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La chirigota de Álex

Álex de la Iglesia, el carismático presidente de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, el hombre que consiguió revitalizar esas infumables galas de los Goya, resulta que además del cargo político también es director de cine, por si algunos lo habían olvidado. Para los pocos desafortunados que hayan perdido la memoria, el bilbaíno ha vuelto a la carga con un producto que reúne y lleva al extremo sus virtudes y defectos. Jamás su factura técnica había sido tan impecable pero jamás ninguna de sus historias había alcanzado el delirio en el que desemboca esta Balada triste de trompeta.
Que Tarantino se descojonara con esta película en la última Mostra de Venecia no significa nada. Ahí están Death proof y otras locuras sin sentido que el director de Tennessee ha producido para demostrarnos que no todo lo que concibe está al mismo nivel de Kill Bill. Para De la Iglesia, sin embargo, ha sido el mejor regalo que le pudo caer en la ciudad de los canales, junto al León de Plata como mejor director y el premio Osella al mejor guión. La gran cantidad de pasta invertida en la promoción de la película no alcanza un halago de Tarantino. El éxito ya está asegurado.
Arranca esta Balada triste de trompeta con una puesta en escena absorbente, de lo más cautivadora, desde los segundos iniciales con las instituciones financiadoras hasta los títulos de crédito de más adelante. Ese bombardeo de imágenes sugería un tratamiento jamás visto sobre los fascismos. Nada que ver con lo que vendría a continuación, aunque la mejor escena del filme se encuentre minutos después, cuando el personaje de Antonio de la Torre, el alter ego de un payaso triste, nos descubre la atmósfera de terror y sometimiento que ha impuesto en una compañía de circo.
Es en ese momento cuando la película alcanza su clímax y parece que estemos embarcados en un proyecto audiovisual sin precedentes en la historia de nuestro cine, en algo surrealista pero plagado de ingenio. La mezcla de comedia, acción y terror, por el momento equilibrada, se muestra en el mejor escaparate posible, una fotografía oscura y siniestra con planos de riesgo. Pero como suele ocurrirle a De la Iglesia, termina convirtiendo una buena premisa, un excelente planteamiento, en un despropósito donde lo único que rige es el caos.
Balada triste de trompeta se convierte de repente en un cúmulo de gags, sketches, o como prefieran llamarlo, en busca de la risa más fácil. Los guiños, los cameos, las parodias, se van sucediendo. Primero, con la imitación de Franco, luego con el atentando contra Carrero Blanco, por último con el rejuvenecimiento de Raphael. Al espectador le vienen a la mente, como si de flashes se trataran, las caricaturas de Polònia (TV3) sobre el caudillo o películas tan denostadas como Mortadelo y Filemón (la segunda parte) o Spanish Movie. Buena parte de la culpa la tiene un actor que aparece en ambas, Carlos Areces, con cuyo rostro y físico resulta imposible no desternillarse.
De la Iglesia adopta sin complejos el piloto automático incluso al final del metraje. Debería hacerse mirar esa obsesión por las persecuciones ascendentes en lugares de vértigo (léase el panel publicitario de Schweppes en El día de la bestia, el terrado de La comunidad o esta inmensa cruz virtual de el valle de los caídos). Sin darnos cuenta, el director, tras la promesa y la novedad del arranque, nos ha sumergido de nuevo en su particular universo, con homenajes directos a sus anteriores propuestas (exceptuando, claro está, Los crímenes de Oxford).
Pensándolo bien, no es de extrañar que Tarantino se partiera de la risa con Balada triste de trompeta. Sólo un chalado osaría imitarlo, porque evidentemente De la Iglesia lo imita, sin contar con los elementos que hacen de sus disparates un material de lo más serio. Sin las parrafadas dialécticas que desbordan talento, sin una cuidada selección musical y sin un montaje arreglado pero informal cualquier intento de alcanzar al director más loco del cine actual es un mero chiste, una chirigota sin sustancia. Imposible de tomar en serio.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Boquiabierto que estoy.

Muy bien argumentado e hilado, por otra parte.
Pol Morales ha dicho que…
Has acertado tanto como con el color rosa!

Yo también me quedé boquiabierto. Iba con expectativas y salí medio cabreado. Tirar a la basura un planteamiento tan bueno, por dios!
quest ha dicho que…
pues sí, tengo que dar menos cosas por sabidas... no como tú, que sabías que "anónimo" soy yo entre tus miles de seguidores. ;)

pero me da rabia.. él me cae muy bien, la premisa estupenda y la estética muy, muy lograda.
Pol Morales ha dicho que…
No te entran ahora más ganas de verla??

El tío estuvo muy gracioso en la presentación de anoche, me encanta su voz!!
quest ha dicho que…
no tiene mala voz, es verdad...

creo que la veré igualmente.. a saber cuándo.
Pol Morales ha dicho que…
Me puedo morir esperando tu veredicto!
quest ha dicho que…
puedes.

jeje.
Pol Morales ha dicho que…
Sabías de la existencia de la canción con ese mismo título de Raphael?
Izengabe ha dicho que…
Siendo de Alex de la Iglesia la veré pq sus películas me suelen entretener, que no es poco... otra cosa es que me guste o no... ya te diré el año que viene (que será cuando seguramente la vea jeje)

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