¿Puede convertirse la historia de una familia coreana que emite una plataforma todavía tan minoritaria como AppleTV+ en la mejor serie del año? Si nos atenemos más a su contenido que a su influencia, sin duda alguna. Todavía no hemos alcanzado el ecuador del 2022, la lista de grandes propuestas comienza a ser abultada, pero de momento ninguna otra ficción logra embaucar con la belleza y la sensibilidad que desprende Pachinko, una serie muy sencilla en su planteamiento pero absolutamente ambiciosa en la ejecución.
La trama va rebotando entre tres generaciones de una misma familia, tal y como hacen las bolas de acero del juego que da nombre a la serie y que tanto recuerda al pinball. Desde los orígenes de la humilde Sunja en la Corea ocupada por Japón de principios del siglo XX al despiadado Tokyo actual con el que debe lidiar su nieto Solomon, pasando por la generación intermedia, la de Mosazu, el hombre que salvó a la familia de la miseria gracias a este popular juego japonés.
A pesar de la multitud de personajes, Sunja es el alma vertebradora de la serie. Pachinko arranca con su nacimiento y se esmera particularmente en narrarnos el origen de todo el entramado familiar, fruto del amor prohibido con un comerciante invasor. La puesta en escena, acompañada de una bellísima banda sonora, nos sumerge en una gran historia dramática que rehúye en cambio los tintes más melodramáticos. Es suficiente con la mirada de las dos actrices que encarnan las diferentes etapas de la protagonista para emocionarnos. Una de ellas, además, es Youn Yuh-jung, la actriz que nos encandiló a todos, Academia de Hollywood incluida, con Minari.
En Pachinko un simple bol de arroz es capaz de hacernos saltar las lágrimas. Y es que la serie, con ese prisma tan asiático, pone el acento en el conflicto intergeneracional entre lo espiritual y lo material. Mientras la veterana Sunja intenta regresar a sus orígenes, asiste impotente a la ambición capitalista de su nieto, incapaz de entender el aferramiento de una señora mayor a sus raíces.
Lejos de acomodarse en un relato clásico, basado en el best seller de Min Jin Lee, la serie también asume riesgos. La propia cabecera, con los intérpretes bailando al ritmo de Let’s live for today y desquitándose del corsé de sus personajes, es toda una obra de arte. Alguno de los episodios rompe también con la estructura y sorprende al espectador centrándose en la trama de uno de protagonistas. O el propio epílogo de esta primera temporada, con testimonios reales de esas mujeres rondando los 100 años de edad que se vieron obligadas a emigrar a Japón, pone los pelos de punta.
Porque sí, Pachinko contará con una segunda temporada, confirmada ya por AppleTV+. No es para menos. No solo porque se dejan muchas incógnitas en el aire, sobre todo en torno a uno de los descendientes de Sunja, sino porque una serie tan ambiciosa en contenido y en continente, con una apabullante factura técnica, merece ser explotada. En espera de que le lluevan los reconocimientos, que llegarán, solo queda extender la recomendación: ¡No se la pierdan!
Comentarios