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SKY ROJO | La fórmula Pina para el éxito

Si existe un español que puede santiguarse cada vez que se le aparece la N de Netflix, ése es sin duda Álex Pina. Responsable de series como Los Serrano, Los hombres de Paco o El barco, la llegada de esta plataforma global y su apuesta por la ficción española resultó el espaldarazo definitivo para su despegue internacional. Netflix ha sido la responsable de convertir La casa de papel en un fenómeno planetario, cuando Antena 3 ya no daba ni un penique por ella.

Y con ese bombazo se le abrieron a Pina y a su cocreadora, Esther Martínez Lobato, todas las puertas del gigante audiovisual. No solo se lo rifaron en otros lugares (Movistar estrenaba en España El embarcadero, también con Verónica Sánchez, y FOX España rescataba Vis a vis, guillotinada de nuevo por Antena 3) sino que la plataforma que le facilitó el despegue le adquirió la fallida White lines y ahora Sky rojo, un nuevo éxito que estuvo en su lista de las diez producciones más vistas durante los primeros días de estreno.

Vancouver es hoy la capital de las series españolas. No porque Canadá se haya convertido en el plató predilecto de nuestras ficciones sino porque ese es el nombre de la productora que fundó Álex Pina en 2016 tras la enorme acogida de La casa de papel. Ahí parece encontrarse la preciada fórmula del éxito, la que contiene todos los ingredientes necesarios para convertir una historia en todo un hit. Y Sky rojo parece el paradigma perfecto de esa receta mágica.

Líneas de guion lapidarias, ritmo taquicárdico, banda sonora emblemática, acción a raudales y grandes giros en la trama. Son los grandes rasgos de la factoría Pina que en esta nueva ficción se aplican a rajatabla. En otra sabia decisión, el showrunner ha pasado de la hora y media de duración que tenía La casa de papel en sus orígenes de televisión generalista a unos acertadísimos 30 minutos. No hay margen para el aburrimiento ni las subtramas innecesarias. La serie va al grano desde el primer minuto.  

La historia de tres prostitutas que huyen de sus proxenetas por la isla de Tenerife responde también a las características del cine de venganza, cuyo máximo exponente es sin duda un Quentin Tarantino al que la serie recurre sin rubor. Sky rojo no escatima en escenas de violencia y acción llevadas al extremo, siempre adornadas con frases ingeniosas que, aunque lo intentan, no alcanzan el nivel del director y guionista de Pulp fiction o Kill Bill. Pero, al menos, el homenaje a semejante referente no queda en vano.

La serie se ha enfrentado a una importante polémica tras ponerse en duda su posicionamiento en torno a la prostitución. ¿Ensalzan Álex Pina y Esther Martínez Lobato la esclavitud sexual otorgándole un cierto glamour con esa estética tan ágil y moderna? Puede que la puesta en escena, sobre todo a través de ese prostíbulo de neón tan alejado de la realidad, contribuya a la confusión pero no hay más que escuchar los monólogos de sus tres protagonistas, cargados de ironía y resignación sobre las prácticas sexuales a las que se ven sometidas a diario, para condenar sin tapujos la trata de blancas. 

En todo caso, el propósito de la serie no parece ser el de la denuncia. Aunque en algunos momentos se permite ironizar sobre el principal motor económico español, que no es otro que el sexo, convendría situar Sky rojo en el lugar que le pertenece: el de la más pura acción. Sin complejos ni pretensiones. Y con toda la carne en el asador. No contenta con recurrir a algunos de los rostros más importantes del cine español, la ficción se asegura el filón en Latinoamérica con nombres tan conocidos como los de Lali Espósito y Yany Prado. Junto a Verónica Sánchez conforman un trío protagonista sin cuya química sería impensable el buen funcionamiento de la serie. Una serie que se suma al catálogo de éxitos de Álex Pina y que ofrece justo lo que promete. Ni más ni menos.

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