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Vis a vis y la cadena perpetua de la ficción española

Como un jarro de agua fría sentó la decisión anunciada la semana pasada por Antena 3 de cancelar la serie. Las cifras de audiencia, menguando semana tras semana, hacían temer lo peor. Por alguna extraña razón, los espectadores que a lo largo de la primera temporada permanecieron fieles a la ficción carcelaria se fueron desentendiendo poco a poco de las nuevas tramas. Sin embargo, la apuesta del canal por la calidad de sus series daba lugar también a la esperanza, sobre todo contando Atresmedia con un escondrijo para sus productos incomprendidos llamado La Sexta. Finalmente, optaron por la vía rápida. Carpetazo a una de las mejores producciones que ha dado la televisión española en los últimos años.

Complicado lo tenían los guionistas de Vis a vis para darle fin a una trama que ya estaba abonando el terreno para una necesaria tercera temporada. Las fichas ya se estaban colocando estratégicamente para darle forma a un nuevo revulsivo que volviera a mantenernos enganchados a Cruz del Sur. Los encuentros a lo 50 sombras de Grey entre Miranda y Sandoval hacían presagiar una nueva vuelta de tuerca en las riendas de la cárcel. Nuevas normas, nuevas relaciones de poder y nuevos retos para Macarena y compañía. Pero llegó la fatal decisión y con ella el desafío de cerrar celdas sin dañar el buen trabajo realizado.
 
Parecía difícil pero se logró. Un final digno y bastante coherente, sin soluciones precipitadas ni decisiones sin sentido, pero con la puerta entreabierta ante un posible rescate. ¿Cómo se entiende sino esa reanimación a Zulema tras una despedida magnífica, a la altura de uno de los grandes personajes que ha dado esta ficción? ¿Para qué cambiar la dirección de la cárcel y dejarla en manos de un psicópata si finalmente no seremos testigos de las nuevas desdichas? ¿Por qué arruinar un final feliz como el de Sole si no es para cimentar nuevos argumentos? Cabos sueltos que podrían atarse pero que tampoco merman el desenlace definitivo, el que sitúa a una resignada Macarena de vuelta a prisión.

Cómo se resolvería la salida de la protagonista era el gran interrogante, el enorme reto que determinaría si Vis a vis culminaría con broche de oro o por la puerta de atrás. La absolución de sus pecados hubiera sido inverosímil; su muerte, demasiado trágica. Así que optaron por el camino más creíble. Después de torturar a Zulema en la que sin duda es la mejor escena del capítulo (“Reza para que me dé un ataque al corazón”), Macarena consigue que el inspector Castro, ese entrañable secundario, le proporcione una coartada para huir. Su primer impulso es echar a correr. Pero a mitad de camino la visión de un futuro siempre a la fuga le hace entrar en razón. Cruz del Sur se ha convertido en su hogar más seguro. Y su idilio con Fabián, en un happy end reservado para nuestra imaginación.

Más allá de la apabullante transformación de la protagonista, de la Piper Chapman que entró a la cabecilla que regresa a su prisión, Vis a vis ha supuesto un gran paso hacia delante en la ficción española. Son muchas las series que se han colgado la medalla del antes y después en el panorama nacional pero sólo dos han demostrado realmente en los últimos años una voluntad de innovación: El ministerio del tiempo y esta producción de Globomedia. Y así les va. Mientras una permanece en manos de la voluntad de la televisión pública, la otra ha terminado sufriendo las consecuencias del riesgo. Es difícil que Antena 3 vuelva a apostar por un producto que se aleja tanto de los cánones habituales.

Pero al equipo de Vis a vis siempre le quedará el reconocimiento. Por no tener miedo a la violencia y al sexo, ni a los desnudos más democráticos. Por su absoluta falta de prejuicios en torno al amor. Por su sentido del ritmo y de la estética, por sus brillante escenas de acción, por sus giros de guión y sus locuras, pero también por su ternura. Por un plantel de secundarias inolvidable, encabezado por unas soberbias Alba Flores, Laura Baena e Inma Cuevas. Por darle el papel de su vida a Najwa Nimri. Y por callarnos la boca a los que empezamos a verla con ganas de buscarle las siete diferencias con Orange is the new black. Porque finalmente fueron muchas más de siete.

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