Hasta la presentadora Ellen DeGeneres lo tenía asumido. O aquella era la noche de 12 años de esclavitud o sobre la Academia de Hollywood pesarían las más sanguinarias denuncias de racismo. Esa es al menos la mentalidad de los votantes de una ceremonia que en principio debería premiar al mejor del cine del año pero que siempre termina rendida ante las apariencias. Porque al igual que la alfombra roja es un escaparate de moda, joyería y complementos quirúrgicos, los galardones son casi siempre la plasmación de una conciencia colectiva plagada de remordimientos.
Pero el gran riesgo de la diplomacia es que, mal gestionada, puede producir el efecto contrario, que ninguna de las partes quede plenamente satisfecha. Y eso es precisamente lo que debería haber producido la repentina victoria de 12 años de esclavitud en detrimento de la vencedora moral de la noche, una Gravity que pasa directamente a engrosar esa larga lista de filmes de ciencia ficción ignorados por los Oscars de Hollywood. Y no por falta de ganas, seguramente. Más bien por el miedo a la mala conciencia, la que produce ignorar a las llamadas cintas comprometidas.
Toda denuncia o reivindicación y lo que es peor, todo remiendo que ayude a suplir los errores del pasado, pasará siempre por delante de cualquier obra maestra, por muy innovadora o revolucionaria que sea. Sin ir más lejos, la película de Steve McQueen ha alcanzado la gloria por delante de sus dos propuestas previas, Hunger y Shame, muy superiores en calidad y riesgo a 12 años de esclavitud. De la misma manera, ha obtenido el máximo galardón más por su valor simbólico que por su trascendencia cinematográfica, algo por lo que sí serán recordadas Gravity, Her e incluso El lobo de Wall Street.
Más allá de la gran incógnita de la noche, si los académicos se inclinarían más por el corazón que por el postureo, los Oscars cumplieron este año más que nunca con todas las predicciones. Gravity arrasó con los premios técnicos, Cate Blanchett culminó su imbatible carrera con Blue Jasmine, Matthew McConaughey hizo lo propio con su oscarizable transformación en Dallas Buyers Club, justo después de Jared Leto, y Lupita Nyong'o se convirtió en la gran protagonista de la noche. Ni Jennifer Lawrence pudo hacer sombra a su vestido color azul nairobi.
Por último, una de las grandes beneficiadas de la gala de anoche ha sido la propia gala. Sin sketches, sin grandes guiones, sin la espectacularidad de otros años, ha conseguido el ritmo que tanto ansían productores y espectadores. Y gran parte del mérito pertenece a Ellen DeGeneres, presentadora que no despierta el entusiasmo de muchos seguidores pero que ha demostrado eficacia sin estridencias ni divismos. Con algo tan sencillo como una pizza o una foto de móvil ha logrado lo que cientos de guionistas de soporíferas galas han soñado: no adormecer al personal.
Pero el gran riesgo de la diplomacia es que, mal gestionada, puede producir el efecto contrario, que ninguna de las partes quede plenamente satisfecha. Y eso es precisamente lo que debería haber producido la repentina victoria de 12 años de esclavitud en detrimento de la vencedora moral de la noche, una Gravity que pasa directamente a engrosar esa larga lista de filmes de ciencia ficción ignorados por los Oscars de Hollywood. Y no por falta de ganas, seguramente. Más bien por el miedo a la mala conciencia, la que produce ignorar a las llamadas cintas comprometidas.
Toda denuncia o reivindicación y lo que es peor, todo remiendo que ayude a suplir los errores del pasado, pasará siempre por delante de cualquier obra maestra, por muy innovadora o revolucionaria que sea. Sin ir más lejos, la película de Steve McQueen ha alcanzado la gloria por delante de sus dos propuestas previas, Hunger y Shame, muy superiores en calidad y riesgo a 12 años de esclavitud. De la misma manera, ha obtenido el máximo galardón más por su valor simbólico que por su trascendencia cinematográfica, algo por lo que sí serán recordadas Gravity, Her e incluso El lobo de Wall Street.
Más allá de la gran incógnita de la noche, si los académicos se inclinarían más por el corazón que por el postureo, los Oscars cumplieron este año más que nunca con todas las predicciones. Gravity arrasó con los premios técnicos, Cate Blanchett culminó su imbatible carrera con Blue Jasmine, Matthew McConaughey hizo lo propio con su oscarizable transformación en Dallas Buyers Club, justo después de Jared Leto, y Lupita Nyong'o se convirtió en la gran protagonista de la noche. Ni Jennifer Lawrence pudo hacer sombra a su vestido color azul nairobi.
En la cuneta han quedado grandes (e incluso mejores) interpretaciones, como las que se marcan Julia Roberts y Meryl Streep en Agosto y que han pasado tan desapercibidas en esta carrera como la propia película. También dos grandes secundarios, Michael Fassbender y Barkhad Adhi, han quedado eclipsados por el travestismo de Jared Leto, siempre tan al gusto de los académicos. Pero el gran crimen, que se sigue perpetuando ya durante demasiado tiempo, es hacia Leonardo DiCaprio, que ha protagonizado la que sin duda es la actuación del año en El lobo de Wall Street. Confirma algo de lo que somos plenamente conscientes, que las grandes carreras y los Oscars pueden seguir discurriendo en paralelo.
Por último, una de las grandes beneficiadas de la gala de anoche ha sido la propia gala. Sin sketches, sin grandes guiones, sin la espectacularidad de otros años, ha conseguido el ritmo que tanto ansían productores y espectadores. Y gran parte del mérito pertenece a Ellen DeGeneres, presentadora que no despierta el entusiasmo de muchos seguidores pero que ha demostrado eficacia sin estridencias ni divismos. Con algo tan sencillo como una pizza o una foto de móvil ha logrado lo que cientos de guionistas de soporíferas galas han soñado: no adormecer al personal.
Comentarios
Mira que mala es la gente, que dice que subió a coger el Oscar un poco "colocadillo", otros dicen que "hasta las trancas".
Pero ya se merecia el Oscar.
He empezado a vera el martes en el plus 2, y van ya por el capi 3.. No me entero de nada.. Mira que me ha parecido que ver a Matiu que hace un papel en esta serie, como si fuera un "conglomerado" de la película Escalofrio, y de la otra película Contac.
No la ves niño ???
Si la ves me dices si si es verdad que tiene muchos matices de esas dos películas.
En una.. como el castigador.. y en la otra como teólogo.
Matthew lo hace muy bien, pero fíjate que dudo mucho que te guste en la peli por la que ha ganado el oscar. Está feísimo!!
True detective? Me encantó!!! Hubo más de una cosa que no entendí yo tampoco y supongo que por eso puedes ver referencias de todo tipo. A mí a Contact no me recordó nada, aunque hace siglos que la vi y lo mismo no pillo el enlace... Escalofrío no la he visto.