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Mostrando entradas de octubre, 2009

Cortando la manzana

¿Es tan difícil condensar en pocos minutos una historia que llegue al espectador sin que termine pareciendo un anuncio publicitario? Y lo dice alguien que suele enrollarse como una persiana cuando en realidad lo que cuenta no debería extenderse más allá de dos parágrafos… Autocríticas aparte que no vienen al caso, conviene preguntarse por qué los cortos acostumbran a tener ese aire medio filosófico medio trascendental que acaban por mermar la claridad del mensaje . Porque es una lástima que una propuesta tan interesante como la que plantea New York, I love you o su predecesora parisina se conviertan al final en un cúmulo de altibajos con regusto a surrealismo barato. Sorprendente que una de las historias más coherentes de la película corra a cargo de Brett Ratner , conocido por destrozar terceras partes de sagas tan importantes como las de Hannibal Lecter o los X-Men y por alargar hasta la degradación la serie Prison Break . La experiencia de un chico en su baile de graduación con la

La osadía de Amenábar

Venía precedida por los fastos más propios del imperio romano que de una producción cinematográfica española. No en vano, merecía la pena ver a Cayo Vasile César, emperador mediático de Fuencarral, recibiendo en lo alto de la escalinata a las 4.000 personalidades de toda índole que se aglutinaron en el estreno de la última película de Alejandro Amenábar . Una Ágora de 50 millones de euros de presupuesto que muchos, ahora, temen echar de menos. Y es que, al parecer, la superproducción no encuentra quien la distribuya en Estados Unidos, convirtiendo tamaña inversión en todo un suicidio. Ya se sabe. Son las consecuencias de sumergirse en el pantanoso terreno de las religiones. A pesar de los esfuerzos de Amenábar por resaltar que su película no ataca al cristianismo sino a los fanatismos religiosos, es evidente que Ágora supone una valiente crítica a los orígenes de una religión que todavía impera entre los espectadores occidentales. Al director español, por tanto, le puede suceder como

Menos de lo mismo

Me dejé llevar de nuevo por la expectación previa, por las críticas que anunciaban una continuación meritoria de [REC] , repleta de sangre y giros inesperados en la trama y la puesta en escena. El resultado, como suele ocurrir cuando uno acude al cine con excesivas ganas, ha sido poco menos que decepcionante. Jaume Balagueró y Paco Plaza, los omnipresentes directores de lo que promete ser una saga inagotable, no han logrado ninguno de los dos propósitos por los que suele ponerse en marcha una secuela: ni vuelta de tuerca más o menos forzada ni regalo para los fanáticos de la primera parte. [REC]2 no se multiplica a sí misma sino que reduce a la mitad los logros de una excelente propuesta que, como Saw , jamás debió caer en las garras del negocio. La acción, como todo el mundo sabe, arranca escasos minutos después de la primera, cuando la reportera Ángela Vidal es absorbida en la buhardilla del edificio contaminado del Eixample. Tras la puesta en cuarentena de todo el bloque, nuestro