Ha vuelto como de costumbre, con ritmo pausado y guardándose los platos fuertes para más adelante. Juego de tronos no se deja llevar por la euforia colectiva que genera a su alrededor y, a pesar de que el estreno el pasado domingo batió récords en la HBO, el capítulo con el que abrió su cuarta temporada no albergó ningún sobresalto destacable.
Two swords ha supuesto un respiro necesario para la serie, sobre todo tras los acontecimientos de la boda roja y los que están por venir, que no son moco de pavo. El pistoletazo de salida ha servido sobre todo para reubicar emocionalmente a los personajes en un nuevo escenario situado entre la desaparición de los Stark y el desembarco de nuevas amenazas.
Los protagonistas de la serie más multitudinaria de la televisión están experimentando grandes cambios. Ya sabemos que en Juego de tronos, como en la vida, tan pronto eres de noble cuna que fugitivo. Eso cuando hay suerte y no te conviertes en un nuevo cadáver, de los que tampoco andaremos escasos esta temporada. La batalla por el Trono de Hierro está pasando factura a todo el mundo, a excepción quizá de Sansa Stark, acostumbrada a ser ya la eterna e indefensa víctima de la trama.
Uno de los más perjudicados es probablemente Jaime Lannister, que tras su llegada a Desembarco del Rey se topa de bruces con la más cruda realidad: en la corona no hay lugar para mancos. Su padre ya no le guarda un hueco entre los cargos de relevancia y su sobrino regente lo desprecia en público sin miramientos. Ya ni siquiera encuentra en Cersei un hombro en el que llorar sino más bien el resentimiento por haber demostrado por primera vez debilidad. El abismo que mediaba entre Jaime y la oveja negra de la familia, su hermano Tyrion, ya no parece tan prominente.
Por su parte, su compañera de viaje hacia la humildad, Brienne de Tarth, protagoniza una de las escenas más emotivas del episodio, cuando por fin puede disculparse ante la princesa Margaery por la muerte de Renly (Lady Olenna se afianza como la Lady Grantham de Juego de tronos). Mientras, Desembarco del Rey se prepara para otra gran boda y recibe a los primeros invitados, entre los que se encuentra Oberyn Martell, nuevo personaje al que los guionistas le deparan un gran protagonismo y que llega con muchas ganas de venganza por la brutal muerte de su hermana.
En el Norte, Jon Nieve va consolidando su madera de líder y desafiando a los altos poderes de la Guardia de la Noche, pero sin duda es su hermana Arya la que está madurando a marchas forzadas y a base de golpes en su andadura con El Perro. Sin duda, ya es la Stark con más capacidad para matar a sangre fría, tal como demuestra la escena que cerró el primer capítulo de esta temporada.
Pero la imagen más imponente del episodio, junto a la presentación de los thennitas (desconocidos en los cuatro primeros volúmenes de Canción de hielo y fuego), la encontramos al otro lado del mar Angosto, nuevamente con Daenerys y sus dragones como protagonistas. Los adorables retoños ya han adquirido proporciones de Jurassic Park y como buenos adolescentes comienzan a convertirse en fieras indomables. Desde luego, no serán el único quebradero de cabeza de la Khaleesi, pero desconocemos las consecuencias que tendrá esta fuerza incontrolable sobre sus aspiraciones al Trono de hierro.
Como suele ocurrir en Juego de tronos, parece que el invierno nunca llegue pero es en la creación de ese clima de amenaza constante, que presumiblemente explotará en forma de película, dónde reside su gran potencial. ¿Dónde están Stannis Baratheon y Melisandre? ¿Qué ha pasado con Gendry? ¿Y con Theon Greyjoy? Este primer capítulo, a modo de aperitivo, ha sido sólo una primera aproximación a la que seguro será una de las temporadas más emocionantes de la serie.
Two swords ha supuesto un respiro necesario para la serie, sobre todo tras los acontecimientos de la boda roja y los que están por venir, que no son moco de pavo. El pistoletazo de salida ha servido sobre todo para reubicar emocionalmente a los personajes en un nuevo escenario situado entre la desaparición de los Stark y el desembarco de nuevas amenazas.
Los protagonistas de la serie más multitudinaria de la televisión están experimentando grandes cambios. Ya sabemos que en Juego de tronos, como en la vida, tan pronto eres de noble cuna que fugitivo. Eso cuando hay suerte y no te conviertes en un nuevo cadáver, de los que tampoco andaremos escasos esta temporada. La batalla por el Trono de Hierro está pasando factura a todo el mundo, a excepción quizá de Sansa Stark, acostumbrada a ser ya la eterna e indefensa víctima de la trama.
Uno de los más perjudicados es probablemente Jaime Lannister, que tras su llegada a Desembarco del Rey se topa de bruces con la más cruda realidad: en la corona no hay lugar para mancos. Su padre ya no le guarda un hueco entre los cargos de relevancia y su sobrino regente lo desprecia en público sin miramientos. Ya ni siquiera encuentra en Cersei un hombro en el que llorar sino más bien el resentimiento por haber demostrado por primera vez debilidad. El abismo que mediaba entre Jaime y la oveja negra de la familia, su hermano Tyrion, ya no parece tan prominente.
Por su parte, su compañera de viaje hacia la humildad, Brienne de Tarth, protagoniza una de las escenas más emotivas del episodio, cuando por fin puede disculparse ante la princesa Margaery por la muerte de Renly (Lady Olenna se afianza como la Lady Grantham de Juego de tronos). Mientras, Desembarco del Rey se prepara para otra gran boda y recibe a los primeros invitados, entre los que se encuentra Oberyn Martell, nuevo personaje al que los guionistas le deparan un gran protagonismo y que llega con muchas ganas de venganza por la brutal muerte de su hermana.
En el Norte, Jon Nieve va consolidando su madera de líder y desafiando a los altos poderes de la Guardia de la Noche, pero sin duda es su hermana Arya la que está madurando a marchas forzadas y a base de golpes en su andadura con El Perro. Sin duda, ya es la Stark con más capacidad para matar a sangre fría, tal como demuestra la escena que cerró el primer capítulo de esta temporada.
Pero la imagen más imponente del episodio, junto a la presentación de los thennitas (desconocidos en los cuatro primeros volúmenes de Canción de hielo y fuego), la encontramos al otro lado del mar Angosto, nuevamente con Daenerys y sus dragones como protagonistas. Los adorables retoños ya han adquirido proporciones de Jurassic Park y como buenos adolescentes comienzan a convertirse en fieras indomables. Desde luego, no serán el único quebradero de cabeza de la Khaleesi, pero desconocemos las consecuencias que tendrá esta fuerza incontrolable sobre sus aspiraciones al Trono de hierro.
Como suele ocurrir en Juego de tronos, parece que el invierno nunca llegue pero es en la creación de ese clima de amenaza constante, que presumiblemente explotará en forma de película, dónde reside su gran potencial. ¿Dónde están Stannis Baratheon y Melisandre? ¿Qué ha pasado con Gendry? ¿Y con Theon Greyjoy? Este primer capítulo, a modo de aperitivo, ha sido sólo una primera aproximación a la que seguro será una de las temporadas más emocionantes de la serie.
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