecas vuelven a hacer acto de presencia tras años de letargo. Pero que no cunda el pánico. Su histrionismo aquí es de carácter leve, muy alejado de los brotes psicóticos que desprendía en La máscara o Ace ventura.
Aún así, el tímido retorno de Carrey al pasado le obstaculiza a la película cualquier posibilidad de tomarse en serio. Pero no toda la culpa es del actor. El guión pega brincos casi suicidas entre las escenas de comedia, como en la que el protagonista se presenta ante su madre biológica, y los momentos que podrían suponer excelentes clímax dramáticos. El inicio del romance carcelario entre Phillip Morris y Steven Russell, por ejemplo, pondría los pelos de punta en determinados momentos si no fuera porque a continuación podría aparecer otro giro cómico que enjugara las lágrimas de golpe. El espectador no sabe a qué atenerse.
Pero si en el casting encontrábamos uno de los errores del filme, también en ese apartado se encuentra su principal acierto. Ewan McGregor, el mencionado Phillip Morris, da una lección de interpretación a la altura de la que Sean Penn llevó a cabo en Milk. La capacidad de este actor para la polivalencia, tan pronto despunta en la piel de un yonqui en Trainspotting como canta de manera angelical en Moulin Rouge, le permiten a uno exclamar bien alto, sin miedo a ser censurado en los Estados Unidos, ¡Te quiero Ewan McGregor!
Comentarios
En el amor por este actor, en la referencia a Milk, en el desconcierto por Jim Carrey.
No he visto la peli, no pensaba verla (es que el cartel promocional no me sugiere gran cosa, eh)... y ahora la tendré en cuenta... antes que alguna de esas de Leo... jeje.
Decídete, o amas a Dicaprio o amas a McGregor... no seas acaparador, tienes que decantarte.
Tienes toda la razón. No podía ser más cutre el cartel!! Ese amarillo, por dios!! No tenían mucha fe en la peli, la verdad...
Donde te habías metido?
Ni que decir tiene que yo me quedo con Ewan muuucho antes que con Leo.
Vacaciones caóticas? pues ya sois dos! Porque jesn tampoco es que haya vuelto muy entusiasmado!
Y yo soy de Ewan porque soy chico de un solo hombre, no como tú... buscón!! jajaja
Pero serán tres semanas de mono!
Con eso calmarás el mono ;)
Probaré a calmar esa ansiedad con nuevos e inesperados posts en el blog. Pero me costará, eh. XD
Eso sí, no avances mucho en Fringe, que me quedo solo!!!
Posts míos o tuyos?? Ya vas a poner en marcha el blog?? En breve habrá alguna sorpresilla...
¡¡No llevo nada bien las intrigas!!
Hoy me he propuesto ver 2 capítulos,... pero al ritmo que vas.. madre mía!! Aceleraré el tema...
Ya lo sé.
Que has fichado por Vertele.
Se veía venir.
No soy el único al que le pirran las intrigas! Déjame pensar...
Ya os desvelo yo la sopa de ajo: el asunto de que ha sido censurada no cuela. Una película de Jim Carrey vale mucha pasta como para paralizar su estreno por una tontería así en el país del porno duro.
¿Por qué tanta gente quiere ver ahora esa película? Pues porque "ha sido censurada" xD ¡Que no sabéis de marketing, salaos! :-P