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ESPECIAL ZINEMALDIA 2015 - Desde allá

Con la seguridad que otorga haberse convertido en la flamante ganadora del León de Oro del último Festival de Venecia, Lorenzo Vigas y parte del equipo de Desde allá presentaban escasos días después su ópera prima en el certamen de San Sebastián. Lo hacían con humildad y con sumo respeto hacia su público, con el que pudieron compartir impresiones una vez finalizada la proyección. En ese interesante ejercicio, el director expresó su lectura de la obra pero agradeció, e incluso dio por válidas, las lecturas de otros espectadores, algunas tanto o más sugerentes que la propia versión oficial.

¿Qué pasa por la mente de esos abuelos que se masturban en urinarios públicos? ¿Qué clase de perversión masoquista les lleva a exponerse abiertamente sin obtener en la mayoría de casos más respuesta que las miradas de desaprobación? Algo parecido le ocurre al protagonista de Desde allá, un hombre mayor que sólo se excita a golpe de billetera, comprando a chicos de la calle para que le muestren sus cuerpos desnudos, jugándose el pellejo por un breve instante de placer. La película sugiere que todo surge de un trauma infantil que sufrió con el padre, pero patina un poco más a la hora de narrar la trama principal, su historia de amor imposible con un adolescente pandillero y heterosexual.

Era complicado fundamentar esta relación entre dos seres antagónicos, un sexagenario que regenta una tienda de prótesis dentales y un joven que sobrevive por las calles de Caracas trapicheando con sus amigos. Vigas podría haberlo hecho mostrándonos su soledad en un entorno hostil, en el que de repente aparece un hombre que se preocupa por él, aunque al principio sólo sea con un propósito sexual. Pero la historia se fundamenta sobre unos cimientos demasiado enclenques, poco convincentes. Porque hay realidades tan extremas que ni la ficción puede permitirse el lujo de aunar.

Esa falta de credibilidad no le resta el mérito a una cinta que de una manera tan sobria, sin apenas artificios, logra despertarnos grandes sentimientos. Lo consigue además con un notable esfuerzo por innovar en el terreno estilístico, con un juego de enfoques y desenfoques que, según el director, pretenden reflejarnos el deambular del protagonista por una sociedad extraña, hostil y despersonalizada. Desde allá es un debut notable, lleno de buenas intenciones, pero sin los méritos suficientes como para convertirse en la triunfadora de un festival de cine. Las malas lenguas que apuntaban al influjo de Alfonso Cuarón como jurado del certamen veneciano hoy son un poco más puras.

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