Ir al contenido principal

Años luz después

¿Cómo hacer atractiva una película de ‘zombies’ a ojos del espectador reacio? ¿Cómo lograr, además, que el mismo espectador reacio repita experiencia tras una primera parte repleta de todo aquello que le hace aborrecer el género? Pues básicamente sorprendiendo en la forma y en la puesta en escena. Juan Carlos Fresnadillo lo ha logrado con creces con esta 28 semanas después que supera ampliamente a su antecesora, de la que ni me acuerdo ni deseo acordarme. El director español ha logrado una vibrante tensión sin caer en la ridiculez visual que puede provocar un grupo de monstruos vivientes chorreando sangre por los cuatro costados. Y eso es mucho logro.
Ya el principio del filme es espeluznante y nos anuncia que estamos ante una propuesta formal totalmente distinta a la de 28 días después. Cámara en mano y haciendo uso de una impecable banda sonora, de la que, eso sí, terminará abusando, Fresnadillo nos deja sin aliento con la primera persecución en las afueras de Londres. Trepidante, brutal y sin aliento son expresiones más o menos tópicas que se quedan cortas para definir la secuencia.
El planteamiento que el filme nos desarrolla después ya no deja lugar a dudas. La película tiene interés. Por un lado, el cambio de punto de vista es muy acertado. El protagonista ya no es el superviviente del exterminio anterior sino sus hijos, que deberán enfrentarse a la peor de sus pesadillas. De fondo, un Londres desolado y sitiado tras la masacre, que volverá a pasar del orden al caos en cuestión de minutos. Las vistas aéreas de la capital inglesa o el paseo en moto por sus calles desérticas es uno de los placeres que nos regala esta película. Consigue hacernos pasar de la calma a la histeria colectiva, del relax a la tensión, en lo que dura en extenderse un brote epidémico.
Hay momentos de auténtico asco, de aquellos que te impiden mirar a la pantalla, pero a diferencia de otras propuestas más morbosas, como Saw o Hostel, aquí no se introducen con calzador sino que están integradas en una propuesta dramática mucho más digna de la que presentan las otras sagas. Puestos a comparar, 28 semanas después es angustiosa, que no agónica, es trepidante, que no superficial, y es inquietante, que no incómoda.
Fresnadillo ha querido dejar huella en este encargo que bien podría haberse convertido en un marrón para su expediente. Bien al contrario, su contribución ha convertido a su predecesora en una mancha para Danny Boyle. Con una apuesta formal clara y definida se ha desvinculado de una propuesta más cercana a la serie B tan propia de las películas con muertos vivientes. El problema vendrá después, cuando la productora exija una 28 meses después que bien podría convertir el triunfo de Fresnadillo en la antesala de una saga redundante y hueca.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Próximamente: 3 proyectos de lo más intrigantes

Verano suele ser sinónimo de taquillazos. Grandes superproducciones cargaditas de efectos especiales pero con escaso ingenio. Este año, además de superhéroes, sagas vampíricas y videojuegos que saltan al cine, se nos avecinan proyectos de un calibre distinto. Propuestas innovadoras rodeadas de misterio, tanto dentro como fuera de la pantalla, que no recelan de la tecnología pero que tampoco nadan en las plácidas aguas del entretenimiento más puro . Tienen a sus espaldas grandes campañas publicitarias, milimétricamente estudiadas, pero son películas que se venden por sí solas. Inception Christopher Nolan, el director que estrujó nuestros cerebros con Memento , parece que volverá a hacernos trabajar en su nueva película. Inception , traducida aquí como Origen , supondrá un nuevo reto sobre la mente humana y, a juzgar por el espectacular trailer, un desafío a las leyes de la gravedad. Leonardo DiCaprio encarna a Dom Cobb, especialista en apropiarse de los secretos del subconsciente ajeno

Lecciones de Mildred Pierce

Las miniseries de la HBO gozan de un destacable prestigio, casi tan importante como el de sus series, y sin embargo son unas grandes desconocidas para el público internacional. Hasta ahora. Porque desde Angels in America no veíamos tanta repercusión como la que ha tenido Mildred Pierce , una exquisita pieza de cinco episodios con un reclamo infalible: Kate Winslet . No en vano, la ganadora de un Oscar por El lector protagoniza todas y cada una de las escenas de una miniserie que, sin embargo, destaca por otros motivos además de la presencia de un valor tan seguro. Si hay algo que objetar acerca de Mildred Pierce es, sin duda, su descompensación. Los tres primeros capítulos son de cocción lenta, narrándonos los inicios de Mildred, una mujer hecha a sí misma, que se quedó prácticamente con lo puesto tras separarse de su marido y que termina levantando un imperio hostelero a base de pollo frito. Los dos últimos episodios, en cambio, saben a poco. Es cuando la narración se vuelve de gol

Ratatouille: el regreso de Pixar a la alta cocina

Resulta que la ratatouille (que todos sabemos pronunciar como ratatúi) es una especialidad culinaria de la Provenza francesa que consiste en freír una serie de verduras en aceite de oliva. Que sea una producción norteamericana, aprovechando la polisemia de sus cuatro primeras letras con el mamífero roedor, la que me descubra el significado del término ya es un hecho curioso. Pero que además, una película de dibujos animados, tan frecuentemente infravaloradas, contenga tal nivel de documentación sobre el mundo culinario refleja el nivel de ingenio de sus creadores. Temimos con la inauguración del matrimonio entre Pixar y Disney un descenso de la creatividad a la que nos tenían acostumbrados los chicos de John Lasseter. Cars , el primer fruto de la unión, se acercaba peligrosamente a la moralina del gigante de la fantasía y se alejaba de la frescura y el ingenio de los creadores de Toy Story . Con Ratatouille , por suerte, avanzamos unos pasos más hacia delante respecto a la última cre