Jueves 3 de abril de 2025. Cine Aribau de Barcelona. Preestreno de la película Sorda en el Festival Internacional de Cinema d’Autor de Barcelona (más conocido como D’A). Además del ministro de cultura, Ernest Urtasun, asisten a la premiere algunos de sus intérpretes, entre ellos la protagonista, Miriam Garlo, y otras actrices y actores sordos. El 80% de la sala, repleta, los recibimos con un cálido aplauso. Bien sonoro. Tan solo unos cuantos levantan sus manos para aplaudir con la lengua de signos. Es el ejemplo más gráfico y real de lo que nos plasmaría este filme a continuación. Una inmersión impecable en la mente de una persona con sordera que pide a gritos silenciosos la comprensión de una mayoría oyente.
Difícilmente este filme sería tan sensorial y tan palpable si no fuera porque su protagonista pertenece a la comunidad no oyente y su directora, Eva Libertad, es su hermana. Sabían perfectamente lo que querían plasmar. De primera mano. Y lo han hecho sin mecanismos facilones, sin juicios morales, tan solo expulsando el mundo interior de una mujer con miedo a perder su conexión con el mundo.
El nacimiento de una hija con su pareja oyente es el revulsivo perfecto para mostrar todo tipo de situaciones en las que una persona sorda puede sentirse de lo más indefensa. Especialmente dolorosa es la escena del parto. Pero desde la primera visita a la ginecóloga hasta la crianza de la niña es todo un proceso plagado de miedos, inseguridades y recelos. El gran trabajo de Miriam Garlo y Álvaro Cervantes está precisamente en lograr la empatía del espectador con personajes que fácilmente podrían provocar el rechazo.
Por si fuera poco, hay decisiones artísticas que juegan todavía más a favor del filme. Son decisiones que podrían resultar obvias, recursos para mayor gloria de la directora, pero que son justo lo contrario, un mecanismo para experimentar de primera mano el aislamiento sonoro y social. Si para algo debe servir el cine es para sentir como propias las realidades ajenas. Y el gran mérito de Sorda es justamente apelar a oyentes y no oyentes sin juicios ni condescendencias. De forma sensible, honesta y humana.
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