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Camino a los Goya

Tras el vacío estival, comienza la temporada cinematográfica con dos platos fuertes del cine español. Dos claras apuestas con posibilidades de situarse entre las cuatro favoritas en la próxima gala de entrega de los premios Goya. Un ambicioso proyecto frente a una película intimista. Pero no son las únicas. Todavía quedan por estrenar las mejor situadas en las quinielas: Los ojos de Julia, Biutiful y, tras el inesperado éxito en Venecia, Balada triste de trompeta.

LopeQuienes la han comparado con Shakespeare in love la han sobreestimado. Es cierto que entre patios de corrales nos sentimos como en el Londres teatral de finales del siglo XVI y que ambas se centran en un momento determinado de las vidas de dos escritores de renombre, pero ni Lope de Vega es William Shakespeare ni el biopic del primero se acerca en ambición y resultados al del segundo. Tampoco quienes la han equiparado a Alatriste han acertado. Con menos recursos que la superproducción de Díaz Yanes, Lope consigue lo más importante, contar una historia y contarla bien.
Aquí, el impresionante elenco de actores no sirve para acumular apariciones estelares al estilo Alatriste sino para cohesionar una trama más sencilla pero mejor desarrollada. Díaz Yanes no supo orquestar todos los medios con los que contaba, esas cifras totalmente alejadas de los estándares del cine español. El brasileño Andrucha Waddington, en cambio, ha preferido sustituir la cantidad por la calidad, destinando la acción a los diálogos y no a unos efectos especiales totalmente prescindibles en un drama romántico de estas características.
Por otro lado, no sabemos por qué el cine español se empeña en las historias de época. Los presupuestos se evidencian muy diferentes a los del otro lado del charco y las comparaciones siempre resultan odiosas. Es en el aspecto técnico donde únicamente chirría la cinta. Incapaz de ofrecer una introducción espectacular, Lope tampoco suple la falta de medios con un arranque que logre cautivar al espectador. No es hasta que avanza el metraje cuando la historia comienza a cobrar interés y la película adopta un sentido.
En el momento que entendemos el objetivo del filme, adentrarnos en la tensión sexual entre Lope y sus dos bellas amadas, Elena e Isabel, coge fuerza el guión y, sobre todo, el trabajo de los actores. De Pilar López de Ayala y de Leonor Watling podíamos presagiar grandes interpretaciones, pero la gran duda residía en Alberto Ammann. ¿Podría asumir un segundo papel protagonista? Pues no sólo lo asume, sino que lo borda. El argentino demuestra que la oportunidad de Celda 211 no fue una decisión caprichosa y que, desde luego, ha sabido aprovecharla.

Todo lo que tú quierasOcho años ha necesitado Achero Mañas para reunir el presupuesto necesario y volver a la gran pantalla tras el varapalo de Noviembre. Y no lo ha hecho con un proyecto fácil. Como con su anterior cinta, el director corría el riesgo de estamparse de nuevo contra los caprichos de la crítica. Pero en esta ocasión la apuesta ha salido a su favor. Todo lo que tú quieras es una película arriesgada y, sobre todo, valiente que consigue salir airosa de su particular planteamiento.
Un padre en plena desesperación decide travestirse de mujer para ayudar a su hija a superar la muerte de la madre. Es evidente que la premisa corría un serio peligro de caer en lo grotesco e incluso lo bochornoso. En manos de Mañas, sin embargo, se consiguen momentos de auténtica ternura entre un padre y su pequeña tras quedarse en desamparo por la ausencia de la figura materna.
Porque la madre es un pilar insustituible, y porque al hombre no le queda otro remedio que resignarse a un papel menos trascendental, el filme ha querido reflexionar sobre la falta de ese referente común en todas las culturas. Juan Diego Botto encarna con absoluta brillantez, y con ansias de galardón, la impotencia de un padre descolocado que tomará medidas desesperadas, e incomprensibles, para suplir el vacío dejado por su mujer.
La decisión, un tanto bipolar, vendrá acompañada de otros momentos trascendentales del filme que incluso se alejan de la trama principal. José Luis Gómez se reserva el más importante y amargo de ellos, transformado en actor de variedades homosexual, cuando se humilla ante el protagonista en plena función. Sólo su interpretación es más digna de elogio que la del mismísimo Botto.
Un segundo instante sublime, de los más duros del filme, lo protagoniza Najwa Nimri, cuando se ve forzada a asumir el papel de la fallecida en pleno coito. Ni la muerte de la protagonista, a la que también asistimos, resulta tan dolorosa. Y con la misma intensidad asistimos a una última escena intachable, cuando la niña, excelente Lucía Fernández, se niega a aceptar la realidad distorsionada. Por esos tres momentos imborrables, Todo lo que tú quieras ya logra superar sus flaquezas, como la reiteración o el estereotipo, hasta alcanzar el notable alto.

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