¿Alguien se imagina dos directores más opuestos que Steven Spielberg y Quentin Tarantino, el niño bueno y el niño malo de Hollywood? Probablemente no existan dos maneras más distintas de hacer cine, tan particulares y tan válidas ambas, pero el azar de nuestra taquilla ha querido que coincidan en cartelera sus dos últimas propuestas, nominadas ambas además a la mejor película en la próxima edición de los Oscar. Para colmo, los dos realizadores han decidido poner el ojo en uno de los capítulos más vergonzosos de la historia de Estados Unidos, cuando la esclavitud era un derecho. Evidentemente, las miradas sobre tan espinoso asunto son tan distantes como su propia personalidad , pero no deja de resultar interesante la coincidencia. Spielberg ha partido de la esclavitud para ensalzar la figura del presidente Lincoln y, ya de paso, de los valores de la democracia. Tarantino salta de los judíos en plena invasión nazi a los esclavos negros para proseguir con su particular venganza histó...
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