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A la hoguera con Daldry

Tarde o temprano tenía que ocurrir. Stephen Daldry llevaba encadenando desde su debut tras las cámaras una obra maestra detrás de otra, desde la inolvidable Billy Elliot hasta su película menos conocida pero más redonda (El lector), pasando por ese cruce de caminos brillante entre Nicole Kidman, Meryl Streep y Julianne Moore en Las horas. Tres películas que han convertido al inglés en todo un experto maniobrando material sensible. Parecía un aval suficiente para abordar un tema tan delicado y espinoso como el 11S, pero al parecer su arriesgada apuesta le ha terminado explotando en las manos y la buena racha del director, tras esta Tan fuerte, tan cerca, está ahora en entredicho.

Que levante la mano el crítico que no haya calificado el último filme de Daldry como lacrimógeno. Ya sabemos cómo funciona el efecto arrastre en el colectivo intelectual. Parece imposible escabullirse de la corriente sin ver mermada la reputación de uno. Si a veces conviene seguir la senda de las alabanzas, en esta ocasión es más recomendable subirse al carro de la condena, denunciar poniendo el grito en el cielo la maquiavélica manipulación de Daldry con la tragedia de las torres gemelas. Como si fuera el primer drama centrado en un acontecimiento traumático.

Puede que el tratamiento sobre el asunto no sea el más acertado, pero conviene tener en cuenta la fuente de inspiración de la película. Escrita por el autor de Todo está iluminado, Jonathan Safran Foer, Tan fuerte, tan cerca dedica más de diez páginas a la imagen del hombre lanzándose al vacío desde una de las torres del World Trade Center. La secuencia se divide en varias instantáneas expuestas a toda página en el libro y, aún así, no se extrae una lectura morbosa del contenido. El autor no lleva a cabo en ningún momento lo que alguno ya ha definido como pornografía del dolor, ya que sus páginas se centran precisamente en el proceso de curación.

El error que ha cometido Daldry, y sobre todo su nuevo guionista Eric Roth (responsable de la polémica pero efectiva adaptación de Forrest Gump), es haberle dedicado más minutos de los necesarios al 11S, añadiendo secuencias que la novela original ni siquiera menciona. Error por las posibles denuncias de instrumentalización de una tragedia y error porque resta e incluso anula metraje a los pasajes más bellos del libro de Safran Foer.

No es de extrañar que en cuanto aparece en pantalla Max von Sydow, la película sume enteros. El veterano actor da vida al que quizá sea el personaje más interesante de la novela, un enigmático alemán que dejó de utilizar las cuerdas vocales para comunicarse con las palmas de la mano. Pero la cinta prefiere obviar una de las historias más emocionantes del relato original, su amor de juventud, para centrarse en el absoluto protagonista de las tramas, Oskar Schell.

Y ahí está otro de los riesgos de Tan fuerte, tan cerca. A unos pocos, el niño de once años que busca por todo Nueva York la cerradura que abre una misteriosa llave encontrada en el armario de su padre nos parecerá enternecedor e incluso brillante por momentos (la escena en la que conoce al viejo inquilino y le desembucha toda una verborrea de sabiduría banal a mí me parece sublime). Pero la gran mayoría encontrará en el tal Oskar un motivo de peso para no tener hijos nunca jamás. Y no les faltará razón. Si el protagonista ya era resabido, complejo y peliagudo en el libro, la pantalla multiplica a la enésima potencia sus defectos y virtudes.

Lo que parece incuestionable es la labor del jovencísimo y primerizo Thomas Horn. Las simpatías y antipatías del personaje de Oskar Schell no deberían empañar su impresionante actuación, de la misma manera que el mimetismo que suele contagiar a los medios no debería influir en la valoración de la película. No es la mejor cinta de Daldry, puede que abuse de la cursilería, que busque la lágrima fácil, pero desde luego la fuerza y la imaginación de Tan fuerte, tan cerca no dependen del contexto del 11S. Sin ese referente tan cercano y mediático no sería necesario justificar las virtudes de una notable propuesta criminalizada de antemano.

Comentarios

Manderly ha dicho que…
Á mi me ha parecido más un telefilm de sobremesa que otra cosa.
Eso sí, Von Sydow es lo mejor de la película.
Saludos.
Pol Morales ha dicho que…
Es impresionante lo bien que lo hace. Creo que merecía más el Oscar que Plummer, que al final tampoco es que haga gran cosa. Este hombre desprende una naturalidad con la mirada que da miedo!

Y sí, puede que sea un telefilme, pero tampoco es una película para criminalizar, no crees?

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