Como si de una revisión de Paraules d’amor se tratara, todo empieza con una carta escrita a mano a los quince años, palabras de amor vertidas en plena explosión romántica entre dos adolescentes . Sencillas y tiernas. Justo despertando del sueño infantil. Pero esta vez con el bagaje del paso del tiempo. Porque si Serrat nos describía melancólico a su primer amor, desconocido su paradero, en una de las canciones más hermosas y tristes de nuestra historia musical, Jonás Trueba nos brinda el quince años después de Manuela y Olmo, el reencuentro de dos amantes que rememoran un pasado ferviente, la reconquista de sentimientos ahora lejanos y ajenos. La exhumación de este amor enterrado se produce sin ninguna prisa . Si hay que observar a la pareja conversando un buen rato, se la observa. Si hay que escuchar todo un repertorio de canciones nostálgicas, se escucha. Si hay que esperar, se espera. Porque lo que para algunos supondrá un suplicio en realidad es la mejor manera de aden...
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