Revitalizar la saga Superman con la producción de Christopher Nolan y la dirección de Zack Snyder parecía una jugada maestra. El primero dotó de prestigio a un superhéroe en horas bajas; El segundo demostró con 300 y Watchmen su buena mano con los cómics. Desde luego, no hay dudas sobre la eficacia de la decisión en la cuenta de resultados. La cinta ha recaudado en diez días y sólo en Estados Unidos más de 200 millones de dólares. Sin embargo, los reparos llegan con el producto final, que ni mejora ni empeora el material previo. Simplemente lo desvirtúa . El hombre de acero se agarra como un clavo ardiendo a la marca Superman como podría haberlo hecho sobre cualquier otro superhéroe dentro de ese amplio e inabarcable surtido del que Hollywood se provee cual monstruo de las galletas . Más bien parece que asistimos al nacimiento de una nueva identidad, que ni han reconocido los seguidores del cómic ni desde luego reconoceremos los que todavía recordamos la primera entrega con Chr...
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