Pedirle originalidad al cine animado que nos llega desde Hollywood, cuando incluso Pixar tira del piloto automático, es ya una quimera. De ahí que sorprendan las reiteradas menciones a Toy Story en la mayoría de críticas sobre Mascotas, la última propuesta del estudio que arrasa con los Minions y que ahora ha batido récords con la manida fórmula de los animales parlanchines. ¿Acaso Zootrópolis no basaba su existencia en el éxito de Madagascar? ¿No son Kung Fu Panda e Ice age franquicias prácticamente autoparódicas? Los dibujos animados se han convertido en un entramado industrial cuya genialidad no se encuentra tanto en la idea o la técnica, prácticamente plagiados, sino en los pequeños matices de humor. Y en ese sentido, la propuesta de Illumination contiene los suficientes como para traspasar el aprobado.
Más allá de la típica historia de amistad y rescate, de su marcado tono infantil, Mascotas basa su astucia en la creación de personajes secundarios rotundamente hilarantes. De nuevo, los protagonistas de la función, esos dos perros en lucha interna por ganarse el favor de la dueña, son aquí los que menos conquistan. Les rodea un elenco de bichos robaescenas y por cuya existencia ya conviene felicitar a los guionistas. Una linda gatita con artes ocultas, un cerdo tatuado y con piercing en la nariz, un halcón controlando su instinto. Perfiles que ya hemos visto anteriormente (léase Gato con botas o Diego de Ice age) pero que con distinto collar armonizan una propuesta que encaja perfectamente en ese peliagudo cajón de sastre que es el de ‘para toda la familia’.
Porque aunque aquí los adultos tendremos que aguantar algunas situaciones claramente destinadas al público infantil también obtendremos a cambio chispeantes contribuciones, como el conejo psicópata Snowball que, zanahoria en mano, se convierte al instante en uno de los mejores villanos del cine animado. Para los que no conecten con la película quizá les convenga armarse de paciencia y esperar, bien avanzado el metraje, a una escena onírica protagonizada por salchichas absolutamente desternillante. Unos segundos de auténtica carcajada que ya compensan el precio de la entrada.
La película, por tanto, no pasará a la historia por su innovación sino que pasará directamente a engrosar la larga lista de exitosas franquicias animadas. Con la secuela y su fecha de estreno ya confirmadas, sólo cabe esperar de ella un nuevo desfile de personajes originales y carismáticos que nos haga olvidar por momentos que asistimos a un bucle de reiteración. Mascotas puede ser Toy Story, Buscando a Nemo, Madagascar o todas juntas. Para ideas frescas quizá convenga hurgar en otras cinematografías, como la asiática, o esperar a que se ilumine de nuevo el flexo de Pixar.
Más allá de la típica historia de amistad y rescate, de su marcado tono infantil, Mascotas basa su astucia en la creación de personajes secundarios rotundamente hilarantes. De nuevo, los protagonistas de la función, esos dos perros en lucha interna por ganarse el favor de la dueña, son aquí los que menos conquistan. Les rodea un elenco de bichos robaescenas y por cuya existencia ya conviene felicitar a los guionistas. Una linda gatita con artes ocultas, un cerdo tatuado y con piercing en la nariz, un halcón controlando su instinto. Perfiles que ya hemos visto anteriormente (léase Gato con botas o Diego de Ice age) pero que con distinto collar armonizan una propuesta que encaja perfectamente en ese peliagudo cajón de sastre que es el de ‘para toda la familia’.
Porque aunque aquí los adultos tendremos que aguantar algunas situaciones claramente destinadas al público infantil también obtendremos a cambio chispeantes contribuciones, como el conejo psicópata Snowball que, zanahoria en mano, se convierte al instante en uno de los mejores villanos del cine animado. Para los que no conecten con la película quizá les convenga armarse de paciencia y esperar, bien avanzado el metraje, a una escena onírica protagonizada por salchichas absolutamente desternillante. Unos segundos de auténtica carcajada que ya compensan el precio de la entrada.
La película, por tanto, no pasará a la historia por su innovación sino que pasará directamente a engrosar la larga lista de exitosas franquicias animadas. Con la secuela y su fecha de estreno ya confirmadas, sólo cabe esperar de ella un nuevo desfile de personajes originales y carismáticos que nos haga olvidar por momentos que asistimos a un bucle de reiteración. Mascotas puede ser Toy Story, Buscando a Nemo, Madagascar o todas juntas. Para ideas frescas quizá convenga hurgar en otras cinematografías, como la asiática, o esperar a que se ilumine de nuevo el flexo de Pixar.
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