Ir al contenido principal

#AtlántidaFilmFest: Objetivo: París

Objetivo: París pasará a la historia por ser la película que Francia retiró de los cines por su coincidencia con los últimos atentados yihadistas en la ciudad de París. Y no es para menos. Si hace unos años su argumento seguramente nos parecería inverosímil, exagerado, hollywoodiense, hoy lo que pone los pelos de punta es su semejanza con la realidad. Si no fuera porque se rodó un año antes de la barbarie pensaríamos que está basada en hechos reales. Sin embargo, es su visión profética lo realmente aterrador de una cinta que narra una situación con la que lamentablemente ya nos estamos familiarizando.

El nacimiento de una célula terrorista en un entorno occidental, que permanece ajeno a la maldad que se cierne en sus propios cimientos, está tan a la orden del día que verlo ficcionado en pantalla resulta casi tan escalofriante como las imágenes reales que cada vez se prodigan más en nuestros informativos. Un contenido que en otro tiempo consideraríamos más propio de los mensajes xenófobos de Jean-Marie Le Pen hoy la actualidad se empeña en proporcionarle la máxima veracidad. La amenaza, como reza su propio cartel, vive del interior.

Es terrorífico comprobar que las consignas del miedo que utilizan los políticos para amedrentar a los votantes se confirman con sonoros casos aislados. Pero también la constatación de un fracaso generalizado, el de una sociedad occidental que ha sido incapaz de acoger e integrar a los foráneos y que no ha sabido motivar ni a sus propios conciudadanos. En esa alimentación de odio y sopor probablemente se encuentre la semilla de ese terror con el que hoy nos llevamos las manos a la cabeza.

Pero más allá de la congoja que produce el reflejo de la inestabilidad e incertidumbre actuales, Objetivo: París también inquieta por méritos propios. Y es que Nicolas Boukhrief consigue con esta cinta un notable exponente del thriller terrorista, manejando el suspense y la acción con un tono y un ritmo trepidantes. No alcanza los niveles de pirotecnia y surrealismo de grandes producciones de Hollywood, con las que evidentemente han querido confundir los responsables del título español (léase Objetivo: Londres), pero nada tiene que envidiarle a tramas de suspense como, por ejemplo, las de Homeland, con la que guarda algún que otro parecido.

Y es que la trama del infiltrado, con todo su juego al despiste, es un recurso narrativo de lo más eficiente. Las sospechas, el miedo, las tapaderas y la enorme tensión del que teme ser descubierto son ingredientes con los que resulta prácticamente imposible adormecer al espectador. Objetivo: París no sólo mantiene bien despierto sino que dignifica el titular fácil que la acompaña. Sí, es la película que prácticamente predijo los atentados del 13N en París pero también un digno y pavoroso relato de suspense. La actualidad sólo ha ayudado a reforzarla.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Próximamente: 3 proyectos de lo más intrigantes

Verano suele ser sinónimo de taquillazos. Grandes superproducciones cargaditas de efectos especiales pero con escaso ingenio. Este año, además de superhéroes, sagas vampíricas y videojuegos que saltan al cine, se nos avecinan proyectos de un calibre distinto. Propuestas innovadoras rodeadas de misterio, tanto dentro como fuera de la pantalla, que no recelan de la tecnología pero que tampoco nadan en las plácidas aguas del entretenimiento más puro . Tienen a sus espaldas grandes campañas publicitarias, milimétricamente estudiadas, pero son películas que se venden por sí solas. Inception Christopher Nolan, el director que estrujó nuestros cerebros con Memento , parece que volverá a hacernos trabajar en su nueva película. Inception , traducida aquí como Origen , supondrá un nuevo reto sobre la mente humana y, a juzgar por el espectacular trailer, un desafío a las leyes de la gravedad. Leonardo DiCaprio encarna a Dom Cobb, especialista en apropiarse de los secretos del subconsciente ajeno

Lecciones de Mildred Pierce

Las miniseries de la HBO gozan de un destacable prestigio, casi tan importante como el de sus series, y sin embargo son unas grandes desconocidas para el público internacional. Hasta ahora. Porque desde Angels in America no veíamos tanta repercusión como la que ha tenido Mildred Pierce , una exquisita pieza de cinco episodios con un reclamo infalible: Kate Winslet . No en vano, la ganadora de un Oscar por El lector protagoniza todas y cada una de las escenas de una miniserie que, sin embargo, destaca por otros motivos además de la presencia de un valor tan seguro. Si hay algo que objetar acerca de Mildred Pierce es, sin duda, su descompensación. Los tres primeros capítulos son de cocción lenta, narrándonos los inicios de Mildred, una mujer hecha a sí misma, que se quedó prácticamente con lo puesto tras separarse de su marido y que termina levantando un imperio hostelero a base de pollo frito. Los dos últimos episodios, en cambio, saben a poco. Es cuando la narración se vuelve de gol

Ratatouille: el regreso de Pixar a la alta cocina

Resulta que la ratatouille (que todos sabemos pronunciar como ratatúi) es una especialidad culinaria de la Provenza francesa que consiste en freír una serie de verduras en aceite de oliva. Que sea una producción norteamericana, aprovechando la polisemia de sus cuatro primeras letras con el mamífero roedor, la que me descubra el significado del término ya es un hecho curioso. Pero que además, una película de dibujos animados, tan frecuentemente infravaloradas, contenga tal nivel de documentación sobre el mundo culinario refleja el nivel de ingenio de sus creadores. Temimos con la inauguración del matrimonio entre Pixar y Disney un descenso de la creatividad a la que nos tenían acostumbrados los chicos de John Lasseter. Cars , el primer fruto de la unión, se acercaba peligrosamente a la moralina del gigante de la fantasía y se alejaba de la frescura y el ingenio de los creadores de Toy Story . Con Ratatouille , por suerte, avanzamos unos pasos más hacia delante respecto a la última cre