Cuando uno piensa en comedias de instituto estadounidense enseguida le vienen a la mente jugadores de rugby, cheerleaders, taquillas y novatadas. Cuando el título del filme incluye además la palabra ‘marginado’ ya puede preverse la indispensable dosis de bullying para ganar la empatía del espectador. Aunque todos esos elementos están presentes (debe ser tan difícil obviarlos como los autobuses escolares de color amarillo), la ópera prima de Stephen Chbosky se aleja bastante del tópico y se convierte en una extraña gozada, sobre todo para aquellos que vivimos aquellos años de adolescencia como los peores de nuestra vida.
Charlie llega al instituto contando los días que le quedan para abandonarlo, como esa larga condena en la que puede convertirse el paso por la educación secundaria, en ese nivel intermedio entre la confortabilidad de la escuela y la liberación universitaria. Es tímido, callado y, para colmo, participa en clase. Desprende rareza y aparenta fragilidad. Reúne, por tanto, todas las papeletas para convertirse en pasto de los desalmados. Sin embargo, encuentra cobijo en un grupo de marginados que poco o nada tiene que ver con los clubes de lectura o las competiciones de ajedrez.
Porque la pandilla que lideran Emma Watson y Ezra Miller está bien lejos de ser marginal. Es más, su desparpajo, el culto a la música de los ochenta y su look desenfadado provocarían hoy en día la máxima envidia entre los paseantes de Gracia o Chueca. Más que unos outsiders, nos encontramos ante un grupo de lo más cool. Y es que seguramente hoy habría patadas por entrar en una hermandad de raritos con tanta personalidad y tan buen gusto musical.
Así pues, más que en el victimismo de los seres incomprendidos, Las ventajas de ser un marginado se centra en los despertares de la época más confusa de nuestras vidas. Lo hace además con un protagonista de lo más entrañable, que mientras se enfrenta a varios traumas infantiles descubre a su primer amor. Las relaciones que va forjando Charlie en el instituto, con el profesor de literatura, con el extravagante Patrick o con la arrolladora Sam, son el auténtico aporte de una cinta que si algo desprende es optimismo y buen rollo.
Las ventajas de ser un marginado sirve también para constatar el sentido común de los chicos de Harry Potter, que se han sabido labrar un futuro prometedor una vez cerradas las puertas de Hogwarts. Daniel Radcliffe hace tiempo que buscó su hueco entre los escenarios de Broadway y las producciones independientes pero todavía faltaba por ver qué sería de la dulce Hermione. La joven maga nos ha crecido y, desde luego, con esa mezcla de rebeldía y elegancia se ha convertido en una excelente robaplanos. Ahí está la sincera y emotiva escena en la que declara su amor hacia su amigo Charlie para demostrarlo.
Pero la gran aportación a la película (estará todo el mundo de acuerdo) la proporciona Ezra Miller, el que daba nombre a Tenemos que hablar de Kevin, y que aquí simplemente desborda talento con el histriónico y homosexual sin tapujos Patrick. En su libertinaje, en su absoluta falta de complejos, se resume el espíritu de un filme que dignifica la etiqueta de independiente. Porque entre las ventajas de ser el responsable de tu propia adaptación cinematográfica se encuentra sin duda la más importante, la que diferencia a esta cinta de tantas otras, la de la plena autonomía.
Charlie llega al instituto contando los días que le quedan para abandonarlo, como esa larga condena en la que puede convertirse el paso por la educación secundaria, en ese nivel intermedio entre la confortabilidad de la escuela y la liberación universitaria. Es tímido, callado y, para colmo, participa en clase. Desprende rareza y aparenta fragilidad. Reúne, por tanto, todas las papeletas para convertirse en pasto de los desalmados. Sin embargo, encuentra cobijo en un grupo de marginados que poco o nada tiene que ver con los clubes de lectura o las competiciones de ajedrez.
Porque la pandilla que lideran Emma Watson y Ezra Miller está bien lejos de ser marginal. Es más, su desparpajo, el culto a la música de los ochenta y su look desenfadado provocarían hoy en día la máxima envidia entre los paseantes de Gracia o Chueca. Más que unos outsiders, nos encontramos ante un grupo de lo más cool. Y es que seguramente hoy habría patadas por entrar en una hermandad de raritos con tanta personalidad y tan buen gusto musical.
Así pues, más que en el victimismo de los seres incomprendidos, Las ventajas de ser un marginado se centra en los despertares de la época más confusa de nuestras vidas. Lo hace además con un protagonista de lo más entrañable, que mientras se enfrenta a varios traumas infantiles descubre a su primer amor. Las relaciones que va forjando Charlie en el instituto, con el profesor de literatura, con el extravagante Patrick o con la arrolladora Sam, son el auténtico aporte de una cinta que si algo desprende es optimismo y buen rollo.
Las ventajas de ser un marginado sirve también para constatar el sentido común de los chicos de Harry Potter, que se han sabido labrar un futuro prometedor una vez cerradas las puertas de Hogwarts. Daniel Radcliffe hace tiempo que buscó su hueco entre los escenarios de Broadway y las producciones independientes pero todavía faltaba por ver qué sería de la dulce Hermione. La joven maga nos ha crecido y, desde luego, con esa mezcla de rebeldía y elegancia se ha convertido en una excelente robaplanos. Ahí está la sincera y emotiva escena en la que declara su amor hacia su amigo Charlie para demostrarlo.
Pero la gran aportación a la película (estará todo el mundo de acuerdo) la proporciona Ezra Miller, el que daba nombre a Tenemos que hablar de Kevin, y que aquí simplemente desborda talento con el histriónico y homosexual sin tapujos Patrick. En su libertinaje, en su absoluta falta de complejos, se resume el espíritu de un filme que dignifica la etiqueta de independiente. Porque entre las ventajas de ser el responsable de tu propia adaptación cinematográfica se encuentra sin duda la más importante, la que diferencia a esta cinta de tantas otras, la de la plena autonomía.
Comentarios
Lo mejor de la película fue su música, que me encantó.
La película no ofrece nada nuevo; de hecho, tira de bastantes clichés, aunque muy bien llevados. La película no se me hizo nada pesada y la disfruté. No me lo esperaba cuando entré en la sala.
kyot_
Qué tal todo, kyot?
Pues yo es que no sabía muy bien de qué iba. Queríamos ir al cine, faltaba 1 hora para la sesión nocturna y de lo que había, era la que tenía mejor crítica en filmaffinity. ¡Tuvimos suerte!
¿has visto la última del DeNiro? Silver Linings (El lado de las buenas cosas es España, creo). Es también una película muy típica, de chico conoce chica, pero tiene su puntito. Es peor que la de los marginados, pero se me hizo sorprendentemente también muy amena. De esas películas que te marcan, pero que te hacen empezar bien la noche :)
kyot_