Ir al contenido principal

Solidaridad obrera

No hace falta recurrir a los periódicos. La sencilla trama de una empleada que busca mantener su trabajo convenciendo a sus compañeros para que renuncien a una prima es el reflejo perfecto de una situación económica que desangra a los más necesitados y, por extensión, el retrato más fiel de un sistema social perverso donde el bien común es el menos común de los bienes.

Este viaje puerta a puerta de Sandra es en realidad una dolorosa ruta hacia nuestra conciencia, o para ser más exactos, hacia nuestra ausencia de ella. Porque aunque desde la butaca del cine contemplemos con estupor los argumentos que van esgrimiendo sus compañeros para amarrarse a los ansiados 1000 euros, todos sabemos que el altruismo se diluye en cuanto pica al timbre e invade nuestro territorio. De ahí que Dos días, una noche sea tan jodidamente paradójica, enfrenta a nuestra vertiente solidaria con nuestro lado más profundamente miserable.

Las diferentes reacciones ante el ruego de Sandra, que se siente mendiga, son fácilmente reconocibles, desde el que reclama su pleno derecho a la prima hasta el que le echa en cara su osadía, pasando por la que directamente se esconde tras la puerta. Respuestas ingratas, cobardes, despreciables, que la protagonista va encajando con sorprendente educación. El espectador espera que en algún momento su estado inestable, comprensible, la lleve en algún momento a estallar. Pero los hermanos Dardenne mantienen casi todo el tiempo la contención, el respeto y la coherencia hacia un personaje que para colmo padece depresión.  

Marion Cotillard asimila con pavorosa verosimilitud el estado de tristeza y decaimiento de una madre recién salida del precipicio y abocada de nuevo al borde por culpa de una maquiavélica crisis económica. La misma que coloca a los trabajadores de una pequeña empresa entre la espada y la pared. La que deja el futuro de una empleada en manos de sus compañeros y la sitúa en el punto de mira, juzgando sus facultades mentales y su capacidad laboral a cambio de una renuncia que nunca será gratuita.

Por suerte, la cinta no es lo suficientemente pesimista (o realista) y abre un resquicio para la esperanza. La reacción de uno de los trabajadores cuando recibe la visita de Sandra pidiendo clemencia es de las que pone los pelos de punta y devuelve en cierta manera la confianza en el género humano. El desenlace, sin desvelar spoilers, es otro ejemplo de hasta qué punto los Dardenne han preferido ser misericordiosos con sus congéneres.  

Dos días, una noche realiza un recorrido por momentos frío y aséptico en torno al compromiso social, ese concepto hueco plagado de intereses individuales y falsa condescendencia. Todo un azote a nuestra dudosa ética que nos sitúa ante una gran disyuntiva moral, contemplar la obra desde el escepticismo o lanzarse a los brazos de la fe en la humanidad. Para ambas posturas la película será igualmente una auténtica genialidad.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Próximamente: 3 proyectos de lo más intrigantes

Verano suele ser sinónimo de taquillazos. Grandes superproducciones cargaditas de efectos especiales pero con escaso ingenio. Este año, además de superhéroes, sagas vampíricas y videojuegos que saltan al cine, se nos avecinan proyectos de un calibre distinto. Propuestas innovadoras rodeadas de misterio, tanto dentro como fuera de la pantalla, que no recelan de la tecnología pero que tampoco nadan en las plácidas aguas del entretenimiento más puro . Tienen a sus espaldas grandes campañas publicitarias, milimétricamente estudiadas, pero son películas que se venden por sí solas. Inception Christopher Nolan, el director que estrujó nuestros cerebros con Memento , parece que volverá a hacernos trabajar en su nueva película. Inception , traducida aquí como Origen , supondrá un nuevo reto sobre la mente humana y, a juzgar por el espectacular trailer, un desafío a las leyes de la gravedad. Leonardo DiCaprio encarna a Dom Cobb, especialista en apropiarse de los secretos del subconsciente ajeno

Haciendo aguas con el Poseidón

Sirva de advertencia que me encanta el cine de catástrofes. No he visto El coloso en llamas , la primera que viene a la mente cuando mencionamos el género, pero Terremoto o Aeropuerto o las más recientes Pánico en el túnel o Un pueblo llamado Dante’s Peak se encuentran bien ancladas en mi memoria. Me da igual si se trata de incendios, erupciones volcánicas, terremotos, tormentas, inundaciones, hundimientos o una thermomix de todas ellas. Me da igual que este tipo de filmes sean de dudosa calidad cinematográfica. Las catástrofes en la pantalla me gustan (¿debería hacérmelo mirar?). Y probablemente eso no juega en mi favor a la hora de analizar una película como Poseidón . Sin embargo, gracias a la experiencia acumulada con los años y tras múltiples visionados de auténticas tragedias colectivas, uno acaba adquiriendo cierto criterio para diferenciar las grandes producciones de sus fotocopias de bajo presupuesto. Y puedo asegurar que Poseidón , auténtica apología del cartón piedra, pe

Dos maduritas cachondas

Es el pretexto ideal para una película porno. Un joven cachas se cepilla a la madre de su mejor amigo una noche de borrachera . Al descubrirlo, el otro se dirige sin miramientos a la casa de al lado y hace lo propio con su mamá, conformando un cuadrilátero de infinitas posibilidades que es una lástima que esta película australiano-francesa no llegue a explorar. Porque la cinta, señores, se toma en serio la premisa y en vez de extender el delirio con tríos, incestos y escenas gay-lésbicas busca convertir en drama un argumento de risa. Lejos de derivar esta absurda historia de amores cruzados en una tragedia griega, Dos madres perfectas encima se recrea con cierta sorna en los momentos más bochornosos . “¿Cómo te sientes?” le pregunta Naomi Watts, una de las madres a su mejor amiga cuando ambas descubren su particular intercambio de hijos. “Muy bien, mejor que nunca”, le responde sin apenas pestañear Robin Wright para a continuación ofrecernos un plano de ambas con cara de satisfa