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El principio del génesis

El origen de una nueva ficción a la española comenzó a vislumbrarse el pasado miércoles con el estreno de la serie Génesis. Los avances y promociones con los que Cuatro nos fue vendiendo el producto vaticinaban algo diferente, algo de calidad, muy alejado de las producciones made in Spain con las que nos suelen deleitar otras cadenas en prime time, léase comedias ligeras de humor rancio o sucedáneos, más bien incomparables, de la ficción norteamericana.
No hay que negarlo. Génesis también se mira en el espejo de Estados Unidos, reflejando un poco de CSI, otro tanto de Millennium y otro tanto bastante de Seven, pero sin acabar de obtener una imagen nítida y parecida. A pesar de que el esfuerzo es loable, la producción todavía está lejos de transmitir solidez en los guiones y, sobre todo, credibilidad.
¿Cómo se entiende, sino, que una policía acuda de noche a casa de un sospechoso de asesinato múltiple para cenar tranquilamente y sin ningún tipo de protección? ¿O que otro sospechoso, sin venir a cuento, aparezca de golpe y se ponga a correr ante las narices de Mateo, el líder de la brigada? ¿O qué éste, en su persecución, lance tiros al aire sin ton ni son? Son pequeños detalles que reiteran aquello de que los españoles todavía estamos a años luz de las series de acción norteamericanas y que seguimos en un querer y no poder. Esto es, en definitiva, tan sólo el principio del génesis de la calidad en la ficción española.
Sin embargo, en otros muchos aspectos se puede comprobar que Génesis es un buen primer paso. La fotografía lograba la atmósfera de misterio idónea para este tipo de tramas psicopáticas. La banda sonora, en general, bastante acertada y efectiva en su intento de provocar tensión. Y, sobre todo, la correcta interpretación de los tres personajes principales.
Verónica Sánchez consigue apartarse de su pasado serrano y encarna con bastante credibilidad a la segunda de a bordo mona y sabelotodo. El personaje de Quim Gutiérrez, en su intento de conectar con un público joven, se nota un tanto forzado, aunque el actor catalán lo interpreta con bastante soltura. Por último, Pep Munné y su particular timbre de voz por fin encuentran un personaje que no parezca sobreactuado. Él es Mateo, una especie de Grissom, pero con la diferencia que, mientras el de Las Vegas padece sordera, este híbrido español tiene el sentido auditivo tan desarrollado que necesita taponarse los oídos en la escena del crimen para así obtener una mayor concentración.
Percibimos ya una futura tensión sexual en la trama de esta serie que incluirá un conflicto fraternal entre los dos protagonistas masculinos, que lucharán por esa chica tan mona y tan sabelotodo. Hacen bien de incluir este tipo de enredos para ganar adeptos. Me temo que si el primer capítulo, ese que debe asombrar y enganchar al público por igual, ha tenido un resultado cercano al notable, en próximos episodios se baje el listón y la guardia. Sólo con una trama y una intriga que se suceda a lo largo de la serie y, por supuesto, con una mejora de los guiones, conseguirá esta Génesis obtener un buen resultado.

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