
El viernes tuve ocasión de disfrutar (con todas las comillas posibles) del último gran éxito del panorama teatral de Barcelona. Grease lleva un año en la ciudad condal y suma ya 350.000 espectadores. Todo un logro si no fuera porque detrás hay toda una inédita inversión de más de 200 millones de las antiguas pesetas, con promoción incluida. Pero otro gallo cantaría, y nunca mejor dicho, si tal desembolso se hubiera destinado a un guionista más adulto y a un mejor casting de actores principales.
Debuta como Olivia Newton John en esta segunda temporada una Edurne perfecta para cabeceras de series chapuceras pero insípida como una manzana para un papel de envergadura como el de la mítica Sandy. Más que una interpretación de actriz parecía el cameo de un espectador obligado a salir a escena. Hay que admitir, sin embargo que todo lo que le faltaba actuando la chica lo ganaba cantando, pero desde luego ese no es motivo suficiente para proporcionarle un papel de musical a alguien sin ningún tipo de experiencia en escena. El motivo no es otro que ser un gancho mediático.

Adam Shankman, responsable de sutilezas como Un canguro superduro o Se armó la gorda, traslada a la gran pantalla la historia de Tracy Turnblad, una joven de Baltimore con sobrepeso que persigue el sueño de bailar en su programa local favorito (La debutante Nikki Blonsky que la encarna, al contrario que Edurne, no podría estar mejor). Pero Tracy no es la única que lucha por la oportunidad de hacerse un hueco en la sociedad. En plena frontera entre los 50 y los 60, la comunidad negra seguía siendo objeto de una terrible marginación, aunque cada vez eran más las voces a favor de una convivencia. Y en ese contexto de integración cultural se desarrolla una trama mil veces plasmada, la de la superación de todo obstáculo hacia el éxito, pero no por ello menos interesante de ver. Porque al fin y al cabo a todos nos gusta soñar.

PD. Querida Michelle. Este es el camino. Esta es la película con la que deberías haber vuelto a escena. Queda en mi olvido ese enorme susto llamado ‘El novio de mi madre’. Qué gozada ver tu talento y tu físico aprovechados. Qué exquisito placer. Cuanto te he echado de menos… Sigue así. Siempre tuyo.
Comentarios
Otra cosa, es, sin duda, las producciones que habitualmente se realizan en este país, que necesitan de personajes "populares" para llenar la platea. Normalmente, en estos casos, la platea está completamente vacía de aficionados al género y acude un público "no-acostumbrado"; en el caso de "Grease" y la última producción de "Chicago" que se realizó en Barcelona, afirmaré que fue una "Reguantada", que es como definen los aficionados al género cualquier basura en la que se embarque Ricard Reguant y su corte de... "cosas", hablando del Fame, y hablando con gente que también trabajaba allí, corroboraré aquello de que es infumable, pero como casi con cualquier cosa que se haga en este país, sobretodo si no son espectáculos "franquícia", de aquellos que viene un señor de Nueva York con una libreta con todos los movimientos y todos los tonos vocales a los que deben llegar los interpretes, sino llegan o no hacen lo que se manda, se larga y la producción se va al garete.
Aquí, la educación actoral, y más concretamente la del musical, es un bien escaso, y hasta no hace mucho no se disponia de docentes mínimamente competentes, solo ha sido gracias a la gente de El Musical Més Petit y Dagoll Dagom que están haciendo escuelas de teatro musical para hacer a verdaderos profesionales. Aún así, hay gente competente, pero que posiblemente no aparecerán jamás por programas como O:T o sucedáneos, bien es cierto que todo seria mucho mejor si se llegase al nivel de American Idol o algunos programas británicos, pero claro, la gente que quiere hacer musicales en estos países, lo decide desde bien pronto y a los ocho años ya tiene tablas que más de muchos actores y actrices locales que ya han sobrepasado la treintena o la cuarentena. Yo le insto a que se de un garbeo por cualquier pequeño teatro del Off-Off-Broadway, no hace falta irse al mismísimo parnaso de los musicales, o que también se de un pequeño garbeo por el West End y verá lo que le digo. Y verá, como los actores "reclamo", son, primeramente, interpretes de verdad, con demasiada carrera a sus espaldas y con una educación bucal e interpretativa que quitan el hipo.
Y sino, solo con ver a Harvey Fiernstein o a Linda Heart uno aborrece de forma inmediata a la Pfeifer y a don Travolta.
Y esto ha sido todo por el consejito de un aficionado al género.
Ais, perdón por saturarle esto de comments.
En primer lugar, agradecerle enormemente su comentario. Denota que es Ud. un entendedor en la materia. Confirmo, tal como comenta, mi exagerado desconocimiento sobre el teatro y el cine musical, en este caso extranjero. Tal como recalco en mi comentario, desconozco por completo cómo son los musicales en aquellos lugares donde son respetados como cualquier otro género teatral. Cuando afirmo que me gratifican mucho más los musicales en la gran pantalla que en el teatro, lo digo basándome siempre en la producción nacional, que como Ud. comenta es poco menos que nefasta. Estará de acuerdo conmigo que tanto 'Fama', 'Grease' o 'We will rock you' made in Spain suponen una pésima referencia a tener en cuenta. Pues ese es mi caso, y de ahí que el género en la gran pantalla me parezca, por comparación, bastante notable. No tengo duda de que tanto en Londres como en Nueva York se encuentra la esencia de un género convertido aquí en un puro producto comercial más.
Me ha encantado su comentario. Se lo agradezco de nuevo.
Por cierto, ¿su opinión sobre 'Moulin Rouge'?
Y en cuanto a los musicales franquiciados, quizás les falta algo de espontaneidad, pero los que he visto, y han sido unos cuantos, me han hecho salir con muy buen sabor de boca, y en absoluto pensando que el escenario es peor que la película... Además, normalmente con buenos actores y buenas voces. Lo peor, para mi gusto, han sido algunas producciones españolas como Fama o Siete novias para siete hermanos, o incluso aquel Cantando bajo la lluvia con música grabada. Demencial.
En Broadway, por otra parte, y por la experiencia que he tenido, la diferencia está en la grandiosidad. El Fantasma de la Ópera, por ejemplo, aunque Luis Amando estaba fantástico en Madrid, en Broadway era tremendo, más que nada porque el tamaño del teatro, de los decorados, y de todo lo que lo rodea lo hacía increíble. Luego vi Los Productores, que también vi en Madrid, y salvando las distancias de los protagonistas (había que reconocer que Segura y Mota se esforzaban), el diseño de producción estaba mucho más cuidado allí, todo tenía más luces, más neones, más detalle... Y encima todavía estaba Gary Beach haciendo de Roger deBris :D
Y eso que en Broadway, sobre todo en los musicales más longevos, y sobre todo los corales, en cuanto el musical ya lleva varios años de camino, los actores van rotando mucho y te encuentras con que hay un poco de todo. O eso o te vuelves algo más "entendido" o exigente, porque Rent, por ejemplo, que es un musical que me encanta, no tenía las mejores voces. Y una de las veces que vi Les Misérables en Londres también fue un poquito decepcionante. Pero allí el concepto del espectáculo es mucho más grandioso.
Esperemos que esas escuelas que comenta markcohen sigan dando sus frutos (como disfruté con el Mar i Cel de Dagoll Dagom en Madrid, celebrando su aniversario... Los pelos de punta se me pusieron en el himno del pirata!). Más gente así necesitamos...
Saludos
La respuesta es que sí y mucho, aunque no sea, exactamente, un musical, como tampoco lo son los espectáculos que cogen canciones de otros interpretes y a partir de ahí trazan una línea argumental, aunque se venden como tal, ya sea "Closer To Heaven", "Our House", "We will rock you" o aquel-cuyo-nombre-no-debo-pronunciar "Hoy no me puedo levantar"; por que técnicamente únicamente aquellos espectáculos a los que se les hace la música "a medida" son considerados musicales como tal, pero sí, me gustó y mucho. Un poster del cine flanqueado por uno de Jóvenes Ocultos dan fe de ello.