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THE WHITE LOTUS vs NINE PERFECT STRANGERS | Recursos fáciles en tiempos difíciles

Corren tiempos jodidos. Y parece que una manera de que el resto de mortales nos sintamos mejor es observando en pantalla las miserias de esa minoría acomodada cuyo máximo problema es conseguir la mejor suite del hotel. Es lo que deben haber pensado los mandamases de la programación televisiva, ahora que han coincidido en el tiempo dos series muy parecidas en contexto pero muy distintas también en resultado. Mientras The white lotus se ha convertido en el éxito inesperado del verano para HBO, una apuesta segura como podía ser Nine perfect strangers va acumulando decepciones a medida que transcurren las semanas.

El punto de partida de ambas producciones es prácticamente el mismo. Un grupo de ricachones de muy diversa consideración se concentra en un resort de lujo, unos para buscar la evasión durante las vacaciones y otros para tratar de encontrar el antídoto para sus diferentes traumas. Ambas juegan también con la baza del misterio. Mientras The white lotus arranca con el traslado de un cadáver para dar paso a continuación al flashforward que nos desvelará su identidad, Nine perfect strangers sitúa el enigma en torno a la figura de Masha, la gurú que interpreta la todopoderosa Nicole Kidman.

Y si algo no falta tampoco en las dos series es el arquetipo. No es difícil prever que la superficialidad y la ausencia de escrúpulos serán las señas de identidad de unos protagonistas perfilados para que el espectador los juzgue sin piedad. Y es ahí donde fallan ambas propuestas, ya que al final su contenido es tanto o más hueco que las cabezas de los personajes que pretende retratar.

A pesar de ello, las dos series no están a la misma (poca) altura. A The white lotus hay que reconocerle un mayor esfuerzo, no solo a la hora de dotar a sus personajes de más matices sino también adoptando un tono mucho más ácido y estimulante que el que nos propone David E. Kelley en su enésima historia ambientada en una comunidad pudiente. La fórmula se agota y ya es momento de que él y Nicole Kidman tomen conciencia. En cambio, Mike White, el responsable del éxito de HBO, asume mayores riesgos y termina obteniendo su recompensa. Aunque a algunos nos cueste adentrarnos en una trama con tan poca sustancia, es cierto que la serie, gracias a su música machacona y un ritmo endiablado, transmite una atmósfera de lo más adictiva.

Si de algo se puede congratular The white lotus es de habernos brindado a lo largo de sus seis capítulos momentos tan delirantes como memorables, desde ese primer plano de un miembro masculino hasta el que protagonizan un par de mojones. Más profundas, menos grotescas si se quiere, son otras escenas que buscan provocar algo más que el escándalo, como las que protagonizan la responsable del spa o el hijo adolescente de ese maravilloso matrimonio que interpretan Connie Britton y Steve Zahn. Son de las que remueven. Aunque el personaje que se lleva la palma es sin duda el de Armond, ese manager de hotel absolutamente desbocado. Bien pensado, la serie deja un reguero de protagonistas carismáticos.

Algo que, de momento, no sucede con Nine perfect strangers, a pesar de contar con un elenco bastante más conocido. Se suceden los episodios y aún desconocemos hacia dónde nos quiere llevar esta nada intrigante historia. Más allá de los flashbacks de Masha y del pasado del resto de personajes, narrados con cierta desgana, comienza a importar menos que nada sus desventuras en esa especie de secta espiritual en la que se mezclan la terapia en grupo, los clímax más bien desafortunados y las drogas. Todo sin demasiada sustancia ni demasiado interés. Entre cacerías, carreras de sacos y experimentos psicológicos de lo más básicos, la serie parece directamente encaminada hacia el vacío. Ni siquiera acierta suscitando en el espectador ese morbo por ver cuán desgraciada es la vida de los más ricos. Ni a base de tópicos, salva los muebles.  

Comentarios

Off White ha dicho que…
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