Imaginemos por un momento que Lady Gaga se da un golpe en la cabeza y pierde por completo la noción de su personaje. De repente, no solo olvida quién es Stefani Joanne Angelina Germanotta sino también la estrella que le dio fama mundial. Mientras sus fans conocen al dedillo cada una de sus canciones, cada una de sus manías, ella debe esforzarse por comprender a la celebridad desde la nada. Puede que no le gusten los estilismos estridentes, que ya no sepa llamar la atención, que incluso reniegue del pop. Pero el mundo exterior presiona para que recobre cuanto antes la memoria si no quiere renunciar a los beneficios de su vida anterior. Hace falta buscar un símil real para tratar de entender el interesante planteamiento que nos propone Carlos Vermut en su tercer largometraje. ¿Dónde acaba la persona y comienza la artista? ¿Hasta qué punto nos convertimos más en aquello que los demás esperan de nosotros que en lo que somos realmente? Si le sumamos a ese dilema existencial la aparici
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