El anuncio de las nominaciones ya predijo que la de este año no sería una gala memorable en la historia de los Oscar. Desde el momento en que películas tan destacables como Los odiosos ocho, Carol o Steve Jobs quedaban fuera de la carrera, la batalla se reducía únicamente a dos serias aspirantes, que son las que finalmente se han repartido la planta noble del palmarés. Alejandro González Iñárritu repetía como mejor director por segundo año consecutivo mientras que Leonardo DiCaprio rompía por fin el maleficio que lo ha privado de la estatuilla durante más de 20 años. Lo hacían por una película, El renacido, que es toda una proeza visual, aunque todos los galardones técnicos fueran a parar a la vibrante Mad Max: Fury Road, que salió triunfal de la gala con un total de seis estatuillas. La otra vencedora de la noche, una reivindicación del periodismo de investigación como Spotlight, quedó deslucida con sólo dos Oscar, a pesar de alzarse con el que la corona como mejor película del año. Una edición descafeinada que prefirió amortiguar la polémica sobre la falta de diversidad racial haciendo desfilar por el escenario a buena parte de los actores negros de Hollywood, como si tal medida fuera a borrar los sonoros olvidos de Samuel L. Jackson (Los odiosos ocho) o Idris Elba (Beasts of no nation) en la lista oficial de nominaciones. Si por algo pasarán a la historia estos Oscar es por una controversia racial que seguro derivará el año que viene en la todavía más preocupante discriminación positiva, cuando lo más alarmante de esta edición ha sido en realidad el mediocre nivel de las películas nominadas y el soporífero ritmo de una gala que ni con polémica logra levantar las audiencias.
Carta en El Periódico de Catalunya
Carta en La Vanguardia
Carta en El Periódico de Catalunya
Carta en La Vanguardia
Comentarios