El próximo filme de Stephen Daldry supone un reto mayor que sus tres primeras obras maestras. Las asombrosas aventuras de kavalier y Clay, de Michael Chabon, abarca tanta materia que su adaptación es todo un reto incluso para el director que ha logrado trasladar a la pantalla de forma brillante dos novelas complejas como Las horas o El lector.
El realizador británico ha decidido echar mano de nuevo de un Premio Pulitzer, tras la historia a tres tiempos de Michael Cunningham, para su próxima película. Se desconoce prácticamente todo sobre ella, incluso a los actores que darán vida a los dos protagonistas del título. La única información de la que disponemos son las casi 700 páginas del ambicioso libro en el que se inspirará el largometraje y, de entrada, lo que trasciende de la obra es que se trata de un enorme desafío.
Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay pueden ser muchas cosas: desde un detallado homenaje al mundo del cómic hasta una apología del american way of life, pasando por la biografía de dos personajes ficticios repleta de acontecimientos que deambulan entre la realidad y la fantasía. Chabon realiza un ejercicio espectacular de documentación en el que la minuciosidad de los detalles nos hace sospechar que su trabajo se encuentra bien lejos de la ficción. Sin embargo, y ahí está el mérito de su labor, la historia es mayoritariamente una ingeniosa invención cimentada sobre acontecimientos reales.
Tras El lector, los nazis vuelven a estar presentes en un filme de Daldry, aunque en esta ocasión no desde un punto de vista tan reflexivo. El joven judío Josef Kavalier huye de la Praga asediada por Hitler hacia Estados Unidos, dejando atrás a sus padres y a su hermano. Una vez en tierras americanas, se instala en casa de su primo Sammy Klayman y juntos iniciarán desde la nada las exitosas viñetas de un superhéroe contra el nazismo (La primera portada del cómic la protagonizará una brutal paliza de El escapista al mismísimo Hitler).
Pero Chabon no sólo se dedica a radiografiar al milímetro los inicios y el auge del cómic de superhéroes, con menciones y reflexiones sobre personajes tan conocidos como Superman o Batman. La historia de Kavalier parte de una infancia marcada por su devoción hacia el ilusionismo en una época en la que el mago húngaro de origen judío Harry Houdini triunfaba en medio mundo escapando de cajas fuertes arrojadas al mar o liberándose de todo tipo de esposas, candados y cadenas. El ilusionista será la inspiración de los dos jóvenes a la hora de crear El escapista y su plasmación en la gran pantalla hace presagiar un parecido más que razonable con tantas otras películas recientes dedicadas al mundo de la magia (El ilusionista, El truco final o El último gran mago, con Guy Pearce encarnando al mismísimo Houdini).
Más allá de la magia y del cómic, el libro también deviene en tragedia personal. Kavalier vivirá torturado con la obsesión por reunir a su familia en América y Clay deberá asumir con muchas dificultades su orientación sexual. Sus caminos recorrerán acontecimientos inesperados y totalmente alejados de la trama inicial, con parajes bastante tristes que contrastan con la alegría inicial, para desembocar en un final apoteósico y espectacular en el Empire State Building.
En definitiva, mucha tela por cortar y para recortar en los 120 minutos que suele durar una película. El proyecto está todavía muy verde. Tan verde que incluso peligra su puesta en marcha, sobre todo porque de nuevo Stephen Daldry se enfrenta a una guerra entre productores capitaneada por el capo Weinstein. Si la adaptación sigue adelante (en IMDB sigue apareciendo el filme como ‘en desarrollo’) nos encontraremos ante uno de los filmes más esperados. Podremos comprobar si Daldry mantiene el excelente nivel de su carrera y, sobre todo, si ha sido capaz de llevar a la pantalla Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay sin perder el norte. Complicado lo tiene.
El realizador británico ha decidido echar mano de nuevo de un Premio Pulitzer, tras la historia a tres tiempos de Michael Cunningham, para su próxima película. Se desconoce prácticamente todo sobre ella, incluso a los actores que darán vida a los dos protagonistas del título. La única información de la que disponemos son las casi 700 páginas del ambicioso libro en el que se inspirará el largometraje y, de entrada, lo que trasciende de la obra es que se trata de un enorme desafío.
Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay pueden ser muchas cosas: desde un detallado homenaje al mundo del cómic hasta una apología del american way of life, pasando por la biografía de dos personajes ficticios repleta de acontecimientos que deambulan entre la realidad y la fantasía. Chabon realiza un ejercicio espectacular de documentación en el que la minuciosidad de los detalles nos hace sospechar que su trabajo se encuentra bien lejos de la ficción. Sin embargo, y ahí está el mérito de su labor, la historia es mayoritariamente una ingeniosa invención cimentada sobre acontecimientos reales.
Tras El lector, los nazis vuelven a estar presentes en un filme de Daldry, aunque en esta ocasión no desde un punto de vista tan reflexivo. El joven judío Josef Kavalier huye de la Praga asediada por Hitler hacia Estados Unidos, dejando atrás a sus padres y a su hermano. Una vez en tierras americanas, se instala en casa de su primo Sammy Klayman y juntos iniciarán desde la nada las exitosas viñetas de un superhéroe contra el nazismo (La primera portada del cómic la protagonizará una brutal paliza de El escapista al mismísimo Hitler).
Pero Chabon no sólo se dedica a radiografiar al milímetro los inicios y el auge del cómic de superhéroes, con menciones y reflexiones sobre personajes tan conocidos como Superman o Batman. La historia de Kavalier parte de una infancia marcada por su devoción hacia el ilusionismo en una época en la que el mago húngaro de origen judío Harry Houdini triunfaba en medio mundo escapando de cajas fuertes arrojadas al mar o liberándose de todo tipo de esposas, candados y cadenas. El ilusionista será la inspiración de los dos jóvenes a la hora de crear El escapista y su plasmación en la gran pantalla hace presagiar un parecido más que razonable con tantas otras películas recientes dedicadas al mundo de la magia (El ilusionista, El truco final o El último gran mago, con Guy Pearce encarnando al mismísimo Houdini).
Más allá de la magia y del cómic, el libro también deviene en tragedia personal. Kavalier vivirá torturado con la obsesión por reunir a su familia en América y Clay deberá asumir con muchas dificultades su orientación sexual. Sus caminos recorrerán acontecimientos inesperados y totalmente alejados de la trama inicial, con parajes bastante tristes que contrastan con la alegría inicial, para desembocar en un final apoteósico y espectacular en el Empire State Building.
En definitiva, mucha tela por cortar y para recortar en los 120 minutos que suele durar una película. El proyecto está todavía muy verde. Tan verde que incluso peligra su puesta en marcha, sobre todo porque de nuevo Stephen Daldry se enfrenta a una guerra entre productores capitaneada por el capo Weinstein. Si la adaptación sigue adelante (en IMDB sigue apareciendo el filme como ‘en desarrollo’) nos encontraremos ante uno de los filmes más esperados. Podremos comprobar si Daldry mantiene el excelente nivel de su carrera y, sobre todo, si ha sido capaz de llevar a la pantalla Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay sin perder el norte. Complicado lo tiene.
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