Almodóvar ha perdido sutileza con esta película. Todo está tan explicado, tan rematado y tan mascado que impide al espectador cualquier atisbo de interpretación. La historia no deja de ser, en su esencia, excesivamente simple. Una madre que regresa del pasado para reconciliarse con sus dos hijas. Pero la gracia del filme no reside tanto en el fondo sino en la forma. A pesar de que no es tan almodovariana como sus tres precedentes (La mala educación, Hable con ella y Todo sobre mi madre), Volver nos muestra nuevamente bellísimos planos, como el del papel de cocina absorbiendo la sangre de un inesperado muerto. O un plano cenital que nos coloca a la altura del todopoderoso mientras las vecinas de un pequeño pueblo de la Mancha velan a la difunta tía Paula. Es precisamente el tono costumbrista lo que más destaca de la última película de Almodóvar. Consigue transmitir la esencia de la vida de pueblo. Las supersticiones, los rumores, la entrega, personificada en el personaje de Agustina, esa vecina que todo lo da sin esperar nada a cambio. Es esa familiaridad, esa cercanía, con lo que el público se puede sentir más identificado. Mención aparte merece Penélope Cruz, que por segunda vez, tras interpretar a Italia en No te muevas, nos regala un excelente papel. Podría decirse que Volver está hecha y pensada para su propio lucimiento, con un personaje, el de Raimunda, al que deberá estar eternamente agradecida. Mujer luchadora y echá palante, a pesar de su duro pasado, hipnóticamente bella, como bellos sus pechos, con cierta chabacanería, Raimunda protagoniza la escena más emotiva del filme. Esa en la que Penélope, con los ojos anegados, encarna la voz de Estrella Morente y la letra de Carlos Gardel como si fueran propias. Es el momento culminante de un filme que aparte de esto, y salvo algunos diálogos divertidos y logrados, resulta forzado e hilvanado en exceso, con pocas concesiones a la creatividad y al ingenio a los que Almodóvar nos tiene más malacostumbrados.
Verano suele ser sinónimo de taquillazos. Grandes superproducciones cargaditas de efectos especiales pero con escaso ingenio. Este año, además de superhéroes, sagas vampíricas y videojuegos que saltan al cine, se nos avecinan proyectos de un calibre distinto. Propuestas innovadoras rodeadas de misterio, tanto dentro como fuera de la pantalla, que no recelan de la tecnología pero que tampoco nadan en las plácidas aguas del entretenimiento más puro . Tienen a sus espaldas grandes campañas publicitarias, milimétricamente estudiadas, pero son películas que se venden por sí solas. Inception Christopher Nolan, el director que estrujó nuestros cerebros con Memento , parece que volverá a hacernos trabajar en su nueva película. Inception , traducida aquí como Origen , supondrá un nuevo reto sobre la mente humana y, a juzgar por el espectacular trailer, un desafío a las leyes de la gravedad. Leonardo DiCaprio encarna a Dom Cobb, especialista en apropiarse de los secretos del subconsciente ajeno
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