La vejez es deprimente, por mucho que nos cueste reconocerlo. Tras los eufemismos de la tercera edad o la edad de oro se esconde una etapa en la que debe resultar imposible ignorar el pasado . Aunque existen mil maneras de sobrellevar la carga de los años (algunos lo llevan con lozanía, otros con depresión), al final el inevitable deterioro físico y el destierro de la población activa terminan destruyendo la moral de cualquiera. La juventud es y seguirá siendo divino tesoro. La propuesta de Laura Mañá, en ese sentido, es arriesgada y valiente. La vejez no vende en taquilla, y mucho menos si se mezcla con escenas subidas de tono . El sexo, que es un reclamo imprescindible para que las películas de adolescentes se conviertan en éxito, actúa más bien de repelente cuando lo protagonizan actores de más de 65 años. ¿Alguien colgaría en su habitación un póster de Pilar Bardem desnuda? Elsa Pataky seguro que quedaría mejor. El cometido de La vida empieza hoy lógicamente no es despertar la lib...
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