¿Qué es el amor verdadero? Una pregunta tan cursi solo
podría obtener respuesta en los musicales, ese género que llegó a nuestras
vidas para llenarnos la cabeza con ideales románticos y alimentar nuestras
frustraciones. Con la voluntad de satirizar algo tan caricaturesco ha desembarcado
en Apple TV la serie
Schmigadoon!, una propuesta que podría generar tanta
pereza como un musical.
Sin embargo, su fórmula cartón piedra funciona precisamente
porque ridiculiza los vicios del género pero sin renunciar del todo a sus
ideales. De esta manera,
ni resulta demasiado empalagosa para los que aborrecen
que cualquier situación sea excusa para ponerse a cantar ni demasiado dura para
los que siguen creyendo en el AMOR.
Y es que la serie arranca mostrándonos cómo se gesta el
romance entre dos médicos en un hospital. Imposible resistirse a la escena del
flechazo, cuando él le explica el funcionamiento de la máquina expendedora y
empiezan a llover chocolatinas al son de una banda sonora ñoña. Pero el tiempo
pasa para Josh y Melissa y las mariposas y las florecillas van desapareciendo.
Para luchar contra el amor menguante, deciden apuntarse a una extraña terapia
de pareja que los conduce mágicamente al pueblo de Schmigadoon, anclado en los
años 40 y en el que todo, absolutamente todo, se resuelve a golpe de canción.
Es en ese momento cuando empieza el delirio, las referencias
constantes a los absurdos patrones que rigen los musicales,
en un ejercicio de
metaficción que por momentos resulta desternillante. El cura, el alcalde, el
granjero y sus hijas perfectamente rubias, la maestra, el niño que narra sin
sentido alguno y, por supuesto, la malvada que impone las reglas de la decencia
cristiana en todo el pueblo son los arquetipos de los que se sirve la serie
para brindarnos una oda a la diversidad y a la tolerancia con un tono de lo más
naíf. Especialmente brillantes son los dos números musicales que protagoniza el
alcalde del pueblo, un Alan Cumming siempre acertado.
En una atmósfera cutre, con apariencia de bajo presupuesto,
se mueve Schmigadoon! como pez en el agua, sin una mayor pretensión que el
puro entretenimiento. Seis capítulos de corta duración, un tono fresco y ligero
y una mezcla equilibrada entre comedia, sátira y romance convierten a este
atípico musical en la propuesta perfecta para las vacaciones de verano.
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