El sentimiento catalán, que no es uno sino muchos, está lleno de contradicciones. Sólo así se entiende que para la adaptación de una de las leyendas más populares de Catalunya, la del timbaler del Bruc, se decidiera contar con Juan José Ballesta como protagonista. ¿Acaso no hay suficientes actores de calidad en nuestra tierra? Si ya cuesta creernos al actor madrileño en la piel de un rebelde contra el ejército romano en Hispania, imagínense el estupor que produce oírle hablar un catalán de extrarradio que sonrojaría al mismísimo Pompeu Fabra.
Ni cortos ni perezosos, los responsables de Bruc. El desafío decidieron deleitarnos con la versión catalana de la película en el preestreno de anoche en el cine Urgell de Barcelona. Una versión que, mientras nos ofrece un francés original e impoluto con los subtítulos correspondientes, decide doblarnos al catalán los pasajes en los que suponemos Ballesta se expresa en castellano o no se defiende del todo con un idioma que, evidentemente, no es el suyo. Flaco favor para la cultura catalana, puesto que el actor no domina la lengua ni aún en el doblaje, y para la cultura en general, ya que privan al espectador de la versión original íntegra de la cinta.
Toda esta falta de seny, de sentido común, tiene una finalidad que, para gusto de los amantes del tópico, es puramente económica. Los productores de Bruc decidieron utilizar como gancho a Ballesta para ampliar el público potencial de la película al territorio español, aunque para ello tuvieran que sacrificar la verosimilitud de todo un protagonista que debió ser catalán de pura cepa. La duda está en si Ballesta es suficiente reclamo como para que a un ciudadano de Badajoz le interese la historia de un héroe catalán.
En ese sentido, que no se preocupen los catalanófobos porque Bruc, en busca de ese mercado español que probablemente nunca llegará, no se regocija en los aspectos patrióticos e identitarios de la leyenda. Quedarán saturados de tanto plano aéreo sobrevolando el monasterio de Montserrat pero les aseguro que no diferenciarán mucho el argumento del de Águila roja, Hispania u otras historias de época cimentadas en la venganza.
Los guionistas han decidido reducir la esencia de la leyenda de Bruc, esa en la que un joven consigue espantar a todo un ejército de Napoléon con el estruendo de un tambor, a un simple flashback que, curiosamente, es la secuencia más lograda del filme. Los 90 minutos del metraje se centran en un juego del ratón y el gato muy ambicioso en efectos pero totalmente parco en ideas. Y es que una vez superada la sorpresa inicial de la factura técnica, irreprochable, se nos aparece en todo su esplendor la oquedad más absoluta.
El perfil de los personajes, por ejemplo, deja mucho que desear. Bruc, sin ir más lejos, aparece retratado como un cobarde que se pasa toda la cinta huyendo, aunque ello implique dejar tirada a su amada en brazos del enemigo. No es de extrañar, por tanto, que su querida Gloria quede totalmente prendada, y sin venir a cuento, de uno de los capitanes enemigos. Por tanto, la imprescindible historia de amor, como el resto del argumento, hace aguas por todos lados.
Lástima que una ambiciosa producción catalana se muestre tan insegura. ¿Por qué no rodar íntegramente en catalán, como Pa negre y otras tantas que han triunfado este año? ¿O por qué no rodar íntegramente en castellano asumiendo con un par de collons que al fin y al cabo todo esto es un negocio? Las contradicciones no terminan aquí. Los silbidos se adueñaron de la sala en cuanto aparecieron en los títulos de crédito los logos de Telefónica y el gobierno de España. Curiosamente, más de la mitad del aforo fue invitado al preestreno por gentileza de MoviStar y, curiosamente, nadie reniega de papá Estado a la hora de pedir financiación. Por actitudes como estas, contradictorias, caemos mal los catalanes.
Ni cortos ni perezosos, los responsables de Bruc. El desafío decidieron deleitarnos con la versión catalana de la película en el preestreno de anoche en el cine Urgell de Barcelona. Una versión que, mientras nos ofrece un francés original e impoluto con los subtítulos correspondientes, decide doblarnos al catalán los pasajes en los que suponemos Ballesta se expresa en castellano o no se defiende del todo con un idioma que, evidentemente, no es el suyo. Flaco favor para la cultura catalana, puesto que el actor no domina la lengua ni aún en el doblaje, y para la cultura en general, ya que privan al espectador de la versión original íntegra de la cinta.
Toda esta falta de seny, de sentido común, tiene una finalidad que, para gusto de los amantes del tópico, es puramente económica. Los productores de Bruc decidieron utilizar como gancho a Ballesta para ampliar el público potencial de la película al territorio español, aunque para ello tuvieran que sacrificar la verosimilitud de todo un protagonista que debió ser catalán de pura cepa. La duda está en si Ballesta es suficiente reclamo como para que a un ciudadano de Badajoz le interese la historia de un héroe catalán.
En ese sentido, que no se preocupen los catalanófobos porque Bruc, en busca de ese mercado español que probablemente nunca llegará, no se regocija en los aspectos patrióticos e identitarios de la leyenda. Quedarán saturados de tanto plano aéreo sobrevolando el monasterio de Montserrat pero les aseguro que no diferenciarán mucho el argumento del de Águila roja, Hispania u otras historias de época cimentadas en la venganza.
Los guionistas han decidido reducir la esencia de la leyenda de Bruc, esa en la que un joven consigue espantar a todo un ejército de Napoléon con el estruendo de un tambor, a un simple flashback que, curiosamente, es la secuencia más lograda del filme. Los 90 minutos del metraje se centran en un juego del ratón y el gato muy ambicioso en efectos pero totalmente parco en ideas. Y es que una vez superada la sorpresa inicial de la factura técnica, irreprochable, se nos aparece en todo su esplendor la oquedad más absoluta.
El perfil de los personajes, por ejemplo, deja mucho que desear. Bruc, sin ir más lejos, aparece retratado como un cobarde que se pasa toda la cinta huyendo, aunque ello implique dejar tirada a su amada en brazos del enemigo. No es de extrañar, por tanto, que su querida Gloria quede totalmente prendada, y sin venir a cuento, de uno de los capitanes enemigos. Por tanto, la imprescindible historia de amor, como el resto del argumento, hace aguas por todos lados.
Lástima que una ambiciosa producción catalana se muestre tan insegura. ¿Por qué no rodar íntegramente en catalán, como Pa negre y otras tantas que han triunfado este año? ¿O por qué no rodar íntegramente en castellano asumiendo con un par de collons que al fin y al cabo todo esto es un negocio? Las contradicciones no terminan aquí. Los silbidos se adueñaron de la sala en cuanto aparecieron en los títulos de crédito los logos de Telefónica y el gobierno de España. Curiosamente, más de la mitad del aforo fue invitado al preestreno por gentileza de MoviStar y, curiosamente, nadie reniega de papá Estado a la hora de pedir financiación. Por actitudes como estas, contradictorias, caemos mal los catalanes.
Comentarios
me parece una soberana mierda el cine español.no me interesa nada esta pelicula,ni el tema,ni el actor,ni el director,ni nada.
jamas me gastaria un duro en verla en el cine o en dvd.
a un asi la vere por internet.
1 ) para agregarla a la coleccion (por que es gratis por que si es pagando esta no la tengo y san seacabo)
2 ) para sacar partido a los 60 euros de conexion.
3 ) por simple curiosidad y para pasar el rato.
y 4 )para incrementar mas mi cultura con un conocimiento nuevo aunque siendo hecha en españa poco se va aprender (tetas y culos,tetas y culos)
asi que muy señores mios cuando 40 millones de personas hagan lo mismo que yo.no digan que an dejado de ir y pagar por ver esta pelicula 40 millones de personas.
si es pagando esta mierda no lo vale y por lo tanto nadie habria visto esto nunca.
Me hace gracia cuando se culpa a la piratería de las malas cifras de la taquilla española, cuando este año precisamente ha sido nefasto en calidad. Sólo podría destacar 'Buried' como éxito.
Encima que ya financiamos todos los bodrios que se producen en este país, ya sólo faltaría encima pagar 7 euros para ver cómo se malgastan!