Tahar Rahim y Niels Arestrup, dos de los protagonistas de Perder la razón , coincidieron en 2009 en Un profeta , el drama carcelario de Jacques Audiard. En aquella ocasión, la cárcel era un contexto explícito, un microcosmos en el que la ley del más fuerte regía las normas. Lo que esta vez nos narra Joachim Lafosse no tiene lugar en prisión, aunque la historia de Murielle termine siendo más claustrofóbica y angustiante que entre rejas . Una condena sin el estigma del presidiario pero con la misma libertad coartada y las mismas relaciones de dominación, que curiosamente vuelve a ejercer el personaje de Arestrup. Perder la razón arranca con una imagen de alto impacto y termina con una de las escenas, sin miedo a exagerar, más escalofriantes de la historia del cine . La primera, en forma de flashforward , condiciona todo el metraje posterior, obligando al espectador a conjeturar sobre el futuro de la relación entre una adorable profesora belga y un joven marroquí. La última es meno...
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