Ir al contenido principal

LA AMIGA ESTUPENDA | Una amistad por encima de todo

“No quiero perderte”. Hay vínculos que nos resulta impensable romper, conjunciones que nos sitúan en una misma órbita de gestos y complicidades y que resultan ininteligibles para el resto de los mortales. Ese universo intangible, tan difícil de captar, es el que la escritora Elena Ferrante ha sabido reflejar en su tetralogía sobre la amistad y que su adaptación para televisión, en un reto todavía mayor, ha logrado superar. Si por algún motivo la historia de amor entre Lenù y Lila ha logrado cautivar a millones de personas es porque todos en algún momento hemos construido con alguien esa burbuja impenetrable que solo el tiempo es capaz de poner a prueba.

La segunda temporada de La amiga estupenda, absolutamente fiel al segundo libro de Ferrante, nos sumerge de lleno en la edad adulta de estas dos amigas. La infancia y la adolescencia en el barrio napolitano han quedado atrás y lo que viene a continuación supone enfrentarse a la supervivencia en un mundo dominado por hombres, con una notable división de clases y en el que las oportunidades para una mujer se reducen a ejercer de buena madre y esposa. Tan solo una vía de tren separa a las dos jóvenes de un futuro más prometedor que el que su entorno les presupone. Y es ese túnel entre la barriada y el mundo exterior el que por primera vez separa los caminos de Lenù y Lila, rompe la burbuja y nos plantea dos destinos prácticamente opuestos, que discurren en paralelo, pero que tarde o temprano terminan convergiendo de nuevo.

El orgullo y la rebeldía de Lila se enfrentan a una situación de plena sumisión, condenada a cadena perpetua en una cárcel doméstica que pretende encauzarla hacia una vida decente, mientras que la prudencia y la discreción de Lenù la conducen a un destino independiente y de éxito académico, inédito en la Nápoles de los años 60. Mientras una progresa, la otra permanece recluida. Y en ese abismo insalvable, la relación entre ambas se tensiona, en una lucha constante entre la admiración y el recelo.

Su amistad trasciende todo lo demás. Cada reencuentro, fruto del distanciamiento, se resuelve con una sola mirada, de esas que solo dos buenas amigas son capaces de interpretar. La temporada está repleta de puñaladas y desprecios, como el que le propina Lila tras acompañar a Elena en su primera fiesta intelectual. Tras sentirse como pez fuera del agua, la joven vierte su complejo de inferioridad humillando a su amiga, que aguanta el tipo con la decepción dibujada en su rostro. El regreso a la isla de Ischia, nuevamente otro prodigio de belleza formal, se convierte en una nueva decepción cuando Lila traiciona una de las normas implícitas de toda amistad: nunca arrebates un amor platónico. Y, sin embargo, la dependencia mutua, pasen los años que pasen, se impone a cualquier tirantez.

Si en su primera temporada, la serie pecaba un poco de teatralidad, sobre todo por ese decorado cartón piedra que ambienta el barrio y epicentro de la trama, en esta segunda tanda la región de Nápoles ha ganado protagonismo y nos regala una puesta en escena mucho más cuidada, rozando la perfección cinematográfica. El compositor Max Richter ha echado mano de todo su repertorio y con sus partituras ha logrado multiplicar las cotas de sensibilidad de una trama ya sobrada de emoción. No es de extrañar que Ferrante, desde su misterioso anonimato, haya confiado plenamente en Saverio Costanzo para adaptar sus novelas. Como la amistad entre Lenú y Lila, la conjunción de todos los elementos es prácticamente inquebrantable.

Comentarios

Entradas populares de este blog

SÉ QUIÉN ERES | Aciertos y errores del thriller de la temporada

Con una legión de seguidores discreta pero infalible, en torno al 15% de cuota de pantalla, podría decirse que Sé quién eres es todo un hito en la historia de nuestra televisión. Pocas veces un thriller con una trama seriada ha logrado mantener espectadores semana tras semana, pendientes de un caso, el de la desaparición de Ana Saura, que, para colmo, se resolvía a mitad de estas dos temporadas fusionadas en una. Dieciséis capítulos vibrantes que culminaban este pasado lunes con un final sorprendente, no sólo por el asesinato inesperado de uno de sus personajes principales, sino también por la singularidad de su resolución. Probablemente por primera vez en estos lares, el happy end deja paso a un desenlace mucho más realista, el del triunfo del mal y del poder sobre el resto de mortales. A pesar de su notable éxito, sobre todo en un canal, Telecinco, con escaso recorrido para el drama seriado, Sé quién eres no ha supuesto la revolución que cabía esperar para nuestro panoram...

Los 8 momentos memorables del final de Mujeres Desesperadas

Pueden contarse con los dedos de una mano las series que han logrado cerrar la persiana sin remordimientos. Mujeres desesperadas seguramente se encuentre en ese reducido grupo de privilegiadas que alcanza el final satisfaciendo a la gran mayoría de sus seguidores , sin polémicas, sin originalidades, sin alterar, en definitiva, la esencia de una fórmula que la ha mantenido en antena durante ocho temporadas. Podrán vertirse muchas críticas sobre esta creación de Marc Cherry, gustarán más o menos algunas épocas de la serie, pero lo que no puede negársele a Mujeres desesperadas es la fidelidad a su público . La coherencia suele convertirse en la factura pendiente en producciones que, movidas por el éxito, suelen alargarse hasta el infinito, perdiendo en el camino la cordura ( Lost ) o a buena parte de su reparto original ( CSI ). Consciente de ello, Cherry decidió ponerle punto y final a su niña mimada antes de que el tiempo erosionara su identidad. La fecha escogida fue el p...

SIRÂT | Lo opuesto a una 'feel good movie'

Oliver Laxe lo tenía muy fácil. Su tercer largometraje podría haber discurrido por la misma senda de sus primeros minutos y convertirse en una buena feel good movie . Uno de esos filmes en los que dos mundos antagónicos, que se repelen, terminan comprendiéndose y trabajando por un bien común. En este caso, la búsqueda de una joven por parte de su padre, su hermano y su perro y un grupo de raveros.  El director de origen gallego nos estaba deleitando con todos los elementos necesarios para una película reconfortante, de la fotografía a la banda sonora, pasando por un plantel de actores no profesionales que dejan huella, hasta que decide “hacer saltar el cine por los aires”, en palabras de una crítica de El Mundo resaltada en el póster promocional de la cinta. Y, de repente, la sala enmudece, los espectadores nos recolocamos como podemos en nuestras butacas y nos adentramos en otra experiencia bien distinta.  Hasta ese momento, que por suerte pocos se atreven a desvelar, en un a...