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ESTO TE VA A DOLER | La medicina sin filtros


Lo advierte el propio título de la serie. Esto te va a doler. Y mucho. Porque lo que podría ser un drama médico más se convierte en un descenso a los infiernos de una profesión que, milagrosamente, todavía seduce a miles de almas caritativas que no dudan en renunciar a sus derechos más elementales para ejercer su vocación. Es el caso de Adam Kay, un joven médico de ginecología y obstetricia cuya experiencia en un hospital público de Reino Unido es lo más parecido a una pesadilla. 

Lejos de la imagen idílica, romántica y trepidante que ofrecen muchas de las series médicas, Esto te va a doler es todo un baño de realidad, una experiencia de lo más inmersiva que nos sumerge sin tapujos en las entrañas del sistema sanitario público. Aunque esta ficción de la BBC se basa en la experiencia personal del propio doctor, reconvertido ahora en cómico y productor televisivo, su tono está bien alejado de la comedia, por mucho que el protagonista rompa la cuarta pared con la acidez de su humor inglés. 

A Kay le llueven la sangre y otros fluidos de sus pacientes, mientras lidia con guardias maratonianas, las carencias de una sanidad precaria y la arrogancia de sus superiores, que él tampoco duda en trasladar a la residente a su cargo. Shruti es el vivo ejemplo de las ilusiones rotas por un sistema deshumanizado y voraz. A través de su mirada, vamos asistiendo al declive de un personaje clave para el mensaje principal de esta ficción. 

Pero no es la intención de este texto, ni de la serie, deprimir al espectador. Aunque el trasfondo es descorazonador, el tono es de una gran sensibilidad. La que transmite un protagonista escéptico, amargado, consumido, pero de buen corazón, potenciado por uno de esos novios que cualquiera querría encontrar. Cariñoso, paciente y empático, Harry es el contrapunto perfecto para que ni Adam ni nosotros como espectadores terminemos arrojándonos por un puente. 

La serie se sustenta en un guion cargado de verosimilitud, con un plantel de secundarios imprescindibles, y en ese plus de riesgo que suelen afrontar las ficciones inglesas. Pero su gran baza no es otra que Ben Whishaw, ese actor que aglutina papelones como los de The hour o London spy y que sigue impregnando de talento y solvencia todos los proyectos que toca. Esto te va a doler pero, desde luego, no vas a encontrar dolor más placentero.

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