Algo tiene Escandinavia que no sólo es la cuna del estado del bienestar sino también el reflejo del lado más siniestro y depravado de nuestra sociedad. Puede que sea el clima, o el sol de medianoche, pero lo que es evidente es que desde el hemisferio norte proliferan cada vez con mayor fuerza las propuestas más sórdidas y espeluznantes . El fenómeno se propagó con la trilogía Millenium de Stieg Larsson pero desde luego el séptimo arte no ha querido quedarse rezagado a la hora de plasmar esa atmósfera inquietantemente gélida. La caza es otro ejemplo más de ese cine desangelado, desprovisto de toda pasión, que también exploraron Déjame entrar o Headhunters . Cintas en las que lo más aterrador se encuentra en el envoltorio, impersonal, sin ornamentos, sin sentimientos. Salvo que en esta ocasión no son los vampiros o los ladrones de guante blanco los que protagonizan la historia sino alguien mucho más cercano y reconocible como el falso culpable. La premisa de la cinta ya ...
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