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Little secrets

¿Qué hace que una relación se rompa, se deteriore hasta el punto que resulta imposible reconocerla? ¿Qué lleva al aburrimiento, al cansancio y en muchos casos a la infidelidad? La respuesta no existe. Cada cual seguramente cuenta con la suya. Sin embargo en la confianza parece estar la unidad de medida. Sin ella resulta imposible acceder a los pequeños rincones del cerebro que nos reservamos únicamente a nosotros mismos. Ese lugar donde se refugian los secretos y que con el deterioro del amor terminan derivando en dolorosas mentiras.
Sarah, el personaje que Kate Winslet construye con una brillante interpretación, desconoce alguno de los refugios de su marido, hasta que lo descubre en pleno frenesí masturbatorio y con las bragas de su musa cibernética en el hocico. A su vez, ella construye el suyo propio, en el que entra de lleno su vecino Brad y una intensa relación de infidelidad compartida. Secreto es el que le esconde el amante también a su mujer, que a su vez es incapaz de asumir, utilizando al hijo de los dos como escudo, que la llama del amor hace ya tiempo que se agotó.
En una pequeña comunidad de vecinos como la que refleja Little Children confluyen los secretos a voces, los que se presuponen o intuyen y los que jamás se sospechan. Y deambulando entre unos y otros con la mirada hacia otro lado es como se construye una sociedad basada en la apariencia y en la que la hipocresía siempre resulta más placentera que la cruda realidad.
El personaje que más sufre en sus carnes las consecuencias de esta perversión social es Ronnie, junto a Winslet la otra gran interpretación del filme. Padece, él mismo lo asume, una psicopatología sexual que lo llevó directamente a la cárcel cuando un par de años atrás exhibió sus atributos ante una menor. Una vez cumplida condena, afuera le esperaba otra mucho peor, la de una comunidad social dispuesta a no perdonarle jamás lo que ya había saldado con la justicia. Una condena capitaneada por un expolicía que ve en esta campaña de acoso hacia el exconvicto la mejor manera de desviar la atención pública de sus errores del pasado.
Ronnie es quien nos proporciona en este filme, lleno de intensos momentos, algunos de los mejores. Uno de ellos es sin duda la escena final que lógicamente no desvelaré. Tan sólo mencionar que es una de las mejores críticas a todas aquellas personas que consideran la venganza como el único mecanismo de justicia. Escena dura, pero esperanzadora.
De la misma forma elocuente resulta otro de los grandes momentos de Juegos secretos, éste en una piscina repleta de niños en pleno verano y en la que bucea desapercibido Ronnie. Comparar las escenas de pánico que se producen desde el momento de su detección por parte de uno de los padres con las secuencias más terroríficas de Tiburón no es descabellado. Imagen de una gran tensión, perfectamente ideada y colmo de la histeria colectiva.
La relación de Ronnie con su madre es otra de las aportaciones intensas de esta película, segunda, conviene recordarlo, de Todd Field tras En la habitación. Los vínculos familiares se ponen a prueba en situaciones extremas como el acometimiento del peor delito por parte de un hijo planteado en este filme. El único apoyo, la única mirada cómplice, la única indulgencia que obtiene Ronnie es la de su madre. Por tan estrecha relación, con ella parecen no ser necesarios los secretos y las mentiras.
Porque sobre esto último trata Little Children, sobre lo que mostramos y lo que escondemos, sobre lo que compartimos y lo que retraemos, lo que damos y recibimos. Todos exigimos verdades pero todos tenemos algo que ocultar. ¿Cuando naufragan las relaciones? Cuando los secretos dejan de ser compartidos.

Para la persona que está haciendo de mis noches, días.

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