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¡Basta ya de animaladas!

La falta de ideas está llegando al cine de animación. Lo que empezó siendo un soplo de aire fresco por la originalidad de sus propuestas, se está convirtiendo poco a poco en un cúmulo de reiteraciones. Parece que la nueva generación de dibujos animados sólo sabe tirar de zoológico a la hora de construir personajes. Hay que reconocer que los animales dan mucho juego, pero cuando uno ha visto a toda la fauna habida y por haber intercambiarse arquetípicos roles en múltiples películas, la única sensación que le queda es la del agotamiento.
Ardillas, jirafas, pingüinos, tortugas, insectos de toda clase, peces, aves, erizos, zarigüeyas (esos animales de los que yo desconocía absolutamente todo hasta que aterrizaron en la segunda parte de Ice Age. Eso que me llevo). El tonto, el espabilado, el avaricioso, la coqueta, el vago, el aventurero, el malévolo, el bienintencionado, el abuelo, los niños. Cojan cualquiera de estos roles y únanlos a un determinado ejemplar de animal y obtendrán inmediatamente una nueva propuesta de animación. Mención aparte merece ese personaje que nunca falta en este tipo de películas, el pesado, que haciendo honor a su calificativo, contribuye no sabe de qué manera al hartazgo y al rechazo absolutos.
En el caso de Vecinos invasores (patético título que en realidad se tendría que haber traducido como Al otro lado del seto) el personaje que, lejos de hacer gracia, irrita y cabrea no es otro que el de una ardilla hiperactiva y simplona que, sin duda, hará las delicias del público más joven. Porque si algo tiene esta película es infantilismo por los cuatro costados. Los diálogos no desprenden el humor con doble intención e ironía que sí podemos encontrar en otras propuestas, como Shrek o Los increíbles. Para paliar este déficit ni siquiera se hace valer de una sucesión de gags desternillantes, como sí hace por ejemplo Ice Age con la ardilla Scrat. Se pueden reducir exactamente a dos las situaciones cómicas verdaderamente logradas. Todo ello impide que esta película pueda considerarse como "ideal para toda la familia". No. Vecinos invasores es idónea para el público infantil, y además bien infantil (que hoy en día nacen más listos que el hambre).
No basta con plantear una premisa diferente, como es el caso. El conflicto entre un grupo variopinto de animales y las costumbres del humano occidental es un buen punto de partida. Tampoco con incluir alguna pincelada de autocrítica (el momento más logrado del filme es precisamente cuando el mapache enumera algunas de nuestras absurdas costumbres). Lo que necesitan estas nuevas tecnologías del dibujo animado, si lo que quieren es llegar a un público más adulto, es dotarse de más imaginación y más transgresión. Pero lo que verdaderamente les urge a estas películas es en primer lugar un uso más moderado de una herramienta, peligrosa herramienta, llamada Copiar y pegar.

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