Una historia sobre homosexualidad dentro de la comunidad negra parecía una vuelta de tuerca, un quién da más dentro del cine de denuncia social que podría suponer el reclamo perfecto para una Academia de Hollywood deseando resarcir sus pecados discriminatorios. Por suerte, Moonlight no pertenece a ese grupo de cintas que buscan a toda costa la exaltación , que se convierten en estandartes de la lucha contra la opresión de la hegemonía blanca y heterosexual. La propuesta de Barry Jenkins es mucho más valiosa, ya que con su premisa y, sobre todo, su puesta en escena, logra abarcar un sentimiento prácticamente universal, el del miedo a la propia identidad. Little, Chorin y Black no son sólo los tres actos en los que se divide la trama sino las tres fases de un complicado proceso de asimilación personal , el que sufre un niño, adolescente y adulto lidiando consigo mismo y su entorno de barrio marginal en Miami. Esta vez la marginación no surge del racismo sino desde dentro, desde el...
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