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ESTRENOS OTOÑO - How to get away with murder

Se ha convertido en todo un talismán. Proyecto que toca Shonda Rhimes, proyecto que se convierte enseguida en un imán para los fieles seguidores de su estilo. Un estilo que la cadena ABC se ha sabido apropiar y que parece contener la pócima perfecta para captar adeptos. Sólo así se entiende que Anatomía de Grey lleve ya once temporadas en antena y que ahora How to get away with murder arrancara el pasado jueves como el mejor estreno de la temporada. Ni Steven Spielberg ni J.J. Abrams. Ella tiene las claves del éxito.

La noche de los jueves ya se ha convertido en la noche de Shonda en la televisión norteamericana y poco pueden hacer sus contrincantes para remediarlo. El desembarco de How to get away with murder ha conformado un trío de ases infalible, el que cierran esta nueva Annalise Keating con Meredith Grey y Olivia Pope. Todo un woman power televisivo con el que Rhimes se ha asegurado un puesto de honor en el olimpo de las más influyentes, marcándose ya un tête à tête con la mismísima Oprah Winfrey.

Con un toque femenino, incluso feminista, consigue convertir el clásico procedimental en un agitado y adictivo enredo. No importa si estamos en los pasillos de un hospital o ahora en las aulas de una prestigiosa facultad de derecho. El ritmo siempre es frenético, sin pie al aburrimiento. Shonda tiene la fórmula secreta y seguro que pasa por un reparto variopinto e intergeneracional, con todas las opciones posibles de interacción, y por una cuidada selección musical. Siempre con una buena dosis de locura, la que sólo sus seguidores son capaces de tolerar.

De ahí que How to get away with murder sólo sea apta para Shondadictos. Porque a pesar de una premisa en principio tan alejada de Anatomía de Grey y de Scandal, la serie no pertenece al género thriller ni al género legal. Pertenece al género Rhimes. Y eso significa que el rigor y la verosimilitud se sacrifican por el bien del espectáculo. Así pues, pasando por alto que la figura protagonista, una eminente profesora de derecho que involucra a los alumnos en sus casos, es insostenible y que los propios sucesos son meras excusas para embrollar la trama de sus protagonistas, el piloto se disfruta como una montaña rusa. Subidones, giros, adrenalina y escasos segundos para reflexionar.

La serie arranca fuerte, con cuatro de sus personajes principales involucrados en un asesinato. De ahí a un flashback que nos sitúa tres meses atrás y que nos muestra la rivalidad entre un centenar de estudiantes para hacerse un hueco en el prestigioso bufete de su estricta maestra. A continuación, otro caso de asesinato, infidelidades, flirteos, traiciones, sexo gay y hasta un cunnilingus. Jamás 40 minutos dieron para tanto.

Pero, sin duda, el gran logro, y la gran baza, de la serie es el fichaje de Viola Davis, omnipresente e indispensable durante todo el capítulo. Esta nueva femme fatale de la televisión, agresiva, ambiciosa y sin escrúpulos, promete darnos grandes dosis de ambigüedad y de imprevistos. La protagonista perfecta para una productora que no se anda con sutilezas. Agárrense fuerte, porque si Shonda ha descargado tamaño arsenal en el piloto, es que todavía dispone de artillería pesada. Imposible ya detenerla.

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