Desde ya mismo me rindo a los pies de la nueva saga resucitada por J.J. Abrams. Tiene narices que hayan tenido que pasar 11 películas y tropecientas versiones televisivas para haber visto por primera vez en mi vida a Spock y James Kirk en acción. Pero es que llegué muy tarde para los inicios del fenómeno galáctico y para cuando tuve uso de razón, Star trek se había convertido en todo un despropósito, muy por debajo del nivel de los nuevos episodios con los que George Lucas intentó reavivar su trilogía de ‘Star Wars’, que ya es decir.
Ha tenido que llegar J.J. para darle a la franquicia el suficiente atractivo como para llamar la atención de aquel público que hasta ahora aborrecía el sabor rancio de las historias de la nave Enterprise. Lo llaman el gurú de la televisión, aunque si nos paramos a pensar sólo cuenta con un éxito indiscutible: Lost. Los otros proyectos de Abrams para la pequeña pantalla deambulan entre el fracaso (Seis grados), el culebrón de ingenio escaso (Felicity), la acción surrealista (Alias) y la novedad que no termina de encontrar su sitio (Fringe).
En todo caso, los misterios de la isla de Perdidos son motivo suficiente para encumbrar a este hombre de gafas de pasta en lo más alto de la historia de la televisión. Si a semejante logro le sumamos su impactante aportación en la tercera parte de Misión imposible, obtenemos como resultado el reclamo imprescindible para la nueva Star trek. Y es que seguramente entre el público han pesado más sus iniciales, J.J., que el argumento del nuevo filme a la hora de escoger una franquicia que muchos consideraban ya muerta.
Si de algo puede presumir este hombre es de su sentido de la espectacularidad, una virtud que despliega con todas sus armas a lo largo de toda la película. El arranque es vertiginoso, el momento más desmesurado de todo el filme, el único instante en el que el espectador alérgico a la ciencia ficción puede mostrar algún signo de arrepentimiento por haber pagado su entrada. En cambio, desde el momento en que aparece la imponente cabecera de Star Trek las sospechas se disipan y dan paso a la absorbente historia de los inicios de Spock y Kirk.
Abrams no puede evitar recurrir a algunos de sus vicios más sonados. Las diferentes localizaciones se identifican con la misma tipografía que la cabecera de Lost (¿la tendrá registrada?), y los viajes en el tiempo, de sobras conocidos por los fanáticos de la serie, hacen también su pequeño acto de presencia en Star trek, aunque de nuevo sólo sirvan para estresar y desubicar al espectador.
Salvo esos pequeños guiños, la película poco más tiene en común con el resto de trabajos del director, que supera con creces el reto de revitalizar la marca. Su dominio del lenguaje televisivo mantiene vivo el interés de la cinta, que en ningún momento pierde el ritmo. Aunque, como buena superproducción, los efectos especiales tienen un papel destacado, jamás le roban el protagonismo a la trama. Incluso en un momento determinado, lo que podría haber sido una ensordecedora batalla galáctica plagada de explosiones queda silenciado por una banda sonora más al servicio de la historia que de los efectos. Difícil elección cuando siempre es más fácil la ostentación de los millones de dólares invertidos.
Por último, J.J. sale airoso también de su gran apuesta por un reparto puramente televisivo. El joven Chris Pine, figurante en series como CSI o A dos metros bajo tierra, acomete con soltura el papel del James Tiberius Kirk adolescente y rebelde. Sin llegar a su nivel de histrionismo, recuerda bastante al Sam de Transformers al que da vida Shia LaBeouf. Sin embargo, es Zachary Quinto, el malo malísimo de Héroes, el que da el golpe en su salto a la gran pantalla. El trasfondo de su personaje, atormentado por una lucha interior entre el sentimiento y la razón, y los matices de su interpretación son los que hacen prever que la nueva era de la saga Star trek vendrá plagada de grandes momentos. Ahora sólo falta esperar que, una vez reflotado el invento, la codicia de la Paramount no termine por desplazarlo de nuevo a los niveles de ridiculez del pasado.
Ha tenido que llegar J.J. para darle a la franquicia el suficiente atractivo como para llamar la atención de aquel público que hasta ahora aborrecía el sabor rancio de las historias de la nave Enterprise. Lo llaman el gurú de la televisión, aunque si nos paramos a pensar sólo cuenta con un éxito indiscutible: Lost. Los otros proyectos de Abrams para la pequeña pantalla deambulan entre el fracaso (Seis grados), el culebrón de ingenio escaso (Felicity), la acción surrealista (Alias) y la novedad que no termina de encontrar su sitio (Fringe).
En todo caso, los misterios de la isla de Perdidos son motivo suficiente para encumbrar a este hombre de gafas de pasta en lo más alto de la historia de la televisión. Si a semejante logro le sumamos su impactante aportación en la tercera parte de Misión imposible, obtenemos como resultado el reclamo imprescindible para la nueva Star trek. Y es que seguramente entre el público han pesado más sus iniciales, J.J., que el argumento del nuevo filme a la hora de escoger una franquicia que muchos consideraban ya muerta.
Si de algo puede presumir este hombre es de su sentido de la espectacularidad, una virtud que despliega con todas sus armas a lo largo de toda la película. El arranque es vertiginoso, el momento más desmesurado de todo el filme, el único instante en el que el espectador alérgico a la ciencia ficción puede mostrar algún signo de arrepentimiento por haber pagado su entrada. En cambio, desde el momento en que aparece la imponente cabecera de Star Trek las sospechas se disipan y dan paso a la absorbente historia de los inicios de Spock y Kirk.
Abrams no puede evitar recurrir a algunos de sus vicios más sonados. Las diferentes localizaciones se identifican con la misma tipografía que la cabecera de Lost (¿la tendrá registrada?), y los viajes en el tiempo, de sobras conocidos por los fanáticos de la serie, hacen también su pequeño acto de presencia en Star trek, aunque de nuevo sólo sirvan para estresar y desubicar al espectador.
Salvo esos pequeños guiños, la película poco más tiene en común con el resto de trabajos del director, que supera con creces el reto de revitalizar la marca. Su dominio del lenguaje televisivo mantiene vivo el interés de la cinta, que en ningún momento pierde el ritmo. Aunque, como buena superproducción, los efectos especiales tienen un papel destacado, jamás le roban el protagonismo a la trama. Incluso en un momento determinado, lo que podría haber sido una ensordecedora batalla galáctica plagada de explosiones queda silenciado por una banda sonora más al servicio de la historia que de los efectos. Difícil elección cuando siempre es más fácil la ostentación de los millones de dólares invertidos.
Por último, J.J. sale airoso también de su gran apuesta por un reparto puramente televisivo. El joven Chris Pine, figurante en series como CSI o A dos metros bajo tierra, acomete con soltura el papel del James Tiberius Kirk adolescente y rebelde. Sin llegar a su nivel de histrionismo, recuerda bastante al Sam de Transformers al que da vida Shia LaBeouf. Sin embargo, es Zachary Quinto, el malo malísimo de Héroes, el que da el golpe en su salto a la gran pantalla. El trasfondo de su personaje, atormentado por una lucha interior entre el sentimiento y la razón, y los matices de su interpretación son los que hacen prever que la nueva era de la saga Star trek vendrá plagada de grandes momentos. Ahora sólo falta esperar que, una vez reflotado el invento, la codicia de la Paramount no termine por desplazarlo de nuevo a los niveles de ridiculez del pasado.
Comentarios
Y este remake de 'Star trek' me duele en el alma. Que lo hagan con 'Beverly hills' vale, pero ¿fusilar el carisma de Leonard Limoy? ¡No!
Ya me jodió la elección de Anakin Skywalker que hizo Lucas para las dos últimas entregas de 'Star wars', un chavalín muy guaperas pero que, lejos de aportar algo al papel de joven Darth Vader, lo destrozó.
Me alegro que coincidamos en 'Mujeres Desesperadas' almenos, pero es que hay un montón de series que no están precisamente pensadas para adultos con actores de lujo, por ejemplo 'Los soprano' o 'Mad men'! Y puedo seguir. He empezado a ver 'the wire' y parece puro cine. Y qué me dices de 'a dos metros bajo tierra'? Ningún actor chirría! Y de 'el ala oeste de la casa blanca'???
Es normal que para rejuvenecer la saga y ganar nuevos adeptos tengan que recurrir a gente joven, pero ya te digo que el que me parece más niñato y peor actor es el que encarna a Kirk! jejejej